Los desastres naturales, como el que ha ocurrido recientemente en la Comunidad Valenciana y cuyas consecuencias han alcanzado a la provincia de Cuenca, muestran las capacidades y contradicciones de esta época. A pesar de vivir en un mundo hiperconectado donde impera la ley de la inmediatez, la actual crisis por las inundaciones y su gestión política ha puesto de manifiesto que comunicarse es algo más que estar conectado. Profundizamos con algunos docentes universitarios en los enfoques y decisiones editoriales que los medios de comunicación han adoptado durante la cobertura de la DANA para desempeñar su labor como agentes sociales, y abordamos el debate sobre qué aspectos deben ser publicados y cuáles no para ser fieles a la realidad sin generar alarma.
El decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Castilla-La Mancha, José María Herranz, ha declarado en Voces de Cuenca que «los medios son los únicos que pueden llegar al lugar donde está la información y, por eso, tienen que ser un elemento de confianza para los ciudadanos en medio de tanta desinformación». Ha lamentado que en muchos momentos querer ser el primero o la propia actualidad hace que el medio «se salte todos los resortes» para revisar la noticia y saber que lo que cuenta es real.
A este respecto, la profesora de Alfabetización Numérica del Grado en Periodismo de la UCLM, María José Establés, se ha preguntado en Voces de Cuenca si los medios de comunicación tienen la suficiente formación para comunicar emergencias, ya que «algunos han intentado ser respetuosos con el sufrimiento de las personas afectadas, sobre todo en el formato radio, pero otros usan a las víctimas en beneficio de su agenda mediática», ha reflexionado.
«Se podían haber evitado muchas muertes si la información hubiera fluido más rápidamente»
En este sentido, el decano está de acuerdo en que hay medios que buscan el sensacionalismo por ser lo que más audiencia reporta, pero en su opinión «hay que estar por encima de eso, los medios tienen una función social y ante un desastre natural así es fundamental estar bien informado». José María Herranz se ha mostrado convencido de que si realmente hicieran esa labor probablemente se hubieran salvado más vidas. «Se podían haber evitado muchas muertes si la información hubiera fluido más rápidamente», ha expresado, y la mejor forma habría sido haciendo que los ciudadanos tomaran conciencia de la importancia de quedarse en casa o no hacer cosas que hicieron en ese momento.
«Ha habido excesos de personas que se pasaron por periodistas sin ética ni deontología profesional»
La profesora Establés ha hecho hincapié en el fuerte impacto que han tenido las redes sociales en la cobertura informativa y se ha preguntado hasta qué punto han fomentado un incremento de la desinformación. Ha reconocido que los medios usaban los videos que grababan los propios ciudadanos afectados y el acceso a los testigos en televisión ha sido muy fácil. «Ese rol de dar voz a las personas está bien, pero no hay que olvidar que ante la tragedia los periodistas tienen que tener información verificada y conocimientos, ha habido excesos de personas que se pasaron por periodistas sin ética ni deontología profesional y se han difundido imágenes que no tenían que publicarse», ha lamentado. Además, ha precisado que el rol de los medios es fundamental en una catástrofe, pero también después, en el seguimiento que se hace de la misma para que los testigos no se sientan olvidados.
En un balance general, José María Herranz ha analizado que, aunque depende de cada medio, en general «ha sido una cobertura bastante positiva más a posteriori» para mostrar cómo ha quedado la situación, aunque el previo dejara que desear. En esto considera que hay países que están más preparados, como EEUU o Japón, en los que hay que fijarse a la hora de saber cómo actuar, pues también «sus medios de comunicación saben actuar mejor en terremotos y tsunamis». Por último, ha señalado que no solo es responsabilidad de los periodistas evitar la manipulación, sino también de los ciudadanos y de los políticos que nos gobiernan.