Águeda Lucas
Como los puzzles más complicados, pero que al formarse dejan la satisfacción de un trabajo costoso que da sus frutos, así la procesión del Viernes Santo al mediodía -En El Calvario- se ha ido configurando con maestría en un inmejorable día, cuya climatología firmarían muchos para años venideros.
Sobre las 12:30 horas los primeros pasos salían de San Esteban: La Exaltación y El Descendimiento en una procesión en que las imágenes salen y regresan al mismo sitio, como si de su propio alfa y omega se tratase, dejando por el camino una colección de momentos que bien merecen dejar de lado el cansancio que impera estos días a estas alturas.
El cortejo ha ido ganando nuevos miembros con la salida del Cristo Descendido y Nuestra Señora de las Angustias en las Concepcionistas de la Puerta de Valencia, ante la mirada atenta de cientos de espectadores y hermanos de la Cofradía. Y unos metros más arriba, en la iglesia de El Salvador han completado la procesión el Cristo de Marfil, el Santísimo Cristo de la Agonía, la Lanzada y el Cristo de los Espejos. No se le puede pedir más a la procesión, por mucho que intentemos imaginar qué falta es imposible encontrar una puesta en escena mejor que la que existe. Es como descubrir un póquer de ases en una mano en la que todos llevan buenas cartas.
El ascenso ha contado con algún percance que ha hecho que se produjera un pequeño corte y retraso en los horarios establecidos. El cortejo de En el Calvario se ha detenido en San Vicente por una evacuación de Cruz Roja en El Salvador, informaba la propia Junta de Cofradías de Cuenca. Finalmente, cuando se ha reanudado el desfile, los nazarenos se han encargado de demostrar que aún quedan fuerzas en Cuenca para más. La llegada a la Plaza Mayor firmaba una declaración de intenciones que solo podía ir a mejor.
Dios de Dios, luz de luz
La bajada arrancaba a las 16:30 horas al compás de los tambores de la Banda de la Junta de Cofradías, tirando de energía para paliar el cansancio en una jornada que para ellos se prolongará más allá de esta procesión.
Al pasar por Alfonso VIII, con el sol de nuestra parte, queriendo engrandecer un día ya de por sí grande, el cortejo ha descendido con poco público en las aceras. A veces los momentos más íntimos se agradecen y se hace más fácil el recogimiento y se hace más verdad aquello de que la procesión va por dentro.
Espectáculo multicolor de la agonía de un Cristo que convierte la tiniebla en luz. En El Calvario demuestra en las calles conquenses que la muerte, si se vive a través del prisma de la fe, se transforma por la luz en una rica gama de colores. Juego cromático de altísima belleza, de extraordinario valor. No todas las semanasantas tienen escenarios tan propicios para contar la historia sacra.
A medida que el desfile ha ido llegando a la zona baja el público ha ido proliferando hasta alcanzar su cénit en Carretería y los finales, igual que ha sucedido en los inicios, donde es frecuente que haya grandes aglomeraciones.
Las Curvas de la Audiencia: diseñadas para enaltecer lo ya de por sí bello
Cuando alguien concibió las Curvas de la Audiencia dudo que imaginara lo bien que le iban a sentar a la Semana Santa de Cuenca. Si bien es cierto que no son sencillas de ejecutar con los pasos, si se hace correctamente, la simbiosis orográfica, musical, motriz y expresiva es colosal.
Buenos ejemplos nos han dejado hoy las hermandades conquenses de esto, de su saber hacer. En las Curvas de la Audiencia se disfruta el cruce de la Banda de Tambores y Trompetas, sincronizada coreografía que no dejan de ejecutar con prestancia a pesar del cansancio y de las aún muchas horas que tienen por delante. Hay cosas que solo se hacen movidas por la vocación.
No es un camino, es una lección; no es un tránsito, es una catequesis en movimiento. La Banda Municipal de Música de Las Pedroñeras se ha encargado de poner las notas para el desfile con el Santísimo Cristo de la Agonía.
El Descendimiento ha lucido magistral en la Audiencia, con paso sereno, a pesar del peso, con ritmo elegante, ejecutando con perfección el trazado, a lo que ha colaborado sin lugar a dudas la Banda de la Escuela Municipal de Música de Las Mesas.
Han acompañado al Santísimo Cristo de la Luz la Agrupación Musical Ónix de Onil (Alicante) y la Banda Municipal de Música de Morata de Tajuña (Madrid) ha hecho lo propio con la Virgen de las Angustias.
Viernes Santo de estrenos
No todos los estrenos llegan un Domingo de Ramos, como manda el dicho popular. Este viernes también se han podido ver algunos. Por ejemplo, Mar Brox ha aplicado un tratamiento para la policromía de El Descendimiento, que además, ha desfilado con un nuevo sudario. Asimismo los faroles de la hermandad han sido restaurados por el artesano conquense Juan Manuel Cervera.
La Virgen de La Lanzada ha estrenado un pañuelo de encaje de bolillos de hilo de seda blanca, realizado y donado por el hermano Pedro Nielfa Carralero y un rosario de nácar y plata dorada del siglo XIX adquirido en un anticuario, donado por el hermano Javier Cano Fernández, según la Junta de Cofradías de Cuenca, que además informa de que la Lanzada estrena gualdrapas en terciopelo granate oscuro con pasamanería y fleco del siglo XIX adquirido en un anticuario, realizadas en Taller de Bordado en Oro San Julián.
Estas mismas fuentes explican que la hermandad del Santísimo Cristo de la Agonía ha desfilado con el guión completamente restaurado también por el Taller de bordado en Oro San Julián. Y debido a la relación desde hace años con el Seminario de Cuenca, un seminarista además de hermano les ha compuesto una marcha llamada ‘Agonía en Viernes Santo’. Por su parte, El Cristo descendido ha contado con nuevo capataz, el hermano Francisco Page.
Los cristos del siglo XXI
En Carretería sucede un cambio de perspectiva respecto a los metros anteriores y eso propicia que se alineen las diversas cruces de los pasos. Así, sin haberlo pensado, los calvarios desfilan seguidos, cada uno con sus particularidades, recordándonos que siguen existiendo cristos en el siglo XXI, en el día a día, cerca de nosotros. Nos acercan la agonía de muchos, la falta de salud, la necesidad de luz y de perdón, las angustias… Nos advierten de que el dolor no debe sernos ajeno y que debemos aprender a mirar más allá de las apariencias que esconden tristezas que hieren dentro, con lanzadas invisibles.
¿Quién iba a imaginar que el dolor podría plasmarse de forma tan hermosa, tan plástica?
En los últimos compases se han sucedido los regresos a los templos, la despedida entre casi homónimos (Descendimiento y Descendido). Al volver a la Concepcionistas de la Puerta de Valencia la Virgen de las Angustias, ha escuchado a la Capilla de Música de la Catedral de Cuenca entonar el Himno dedicado a ella y compuesto por José Antonio Fernández, director del coro.
Ella, que detrás siempre lleva numerosos penitentes, transmite en su caminar que es la madre de todos los conquenses y los que, no siéndolo, quieren que así sea. Solo ella sabrá las oraciones que van depositándose en su regazo, cargado con nuestras súplicas, esculpido con los deseos infinitos de nuestras plegarias.
El resto de pasos han continuado un poco más hasta alcanzar de nuevo la iglesia de El Salvador, donde han visto cómo se ha sellado un día para enmarcar. Culmina así la segunda procesión de tres de este Viernes Santo en Cuenca. Brutal esfuerzo para tan magna semana en la que la fraternidad ayuda a levantar los banzos.
Así con todo, se me antoja un desfile feliz y de orgullo para los nazarenos que nos miran desde arriba: luz, colores, sonidos, plenitud de Viernes Santo, desde el más profundo dolor, pero desde la más severa belleza, la más se Vera.