Unos botes de pintura, pero sobre todo arte, ilusión y amor al pueblo han sido los ingredientes de los que José Ferran y Martí Pascual se han servido para completar el arranque de un proyecto que consiste en decorar con diferentes murales la localidad de Carboneras de Guadazaón. Su alcalde, Carlos Arteche, concebía esta idea el pasado otoño y contactaba con José, de abuela y madre carbonerenses, para hacerle responsable de su desarrollo, “sabía que, por ser artista fallero y por su afición a la pintura era un apuesta segura que él ejecutara el mural. Pero había algo más importante, su vinculación con Carboneras. A pesar de haberse criado en Valencia, nunca ha dejado de venir al pueblo y lo siente como suyo”, explica el primer edil. Tantas son sus ganas de ayudar y de ver que el municipio luzca bonito que ni siquiera ha cobrado por su trabajo y, además, ha involucrado a su pareja, Martí, quien pidió expresamente vacaciones para contribuir a que el mural luciera en Carboneras lo antes posible.
Para Carlos Arteche, ya no se trata sólo de que el pueblo “se embellezca y cuente con un nuevo reclamo turístico, sino de comprobar cómo nuestros jóvenes contribuyen a mantenerlo vivo y que ayudan a que personas de lugares diferentes lo conozcan mejor”. El alcalde reconoce que no hay soluciones mágicas contra la despoblación que sufre nuestro mundo rural, pero si apela a que las administraciones adopten medidas concretas que incentiven a la gente a quedarse a vivir en los municipios o a regresar, “desde los Ayuntamientos podemos poner en marcha ideas cómo esta y contar con gente excepcional como José y Martí, pero estamos limitados, no tenemos la capacidad, por ejemplo, de emprender grandes proyectos ni de garantizar las prestaciones básicas que hagan de los vecinos del mundo rural ciudadanos de primera, con los mismos derechos que quien vive en una ciudad”, explica el alcalde.
Los 90 metros cuadrados de mural han sido obra de los mencionados José y Martí. Lucen en una calle emblemática de Carboneras, la Santa Hijuela y en él, con gran colorido, podemos contemplar varios niños jugando libremente, otro que mapa en mano rinde homenaje al Centro Rural de innovación Educativa de Cuenca (CRIEC), una abuela que le indica el camino y animales como un perro, cerdos y gallinas, todo ello bajo el nombre del pueblo y el escudo. La escena es contemplada desde el aire por otros dos pequeños, “quisimos rendir un homenaje a la empresa conquense, A vista de globo, porque nos parece fantástico que hayan aportado a Cuenca la oportunidad de disfrutarla desde el cielo”, explica José Ferrán. El artista reconoce que, como reacción a la pandemia, “los colores del mural se han intensificado, hemos querido transmitir alegría y esperanza”. Nunca se ha desvinculado de su pueblo a pesar de vivir en Valencia, “he venido siempre que he podido” y se podría llegar a plantear, incluso, su proyecto de vida en él, aunque admite que los jóvenes, para vivir en el mundo rural, necesitan algo fundamental, que es contar con la oportunidad de trabajar. De momento, aunque no está constituido como empresa, a la espera de una oportunidad, cuenta con perfiles en Facebook e Instagram bajo el nombre de Artes Plásticas Baldosas Amarillas, donde se puede visualizar parte de los proyectos que ha llevado a cabo.
Un total de 15 días, 2 noches, 270 horas, mucho calor y el agradecimiento también, por parte de los artistas, al alcalde y vecinos del pueblo, que los han cuidado durante su trabajo. Y, sobre todo, el homenaje especial a la abuela de José, Pasión, cuyo nombre figura al lado de la firma de los autores en este primer mural, “en el siguiente nos centraremos en un tema más religioso y homenajearemos las fiestas de mayo”, en honor a la Santa Hijuela, todo un referente entre los pueblos de la comarca de Carboneras.