Fiel a su cita cuaresmal con nuestro medio, Jorge Sánchez Albendea concede una entrevista a Voces de Cuenca en la que aborda las cuestiones de más interés relacionadas con la Semana Santa de 2023, así como de otra relacionadas con el funcionamiento de la Junta de Cofradías. Tras la explosión de júbilo del año pasado por la recuperación de las procesiones tras dos años de parón por la pandemia, la de 2023 vuelve a su cauce, con su pros y sus contras, sus alegrías y sus problemas, en definitiva, una Semana Santa como las de toda la vida.
La Semana Santa pasada fue la del reencuentro después de dos años de ausencia de procesiones y fue una Semana Santa soñada. ¿Esta es la de volver a tener los pies en el suelo y enfrentarse a las dificultades propias de organizarla?
Totalmente de acuerdo. El año pasado todo era ansia de participar, pero este año ya está todo más asentado. Este año hemos tenido más problemas económicos, más dificultades en la contratación de las bandas, vamos a ver qué respuesta hay en la calle. El año pasado fue un éxito en todos los sentidos y este año vamos a ver cómo arrancamos de nuevo, va a ser una Semana Santa más real.
¿Esta va a ser muy parecida a las prepandémicas o ha habido un punto de inflexión con la pandemia?
Desde que acabó la de 2022 hasta ahora han cambiado cosas. Las hermandades que subastaron después de la Semana Santa tuvieron subastas muy altas y las que está habiendo ahora están bajando. En cuanto a participación, superar los números de estos últimos años es muy difícil, pero al final las calles se llenan de nazarenos. Yo lo que veo es que la Semana Santa está súper asentada de Domingo de Ramos a Resurrección pero que durante el resto del año noto falta de implicación de la ciudadanía en general.
¿A nivel económico cómo está la Junta de Cofradías?
La situación actual es mucho más tensa, era algo que se preveía porque venimos de dos años sin ingresos prácticamente. El año pasado aguantamos por el colchón que teníamos pero este año seguimos con la regulación. Nos hemos resentido porque vamos a recibir mucho menos dinero por parte de las hermandades, que son las que más aportan a la Junta. Aparte de eso hemos tenido problemas porque todo ha subido: publicaciones, bandas de música, muchas cosas.
«La Semana Santa está súper asentada de Domingo de Ramos a Resurrección pero que durante el resto del año noto falta de implicación de la ciudadanía en general»
¿Ha habido que ajustarse mucho el cinturón?
En todo, hemos tenido que mirar todo al dedillo para que cuadre. Pero siempre digo que hay que intentar que el tema económico no haga resentirse a las procesiones y eso lo hemos conseguido gracias al ejercicio de prudencia económica que hemos llevado a cabo estos últimos 7 u 8 años, que generó un colchón que nos ha permitido afrontar estos momentos difíciles.
¿Y ahora cómo está el colchón?
Pues ahora nos hemos quedado sin colchón (risas).
Entonces hay que confiar en que todo vaya bien este año, si no la Junta de Cofradías se puede ver en un momento complicado, porque ya estamos viendo algunas cosas que quizá se hicieran de otra forma si las posibilidades económicas fueran mayores.
Eso es evidente. Lo principal son nuestras procesiones en la calle y ayudar a las hermandades que lo necesiten, algo que no ha sido necesario porque las hermandades también han hecho un ejercicio de prudencia. Evidentemente, lo que son actos distintos a las procesiones ha habido que gastar menos en ellos.
¿Se ha estudiado la posibilidad de buscar algunos ingresos alternativos o es complicado encontrarlos?
Lo hemos pensado. Las instituciones ya aportan mucho y pedir que aporten más es difícil. Hemos conseguido aumentar la aportación de Diputación en diez mil euros, que para nosotros son muy importantes, pero no podemos apretar más por ahí. Y en cuanto a las empresas privadas, hacemos nuestras pequeñas campañas con establecimientos colaboradores o que las publicaciones nos generen algo de ingresos, pero nos cuesta mucho más recabar dinero de empresas y particulares.
El capítulo de gasto más importante es el de las bandas de música. ¿Ha habido que hacer mucho encaje de bolillos para poder afrontar ese gasto? ¿Ha condicionado mucho el tema económico a la hora de contratar a según qué bandas?
Sí, ha condicionado. Ha habido dos factores, primero el económico, porque aunque la partida presupuestaria de bandas se ha aumentado hasta superar los ochenta mil euros nos hemos tenido que atar el cinturón. Y por otra parte hemos tenido un problema con la disponibilidad de las bandas, porque contratar bandas Jueves y Viernes Santo es tremendamente complicado y bandas que antes venían sin ningún problema ahora les cuesta mucho venir por distintos motivos y no sólo es por el caché. Aun así las que hemos conseguido creo que tienen un nivel aceptable, con dos novedades, la banda de La Guardia, de Toledo, que viene avalada porque ganó el certamen de bandas de música de Mota del Cuervo, y la de Almonacid del Marquesado.
«Contratar bandas Jueves y Viernes Santo es tremendamente complicado y bandas que antes venían sin ningún problema ahora les cuesta mucho venir por distintos motivos»
¿Pero el problema es que no quieren tocar en Semana Santa o en la de Cuenca?
Pues tenemos de todos los tipos. Los hay que no quieren venir a Cuenca porque nuestras procesiones son muy largas y si las llaman de otras localidades con procesiones más cortas y pagándoles el mismo caché no vienen aquí, pero es que además hay muchas bandas que Jueves y Viernes Santo están muy ligadas a sus localidades y sus Semanas Santas y no hay forma de contratarlas.
¿Hay incertidumbre con lo que pueda pasar con la Banda de Trompetas y Tambores en los próximos años?
Hay que valorar mucho el trabajo que hacen. Es gente que lleva desde noviembre ensayando en la nave cuando salen de trabajar, pasando frío y trabajando mucho. Lógicamente se van haciendo mayores y teniendo más responsabilidades personales y este año hemos tenido que gestionar mucho y vamos a ver qué pasa cuando termine la Semana Santa, hay que ver qué hacemos con la banda. Pero curiosamente este año probablemente va a ser el mejor de la banda porque han venido los más antiguos, que llevaban años desvinculados, y van a tocar este año, así que va a ser la más numerosa de estos últimos años y con gente con mucha experiencia. Pero cuando termine la Semana Santa hay que trabajar con ellos.
¿Peligra la continuidad de la banda?
Peligrar no creo, pero sí que hay que buscar otro modelo, hay que estudiar cómo continuar, porque hay una cosa clara, perder a nuestra banda sería complicado porque no vamos a encontrar otra igual.
Desde el punto de vista organizativo se han asentado algunos cambios en los desfiles. El más reciente es el del Martes Santo, tanto en cuanto al adelanto del horario de salida como el del cambio de orden en la subida a la Plaza Mayor. ¿Se pueden dar por definitivos estos cambios?
Sí, los cambios han resultado muy satisfactorios, tanto la subida, que agiliza mucho la procesión y evita problemas de seguridad, como el adelanto de la salida, que hace que la procesión esté antes en la parte baja de la ciudad y que gane mucho en público en esa zona. Si este año resulta bien se podrá dar como definitivo.
Otro tema muy recurrente es el del orden procesional y el cuidado de la indumentaria y el decoro en los nazarenos. Me refiero a temas como el zapato negro, las mochilas, los carritos, que han proliferado en algunos casos. ¿Qué opinión tienes sobre esto? ¿Cómo se puede mejorar estos aspectos?
Muchas veces hablamos de cómo se puede mejorar nuestras procesiones y yo creo que es cuidando los detalles, es algo que nos falta. Nosotros vamos a lanzar una campaña en redes sociales sobre el cuidado de la indumentaria y otras cuestiones, pero sobre todo son las hermandades las que tienen que insistir en esto porque son ellas las que tienen más fácil dirigirse a sus hermanos. Ese es nuestro talón de Aquiles y donde tenemos que mejorar, hay que ser más rigurosos en los detalles.
Hace unos días en una tertulia hablábamos de eso y de que lo difícil es quién le pone el cascabel al gato, quién controla eso y se enfrenta a algunos de sus hermanos.
Tiene que ser cada hermandad quien conciencie a sus hermanos de estas cosas. Es cierto que es complicado llamar la atención a aquellas personas que no cumplen pero es que no queda otra, para que esto vaya a mejor tiene que ser así. Es algo que todos tenemos claro que hay que mejorar.
Este año se va a volver a poner en marcha una campaña de concienciación del comportamiento de los turbos en la procesión Camino del Calvario. Para qué nos vamos a engañar, cuando se hace una campaña de concienciación es porque algo hay un problema que mejorar, porque hay algo que no es admisible.
Hay que ser rotundo, lo que queremos todos, Las Turbas, las Hermandades y la Junta de Cofradías es que ese grupo de personas indeseable que va delante del guión profiriendo insultos e impidiendo avanzar a la procesión se vaya, es así de sencillo, no queremos que estén ahí. El rito de Las Turbas es acompañar a Jesús, no empujar o insultar, que haga falta un dispositivo policial y de seguridad privada para poder avanzar, esto es un contrasentido. Lo que queremos es que los 150 ó 200 que van delante del guión, que no son más, se vayan de allí y nos dejen a los demás que tengamos una procesión Camino del Calvario esplendorosa.
«Hay que ser rotundo, lo que queremos todos, Las Turbas, las Hermandades y la Junta de Cofradías es que ese grupo de personas indeseable que va delante del guión profiriendo insultos e impidiendo avanzar a la procesión se vaya, es así de sencillo, no queremos que estén ahí»
El problema es que todos queremos que se vayan pero no se van, en todo caso habrá que echarlos, algo que es muy complicado porque hasta ahora no se ha podido. ¿Se están explorando fórmulas para echarlos?
Es complicado, siempre tenemos la herramienta del expediente sancionador, de hecho a lo largo de la procesión hay tres puntos donde se puede retirar a quien se esté sobrepasando si la Policía Nacional lo cree conveniente. De todas formas esto no se hace de un día para otro, pero ahora han tomado fuerza de nuevo estos mensajes porque Las Turbas están dentro de la Junta de Cofradías y tienen unos derechos y unas obligaciones. No queremos ver a ese grupo de personas y vamos a luchar para que vayan desapareciendo en los próximos años. Con la entrada de Las Turbas en la Junta de Cofradías nos dimos un plazo de ocho años para que esto evolucione a bien y poco a poco lo tenemos que conseguir.
Fuera de lo que son las procesiones hay cuestiones importantes también. ¿Cómo va el proyecto de reforma del Museo de la Semana Santa?
El proyecto está terminado y se ha enseñado a la junta de diputación y a los patronos de la fundación del museo. Todos coinciden en que es un proyecto muy bonito, muy diferente a lo que hemos visto hasta ahora pero que va a volver a ser vanguardista y novedoso. Ahora mismo estamos en la fase de la valoración económica para ver cómo se puede hacer frente al coste.
¿Hay alguna estimación aproximada de lo que puede costar ejecutarlo?
Es muy posible que nos vayamos a más de trescientos mil euros, pero hay que tener en cuenta que cuando se hizo el museo actual llegamos al millón de euros. Esa es más o menos la horquilla, pero tenemos que saber con exactitud la cantidad para ver si podemos afrontarlo o no, o lo tenemos que hacer por fases, no lo sé.
¿Hay alguna fecha que os planteéis como objetivo?
De aquí a mayo tenemos que saber si somos capaces de generar el dinero. Si llegado mayo hemos sido capaces de generar los recursos necesarios será cuestión de organizar las fases de ejecución y si no habrá que esperar.
«Como católico, estar en la plaza de San Pedro durante la audiencia general una hora a cinco metros del Santo Padre y luego ese breve momento que estás con él es algo muy emocionante»
La semana pasada nuestra Semana Santa ha estado representada en Roma no sólo por la comisión ejecutiva sino también por otros miembros de la Junta de Cofradías. ¿Cómo ha sido la experiencia de este viaje?
Ha sido tremendamente emocionante por todo, porque vas a contar lo que es nuestra Semana Santa nada menos que en Roma y, sobre todo, como católico, estar en la plaza de San Pedro durante la audiencia general una hora a cinco metros del Santo Padre y luego ese breve momento que estás con él es algo muy emocionante, que sepa dónde estamos y quién es nuestro obispo. A mí me emocionó mucho cuando cogió la revista y la hojeó, es algo que no olvidaré en la vida.
Además ha habido una presentación en la embajada española ante la Santa Sede. ¿Qué ambiente palpasteis allí? ¿Qué impresión os llevasteis de esa presentación?
La impresión fue extraordinaria. Este tipo de actos depende de la cobertura que te den los medios de comunicación y cómo trasladen lo que tú les cuentas y allí la cobertura fue fantástica, nos cubrieron televisiones y prensa nacional. Y en cuanto al acto en la embajada fue muy bien recibido y ver la repercusión que tuvo entre los asistentes, entre los que había dos cardenales, uno de ellos el cardenal Re, el número 3 del Vaticano, nos ha parecido fantástico. Además, intentamos enfocar la presentación situando Cuenca y explicando los sentimientos de nuestra Semana Santa. Y aquí me gustaría resaltar la ayuda inestimable de Antonio Pelayo, que ha sido nuestro embajador número uno y no sólo en este acto. Estuvo con nosotros en la plaza de San Pedro, nos llevó de la mano todo el tiempo y tener una persona como Antonio que te abre todas las puertas ha sido muy importante.
¿Qué esperas de esta Semana Santa?
Que los diez desfiles salgan a la calle, cosa que ya es bastante difícil últimamente, que sigamos manteniendo la participación y señas de identidad, debemos creernos que nuestra Semana Santa es la mejor de España, que no tengamos ningún incidente, que vayamos avanzando hacia la normalidad en Camino del Calvario y que todos disfrutemos mucho de algo que es de todos y que todos queremos.