El Tomanotas
El sol empezaba a aflojar en Beamud cuando la Orquesta de Acordeones de Cuenca, dirigida por Daniel Pérez, arrancó con las primeras notas del pasodoble ‘Suspiros de España’, en la versión original sin letra compuesta por Antonio Álvarez Alonso. Una parte del público que llenó la plaza de las escuelas susurraba la letra para su interior. Pocos de los que cantaban la canción imaginaban en ese momento que era el comienzo de un viaje a su propia infancia.
La orquesta de ocho acordeones abrió la puerta mágica de la música por la que el público local fue entrando y por la que los representantes del proyecto European Universities Alliance COLOURS project que durante estos días celebran un encuentro en la Serranía de Cuenca tomaban contacto por primera vez con éstos temas tan arraigados en la memoria colectiva española.
Pegadas a estas notas, llevamos siempre recuerdos. Es el poder mágico del sonido del acordeón. Lo que no esperábamos es que esos recuerdos afloraran en carne y hueso. El cuerpo de la actriz Amanda Velloso avanzaba hacia un lateral de la escena sujetando un plato de acero esmaltado en el que había unas patatas a medio pelar. Las manos de Amanda comenzaron a pelar las patatas y a hablar. Pero no hablaba ella. Hablaron los habitantes de Tragacete que durante este último mes se sentaron con ella en el banco de la calle Santísima Trinidad. Habló Julia. Habló Guadalupe. Habló Alejandro. Habló una generación de gentes que tenían en el pastoreo y la trashumancia su forma de vida.
“Yo empecé a hacer la trashumancia con once años. Antes los pastores estábamos todo el día en el campo, seis meses sin ver el pueblo”. Amanda Velloso, nacida en Reading, Reino Unido, ahora reside en Cuenca donde estudia arte dramático en la Escuela Superior de Arte Dramático CLM, ha participado en la residencia cultural e investigación “TrasHumancias 2.4” donde ha realizado el proyecto de recuperación de historia oral, memoria colectiva y comunidad a través de la técnica del Teatro Verbatim titulado “La trashumancia a través del etnodrama”, una técnica que consiste en la representación escénica que se limita a reproducir palabra por palabra textos reales.
“Te he contado la realidad exacta como lo he vivío, ni más ni menos. Es así”. Tras su primera intervención se hizo un silencio profundo, un silencio de hielo, de pelos como escarpias, casi de shock anafiláctico. Las cerca de doscientas personas que ocupaban la plaza de las antiguas escuelas estaban allí, pero su mente había viajado muy atrás en el tiempo. Alguna que otra lágrima trataba de huir del lagrimal.
Daniel Pérez arrancó con ‘Fandango’ para devolver la respiración y el pulso entre la concurrencia. Fue de nuevo un pasodoble, ‘Amparito Roca’ el que trajo de nuevo el ambiente de verbena popular y de fiesta de pueblo. Algunas asistentes arrancaron a bailar. Imposible sujetar los cuerpos y las almas.
En la segunda intervención de Amanda Velloso titulada ‘Las ovejas fueron mi medio de vida’, el público ya estaba sobre aviso y no perdió la ocasión de aplaudir esta intervención, devolviendo los aplausos atrasados y dejando que las lágrimas salieran libres. “Eso cuesta mucho; y el que lo sabe, porque yo lo sé, sabe que cuesta mucho criar los animales. Lo que pasa es que es una profesión que te gusta y, aunque trabajes, no te duele”.
Pasodobles, zarzuelas, jotas, vals, alguna que otra marcha militar y una tercera intervención de Amanda Velloso completaron este mapa sonoro de nuestra memoria que acunaron las palabras de la actriz con la maestría musical de Daniel Pérez, capaz de sublimar el arte del acordeón y de engrandecer las melodías populares. Maravilloso proyecto el de la Orquesta de Acordeones de Cuenca que reúne entre sus filas a músicos de diferentes edades y niveles, y que bajo la dirección de Daniel, es capaz de alcanzar una sonoridad que impacta.
Este espectáculo fue diseñado exclusivamente para esta ocasión bajo la dirección artística de José An. Montero como colofón de la residencia TrasHumancias 2.4 organizada por la Cátedra UCLM-Diputación de Cuenca de Oportunidades para el Reto Demográfico y fue financiado por la Fundación Los Maestros. Fue precisamente José Miguel Rodríguez, su presidente, quien dió la bienvenida al público asistente, acompañado de Carmen Vázquez, directora de la Cátedra; Raquel Oliver, alcaldesa de Beamud; Leopoldo Martínez, alcalde de Huélamo; Diego Yuste, en su doble condición de alcalde de Tragacete y diputado provincial de Cuenca, y Raúl Martín, Vicerrector de Internacionalización de la Universidad de Castilla-La Mancha.