Y otra más, y ya van demasiadas. La procesión de En el Calvario se suspendió a las 10:00 horas debido a las malas previsiones, igual que lo hizo su predecesora, Camino del Calvario, en la noche del Jueves Santo.
Y, al igual que el Miércoles Santo las hermandades participantes organizaron actos de visita y oración, las del Jueves Santo realizaron un recorrido por el interior de la iglesia de la Virgen de la Luz, las hermandades del Viernes Santo conquense han participado en sendos actos de consuelo para intentar contener la pena y la rabia de las suspensiones.
Por un lado, todas las hermandades de El Salvador, ya sea participantes en Camino del Calvario o En el Calvario, han organizado un Vía Crucis en el interior del templo compartido. Por otro, el convento de la Concepción Franciscana de la Puerta de Valencia y la iglesia de San Esteban también han acogido a centenares de nazarenos, conquenses y turistas, que han preferido procesionar ellos en vez de las imágenes. Si la Semana Santa no va a Cuenca, Cuenca irá a la Semana Santa, podría decirse.
Convento de la Concepción Franciscana
Decenas de personas, por ejemplo, se agolpaban a eso del mediodía en la puerta del convento de la Puerta de Valencia, intentando ver a la Madre de Cuenca. La Virgen de las Angustias, llorando a su hijo muerto en brazos, frente a frente con las lágrimas de sus devotos que no han podido verla desfilar y que tendrán que conformarse, al menos este año, con el recuerdo de ese espectacular traslado. Parece que fue hace meses, y solo hay una semana de diferencia.
Ni siquiera uno de los «hermanos» más especiales de Las Angustias ha faltado a la cita. La Guardia Civil, hermanada desde hace 75 años, escoltando a la Madre desde hace 15, no ha querido ni podido resistirse a acompañarla en su involuntaria clausura. «Con toda esta gente que estamos aquí se puede ver la vinculación y la devoción que tiene ya no solo el Cuerpo hacia la Imagen, sino toda la ciudad de Cuenca», afirmaba el Coronel Escalada de la Guardia Civil.
El silencio que había en el convento solo se ha roto por los intentos de contener el llanto de los presentes y por el vocerío de la multitud del exterior. Pero dentro, silencio y sobriedad en un acto de Hermandad.
Justamente, ese sentimiento de Hermandad lo han querido trasladar desde Las Angustias hacia el resto de hermandades que desfilan juntas en la tarde del Viernes Santo. La Madre llevaba en sus andas un adorno floral compuesto por rosas blancas. Varias de esas rosas blancas han dejado este convento para depositarse en las andas de cada una de las imágenes de la procesión En el Calvario. Lanzada, Cristo de la Luz, Cristillo de Marfil, Agonía, Exaltación y Descendimiento han tenido un poco de la Madre con ellos. Amor y fraternidad incluso en la distancia. Esencia de Semana Santa.
San Esteban
Contra el silencio y la sobriedad del convento, la aglomeración y las marchas procesionales de san Esteban. Igual que hicieron sus compañeras de iglesia el Miércoles Santo, las imágenes de La Exaltación y de El Descendimiento se han movido lentamente en el interior del templo.
Al menos dos marchas enteras, más de cinco minutos, han aguantado los banceros de sendas imágenes con el peso al hombro. Moviéndose lentamente, una junto a otra, al ritmo de, por ejemplo, ‘Caridad del Guadalquivir’. Y, como sucedió el Miércoles, ver a ambas hermandades moverse al unísono con la única música que va a sonar en este Viernes Santo por la tarde, ha sido suficiente para provocar la emoción y las lágrimas de una buena parte de los centenares de hermanos presentes.
Frente a cada una de las tallas se encontraba la cabecera (guion, estandartes, faroles y hermanos mayores) de la otra Hermandad, inclinándose en señal de respeto, mostrando otra señal de unidad en los momentos de Calvario personal.
Pues no desfilar en Semana Santa es un calvario que cada nazareno vive como puede. «El año pasado no pude salir porque me acababan de operar, y ahora esto», comentaba una mujer entre lágrimas a dos desconocidos. «Solo nos queda pedir que el año que viene tenga buena salud para poder salir», respondía una de ellos a su nueva compañera. «Son decisiones que hay que acatar, aunque duela», se escuchaba también a un hombre que intentaba mantener la firmeza en la voz».
«Pero bueno, el año que viene será», era la conclusión general. Y lo único a lo que se puede atener Cuenca en este Viernes Santo que, una vez han terminado todos los actos -Vía Crucis, oración y despedida musical- ha roto a llover, para recordar por qué se toman estas decisiones.