El conquense Fidel Fernández, alumno más sobresaliente en Oboe en la Escuela Superior de Música Reina Sofía

Este músico, de 26 años, ha recibido este reconocimiento por parte de la reina emérita.

No es nada fácil llegar a trabajar en la profesión de tus sueños, y mucho menos ser reconocido por tu trabajo. Pero Fidel Fernández lo ha conseguido con tan solo 26 años. Este conquense es un intérprete de música clásica, toca el oboe y lleva desde los tres años en este mundo. Ahora ha sido reconocido por la reina Sofía como el alumno más destacado en este instrumento en la Escuela Superior de Música Reina Sofía.

«Siempre me ha llamado mucho la atención la música clásica, no sé por qué» dice Fidel, que nos cuenta su corta pero intensa trayectoria musical. Asegura que en su casa siempre estaba puesto de fondo este género, «porque mi madre es súper melómana y le encanta, pero ninguno de ellos son músicos ni tienen nada que ver con este mundo, salió un poco de mi».

Con el oboe, el instrumento con el que está especializado, empezó con nueve años junto con la percusión y empezó a formarse en distintas escuelas, hasta en el Conservatorio de Cuenca. Aunque por aquel entonces le gustaba la música, no lo veía como un proyecto de futuro para trabajar profesionalmente, sino como un hobbie. Un actividad extra que también suponía un trabajo. «Me levantaba por la mañana, me iba al instituto, llegaba corriendo a casa y a las 4 me iba al conservatorio hasta las ocho y media, nueve, y luego llegabas a casa y a hacer los deberes. O sea, era una auténtica locura, pero también me lo he pasado muy bien y he disfrutado muchísimo esa etapa».

Fue a partir de los 14 años cuando entró en la Joven Orquesta de Cuenca donde «tuve la suerte de empezar de oboe solista y dije, esto de la música clásica va a tener un poco más de cosilla de lo que pensaba». A partir de ese momento supo que quería ser músico y dedicarse a ello profesionalmente.

Fidel se ha formado en música clásica en las mejores escuelas, desde el conservatorio superior de música Joaquín Rodrigo de Valencia, hasta la Joven Orquesta Nacional de España y la Escuela Superior de Música Reina Sofía, «una de las mejores escuelas de música clásica que hay en el mundo te diría, con profesores de primerísimo nivel», donde ha estado tres años.

El diploma que le dio la reina Sofía

Tras años de formación en esa escuela, el equipo artístico y los profesores tomaron la decisión de dar el premio al mejor de la cátedra a Fidel por ser el mejor alumno en oboe el pasado 18 de junio. «En total contando grado y máster somos 150 alumnos quizá, pero es una escuela de élite, o sea, al año a lo mejor sale una plaza o ninguna para poder estudiar en la escuela y es realmente difícil acceder a la escuela Reina Sofía, entonces el nivel que hay en general, no solo de voz, sino de todos los instrumentos es altísimo. La gente es buenísima y la exigencia también lo es».

Admite que la entrega del premio no lo vivió tan intensamente desde dentro, «pero de ver ahí a tu familia ilusionada, la verdad que tiene que ser muy gratificante».

La situación de la música clásica en España

Tras años de formación en España y haber tocado en algunas de las mejores orquestas del país, Fidel pone rumbo a Ginebra, Suiza, para seguir aprendiendo de la música clásica. «Voy a hacer un segundo máster y a la vez voy a estar de academista, que por así decirlo es como músico en prácticas, integrante de la orquesta en prácticas de la Orquesta de la Suisse Romande, que es la ópera de Ginebra. A empezar nueva vida».

Lamenta no poder quedarse en España porque hay muy pocas orquestas. «La situación del mundo orquestal de música clásica aquí está un poco parado». Destaca que nuestro país «es una de las mayores productoras de música clásica de Europa. La formación profesional, el grado profesional que se da en España tiene un nivelazo porque tenemos muchísima base teórica. Es buenísima y hay muchísimos, pero cuando digo muchísimos, es muchísimos músicos españoles jóvenes por todas las orquestas del mundo. Y sin embargo, en España hay muy pocas orquestas, hay muy poca cultura de música clásica».

Además, destaca que esas pocas orquestas de música clásica que hay en España «muchas veces no están del todo bien financiadas y se les deja un poco de lado».

¿Vivir de la música es un sacrificio?

Para comenzar en el mundo de la música, especialmente de la clásica, hay que hacerlo desde que eres muy pequeño, incluso compaginarlo con otros estudios básicos. A pesar de tocar por hobbie, renuncias a muchas cosas. Pero cuando te dedicas a ello profesionalmente, es una carrera sacrificada.

Es el punto de vista de Fidel. «Yo conozco muchos amigos míos que siempre se han puesto a estudiar un mes antes de que llegaran los exámenes, eso en la música no te sirve. Tú estás sin tocar un mes y un mes antes de que tengas un concierto te pones a estudiar y ya vas tarde. La música lo que necesitas es muchísima constancia, tienes que estar encima del instrumento todos los días».

Admite que tiene que decir que no a muchos planes. «Por ejemplo, yo a Cuenca no he podido bajar prácticamente casi nada en estos tres años y es una pena porque amo Cuenca, amo mi ciudad y me parece la ciudad más bonita del mundo, pero no he podido ir casi nada porque tienes que estar estudiando».

La situación musical en Cuenca

Fidel comenzó su andadura profesional en la música clásica ya en Cuenca, en el conservatorio y en la joven orquesta. Y rompe una lanza a favor de la ciudad. «Cuenca dentro de lo que es Castilla-La Mancha siempre ha sido la provincia con mayor tradición y mayor cultura de música clásica de toda la región. Coros de polifonía súper buenos, con mucho nivel; antes estaba la Orquesta Filarmónica de Cuenca; tenemos un festival súper reconocido a nivel nacional que es la Semana de Música Religiosa. Luego tienes iniciativas como lo de la Joven Orquesta, que nos han inyectado el veneno a muchos jóvenes que hemos hecho la carrera de música gracias a haber estado ahí, de habernos animado ahí».

Sin embargo, para este músico conquense el mundo de la música clásica en Cuenca está «muy parado». «Noto que no hay movimiento, cada vez a la gente le interesa menos y cuando se hacen cosas, el auditorio está prácticamente vacío». Asegura que se está perdiendo la tradición que siempre ha tenido la ciudad en música clásica.