El cáncer es una de las principales amenazas para la salud en la actualidad, y, por lo tanto, uno de los grupos de enfermedades de mayor importancia para la ciudadanía. Nunca está de más recordar que los principales agentes cancerígenos que están detrás de una parte relevante de los casos son: tabaco, alcohol, luz solar, contaminación ambiental, sedentarismo y rayos X, entre otros. Para combatirlos, las medidas más eficaces son unos hábitos de vida saludable, como la práctica de ejercicio físico, una dieta equilibrada o eliminación del consumo de tabaco.
Estas buenas prácticas son ampliamente conocidas por todos pero, si el agente cancerígeno forma parte de la actividad laboral, nuevos factores entran en juego, desde una menor información o consciencia de su peligrosidad hasta la dificultad para su eliminación en un proceso o actividad productiva. Una primera consecuencia de esta concurrencia de nuevos factores, que se unen a los ya apuntados con anterioridad, es la dificultad de concretar la carga de cáncer atribuible al trabajo, si bien se estima que es la principal causa de muerte relacionada con la actividad laboral en la Unión Europea.
Con el fin de facilitar y contribuir a la prevención de estos riesgos en el ámbito laboral, la Consejería de Economía, Empresas y Empleo ha programado una jornada técnica de carácter presencial el próximo 29 de noviembre, a las 10:00 horas, en la Delegación Provincial de Sanidad de Albacete. La actividad, gratuita y abierta a la participación de las personas y empresas interesadas en ampliar su conocimiento sobre el tema, contará con la colaboración de personal experto de Inspección de Trabajo y Seguridad Social, Asepeyo, mutua colaboradora con la Seguridad Social, nº 151, y la Delegación Provincial de Economía, Empresas y Empleo. La información sobre la jornada está disponible en la página web de Seguridad Laboral de Castilla-La Mancha.
Los agentes cancerígenos en el entorno laboral y su prevención
El Acuerdo Estratégico de Prevención de Riesgos Laborales de Castilla-La Mancha contempla en su eje IMPULSO la realización de acciones de apoyo y promoción que contribuyan a la mejora de las condiciones de trabajo. Una de sus líneas de acción está dirigida a la prevención de la exposición a agentes cancerígenos en el entorno laboral y, de manera específica, a apoyar a las pequeñas y medianas empresas en la identificación de estas sustancias.
El conocimiento del número de cánceres atribuibles al trabajo, así como el cálculo de su coste sanitario, además de poner de manifiesto la envergadura real del problema, evitando la infradeclaración de casos, ha de permitir la asignación adecuada de recursos sanitarios, humanos y materiales, así como el establecimiento de medidas públicas y privadas para su prevención. El informe elaborado por el Ministerio de Sanidad, “Carga de cáncer atribuible al trabajo y su coste sanitario en España en 2015”, revela que en Castilla-La Mancha, en el caso de los hombres, el mayor número de ingresos se debió a cánceres de pulmón, vejiga y colon. En mujeres fueron más frecuentes las neoplasias de mama, mesoteliomas y los cánceres de pulmón.
Por tanto, además de seguir las recomendaciones generales para la prevención del cáncer, la población trabajadora ha de ser objeto de acciones y medidas preventivas adicionales, que se ajusten a las características y condiciones de su puesto de trabajo y actividad.
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Un tarea compartida de trabajadores, empresa y entidades especializadas
La prevención de riesgos es un proceso en el que todas las partes están implicadas: la empresa, en cumplimiento de su deber de protección; el personal especializado del servicio de prevención, dada la especial naturaleza y complejidad de este tipo de riesgos; y la población trabajadora, directamente o a través de sus representantes, demandando y adoptando las medidas preventivas y de formación e información más adecuadas para evitar y disminuir las potenciales amenazas a la salud.
Además de la exposición a fibras de amianto, agente cancerígeno que dispone de reglamentación propia, el RD 665/1997 es la norma de obligado cumplimiento para prevenir este tipo de riesgos en el ámbito laboral. Esta normativa se actualiza con relativa frecuencia, a fin de ir dando cabida a las sustancias, mezclas y procedimientos con la condición de cancerígenos.
En 2015, por ejemplo, se incorporó la exposición a polvo de maderas duras, tanto de origen tropical como otras variedades de localización más próxima en la región, como el cerezo, el haya, y el roble. En 2020, la exposición al polvo respirable de sílice cristalina, que afecta no solo a minería, sino a múltiples oficios de la construcción y la industria cerámica, entre otros. En 2021, en la modificación se aprobó la inclusión de la exposición inhalatoria a emisiones de motores diésel y la exposición cutánea a aceites minerales utilizados en la lubricación y refrigeración de motores. Y más recientemente, en mayo de 2022, agentes como el formaldehído y el cadmio y sus compuestos inorgánicos.
La empresa, por tanto, ha de identificar los agentes cancerígenos existentes en su proceso productivo y, a continuación, realizar la evaluación de riesgos desde un enfoque de prudencia extrema. Siempre que sea técnicamente posible, la medida prioritaria será la sustitución del producto cancerígeno, o proceso que lo genere, por otro que no sea peligroso o, cuanto menos, que lo sea en menor medida. Ha de tenerse en cuenta que, a diferencia de otros agentes químicos en los que los efectos tóxicos dependen de la dosis, en el caso de los cancerígenos los referidos efectos tienen un componente probabilístico, ya que pueden producirse aún en el caso de dosis de baja exposición.
Si la sustitución del agente no es viable, el proceso productivo deberá realizarse en sistema cerrado o, en último término, se aplicará el principio ALARA: reducción de la exposición al nivel técnicamente más bajo posible. Mención especial requiere la prevención de la exposición a este tipo de agentes, así como a los calificados como mutágenos, para trabajadoras en situación de embarazo o de lactancia natural. En todo caso no podrán realizar actividades en las que la evaluación de riesgos concluya que existe riesgo de exposición que ponga en peligro su salud, la del feto o la del lactante.
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Desde un punto de vista práctico, el etiquetado de los envases de productos facilita información que permite identificar la presencia de agentes cancerígenos. La indicación H350 se utiliza cuando el producto está clasificado como carcinógeno para las personas, en tanto que la H351 señala que dicho producto es sospechoso de ser, de igual modo, carcinógeno. Asimismo, H340 y H341 son indicaciones relacionadas con el carácter mutagénico de las sustancias y mezclas. En esta línea, las notaciones H360 y H361 se emplean, respectivamente, en la clasificación de un producto que puede dañar la fertilidad o el feto, o que es sospechoso de producir estos daños. De manera adicional, la empresa ha de recabar la ficha de datos de seguridad de todos los productos utilizados en su proceso productivo o actividad, dado que estos documentos, al igual que el etiquetado, amplían la información, facilitando Indicaciones de peligro (frases H) y Consejos de prudencia (frases P).
La posesión y difusión de esta información básica entre los trabajadores, así como la labor especializada de los servicios de prevención de las empresas, se constituyen como el punto de partida de una adecuada gestión de la prevención de este tipo de agentes peligrosos.
Línea de ayudas para el control de contaminantes
A través del Programa Castilla-La Mancha Más Segura, la Consejería de Economía, Empresas y Empleo subvenciona aquellas inversiones realizadas por empresas cuya finalidad sea la instalación de equipos para el control de contaminantes químicos y físicos con actuación directa y preferente sobre el foco de emisión, y disposición de espacios para guardar por separado ropa de trabajo y de calle en actividades con exposición a agentes cancerígenos. La información sobre esta línea de ayudas se encuentra disponible en el portal web de Seguridad Laboral de Castilla-La Mancha.
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