El jueves ha amanecido con la noticia del inicio de los ataques de la Rusia de Vladimir Putin a puntos de regiones ucranianas como Odesa, Donetsk y Dniepropetrovsk. Finalmente, la diplomacia no ha podido cumplir con su función y las hostilidades han comenzado en la región del Donbás extendiéndose por todo el país.
Alertas antibombardeos han sonado en Kiev en pleno 2022, y con ellas se ha instalado el miedo e incertidumbre en la población del país ucraniano. También están siendo horas complicadas para los compatriotas que se encuentran fuera del país, entre los que se encuentran los emigrados a la provincia de Cuenca. Según el INE en 2021 vivían 777 ucranianos -431 mujeres y 346 hombres-, en tierras conquenses.
Una de esas mujeres es Yuliia Sokolova, de 26 años y que lleva 17 en España. Eran sus padres quienes primero emigraban desde la ciudad de Chernovtsi, en la parte occidental del país y haciendo frontera con Rumanía. A pesar de formar una familia y echar raíces en Cuenca, Sokolova no olvida sus orígenes, donde a día de hoy todavía viven sus abuelos.
Así relata a Voces de Cuenca la angustia de las últimas horas: «Se vive con mucho miedo y pánico, gracias a Dios mis abuelos viven en una ciudad alejada del conflicto y que limita con Rumania. De momento por ahí está todo más tranquilo, pero las tiendas están vacías, en las farmacias unas colas terribles, los bancos más de lo mismo». Los hechos que relata no resultan ajenos, tienen algo de déja vu, después de comprobar de cerca cómo ante a otra emergencia, la de la pandemia, actuaron sociedades como la española.
A pesar de que su ciudad de origen se encuentra a unos 850 kilómetros del área de influencia prorrusa, algunos de los ataques dirigidos a instalaciones logísticas y militares por parte del Gobierno de Putin no se ha quedado muy lejos de Chernovtsi. La joven relata como están intentando sacar a sus abuelos del país, pero ya no encuentran manera: «Yo hablo con ellos por Whatsapp o por Skype, y la verdad es que hay mucho miedo. Estamos mirando a ver si podemos sacar a mis abuelos de alguna manera, pero ellos es su país y tampoco quieren abandonarlo. Encima ahora ya no hay vuelos», confiesa preocupada.
En los últimos días, esta familia ucraniana afincada en Cuenca capital se decía «que no iba a pasar nada», pero tras el fallo de la diplomacia ahora afirma no «tener ni idea de cómo va a acabar este conflicto, o termina pronto o vamos a una tercera guerra mundial».
Como en todas las guerras, hay dos bandos, y en este caso Yuliia se posiciona claramente: «Nosotros somos de la parte proeuropea, estamos a favor de la integración en la Unión Europea. Desde mi punto de vista te puedo decir que los rusos son los malos», explica mostrando su parecer, el mismo que los compatriotas en tierras conquenses con los que tienen relación tanto ellos, como sus padres.