Cuenca se echa a la calle para acompañar a la Virgen de las Angustias en un traslado marcado por la sobriedad

Cerca de dos horas han empleado los banceros en cubrir un recorrido que ha contado, como suele ocurrir de unos años a esta parte, con una nutrida presencia de público

El traslado de la Virgen de las Angustias ha superado con creces el desplazamiento de un talla desde una parroquia a otra antes de su desfile procesional. Este sábado de Pasión ha vuelto a quedar claro, como ha ido quedando con el paso de los años. La presencia de público es masiva y prácticamente no hay un metro libre a lo largo del recorrido.

El cortejo ha iniciado el trayecto pocos minutos después de las 19:00 horas con las notas del himno nacional interpretado por la Banda de la Escuela Municipal de Música de Las Mesas. Catorce guardias civiles vestidos de gala han acompañado a la Madre hasta que ha completado el recorrido, en torno a las 20:45 horas, en el convento de las Concepcionistas de la Puerta de Valencia. Cerca de dos horas para completar los 850 metros que separan ambas iglesias en lo que el viento ha sido uno de los elementos meteorológicos más destacados, colocando el sudario sobre el rostro del Hijo durante buena parte de la ruta.

Sobriedad, solemnidad, …son algunas de las características de un desfile que va ganando categoría conforme pasan los años. Los banceros que portarán el paso el Viernes Santo En el Calvario y también lo del Descendido, guiados por los capataces de los dos pasos de la Cofradía, ha aplicado rigor y elegancia en el trayecto que ha discurrido por la Avenida de la Virgen de la Luz, Calderón de la Barca, Plaza de la Constitución, Fray Luis de León y Tintes para alcanzar el destino final.

El público, a pesar de resultar masivo, ha sabido comportarse en su mayor parte aunque no han faltado el ‘soniquete’ de los teléfonos móviles y algún grito de «¡Pepe, desde aquí se ve muy bien!», que resultan minoritarios y anecdóticos. En el final del traslado, tras La Muerte no es el Final y el himno nacional, ha habido incluso algún amago de aplauso que los conquenses se han encargado de recordar que no procedía.