Si hicieran falta más indicios de las ansias de Semana Santa que hay en Cuenca, la Fuente del Oro ha aportado este domingo uno más. La procesión infantil que organiza la Parroquia de San Julián por las calles del barrio ha convocado a numeroso público -varios centenares de espectadores- y ha registrado una participación masiva de niños. Otra cita de la Cuaresma conquense que regresa tras el bienio de suspensiones por la pandemia. Lo ha hecho con algunas medidas extra de seguridad (los pequeños llevaban en su mayoría mascarilla) y en una mañana fría pero mayormente soleada.
Alrededor de las 12:30 horas el cortejo ha partido de la iglesia dedicada al patrón de Cuenca y que domina el paisaje urbano de la Plaza Reina Sofía. Tras un ensayo general en la víspera, el mecanismo se ha puesto en marcha anunciado por la cruz parroquial nutrido principalmente de los grupos de la catequesis, pero también de niños procedentes de diversas hermandades y otros a los que se les invitaba a sumarse, a pesar de que inicialmente habían acudido únicamente para ver y oír.
Para escuchar, por ejemplo, a la banda de Trompetas y Tambores de la hermandad de Jesús Nazareno de Mota del Cuervo, habitual en este acto que ha demostrado en un edición más su seriedad y buen hacer, erizando la piel con los toques nazarenos tanto tiempo postergados. Tras ellos han desfilando los diferentes pasos, anunciados por su correspondiente guión y flanqueados por niños con sus cruces o cirios. Una de las grandes virtudes pedagógicas de esta procesión es su apertura a diferentes grupos de edad y su vocación de integración, permitiendo rotar a los niños en diferentes funciones como las de banceros o miembros de la fila.
En primer lugar ha desfilado la réplica de Jesús de Medinaceli. Después lo ha hecho la de Jesús Nazareno de El Salvador, precedido de las miniturbas, pequeños tambores y clarines que han conseguido reproducir la experiencia de la madrugada del Viernes Santo. A continuación era el turno del Cristo de la Agonía, de una enérgica Cruz Desnuda y del paso con San Juan Apóstol y la Virgen de la Amargura. El cierre correspondía a la minuatura de Jesús Resucitado, primorosamente llevado por esa cantera de banceros y con unas andas que eran todo un alarde de talento artesano.
El cortejo ha completado el mismo recorrido que hasta 2020 venía completando San Julián en las procesiones del 28 de enero: descenso por la calle San Damián, paso por el Paseo del Pinar con el paisaje de Los Pinillos de fondo y subida por San Cosme. Allí, a la altura de la farmacia y señalizado con una gran cruz y un gran repostero, aguardaba el corro parroquial que, junto a algunas voces de refuerzo, ha interpretado el Miserere y otras piezas de música sacra.
Bien pasadas las dos de la tarde el desfile volvía a la Plaza y Reina Sofía y al templo de origen tras sumar otro hito más en la reconquista de la normalidad arrebatada por el virus de Wuhan.
GALERÍA FOTOGRÁFICA DE LA PROCESIÓN