Los productores de pistachos de la provincia de Cuenca han unido sus cosechas para dar respuesta a la alta demanda que este fruto está generando. Las raíces de este proyecto hunden su historia en plena pandemia, puesto que fue en el año 2020 cuando bajo el amparo de una asociación, decidieron dar un paso al frente y comenzar a promocionar el cultivo del pistacho de la provincia de Cuenca. Desde entonces su escalada no ha cesado y ahora cuentan con el apoyo de veintiocho socios a los que brindan su ayuda con temas relacionados con la plantación, el cuidado, la recolección, el procesado y la venta del fruto.
La Alberca de Záncara, Almocid del Marquesado, Carrascosa de Haro, Salmeroncillos o San Clemente son solo algunos de los municipios a los que pertenecen sus casi treintena de socios al cuidado de plantaciones pistacheras. Los agricultores, que buscan huir de las manos de grandes oligopolios que les imponen unos inasumibles precios. «La industria estaba ahogando a los productores a través de bajos precios, había problemas de procesamiento y en algunas ocasiones en manos de un solo comprador que sólo buscaba su lucramiento personal», señala José Luis Villagrá, presidente de Pistacuenca, la marca que aúna la producción provincial.
«Pistacuenca nació como un proyecto diferente a lo que existía y creemos que nosotros podemos poner en marcha una procesadora que se encargara de al menos 500.000 kilos de pistachos que diera respuesta a nuestras propias cosechas. No tenemos el objetivo de montar un negocio impresionante pero sí queremos asegurar que nuestras cosechas estén bien tratadas y que se nos trate bien con los precios porque al final no buscamos el lucro personal sino el beneficio de los agricultores», añade Villagrá.
Los próximos años serán clave para la producción provincial, «la planta necesita al menos siete años hasta que comienza a dar una producción, es parecido al almendro, solo que este dura tres años». Las plantaciones de pistacho están experimentado un aumento exponencial en los municipios conquenses, de ahí que el «boom» de las cosechas se calcula a partir de los próximos años.
La rentabilidad del pistacho ha convencido a muchos agricultores a explorar nuevas vías para explotar sus tierras. Este cultivo, más típicos en países situados en Asia Occidental o Asia menor, donde la sequía es la protagonista, está llegando a la provincia y ya hay quien ha comenzado a sustituirlos por cebada u olivos. «Teniendo en cuenta que a partir de los diez o trece años la producción está en pleno rendimiento, hay agricultores que han apostado por el pistacho y han arrancado viñas, pero claro, son agricultores que tienen otro tipo de ingresos porque si en siete años no tienes ingresos, será complicado. Se está haciendo gradualmente y se están dando cuenta de que es muy rentable».
La región de Castilla-La Mancha cuenta, además con las condiciones propicias para el pistacho. Sus condiciones climáticas favorecen el cultivo de este fruto que necesite «mucho frío en invierno y mucho calor en verano, así que en el centro de España contamos con estas condiciones típicas también de Irán, California, Turquía y la parte sur de Italia», señala el presidente de Pistacuenca.
El proyecto conquense está terminando su proceso de constitución, sin embargo, planean de forma «inminente» la construcción de su propia procesadora que ayude a fomentar una red de clientes que les ayuden a colocar su producto. Mientras tanto, la colaboración con otras procesadoras está favoreciendo la salida de este producto local que mima la tierra de la geografía conquense. «Ellos lo venden a grandes superficies y lo exportan al norte de Europa, como los países escandinavos o Alemania, los principales clientes».
El grupo de productores subraya que su principal objetivo no es la cantidad, sino la calidad. De esta manera se alinean con la premisa del pistacho español, que compite a nivel mundial por su calidad y por contar con productos ecológicos, tan demandados en países europeos.
Las últimas precipitaciones no han supuesto un peligro para las plantaciones de pistachos, al contrario, «ha venido bien porque esta agua se va almacenando en la tierra y el pistacho está en parada vegetativa hasta el mes de marzo o abril, ando comienzan a salir las primeras hojas». Un agua que ha venido «fenomenal» para las próximas cosechas porque es un árbol que aguanta la sequía, pero también el exceso de agua.
El futuro para este grupo de productores conquenses es muy prometedor, con el impulso del programa Integra 4.0 de la Diputación de Cuenca, están más cerca de sembrar las bases para dirigir hacia dónde orientar su producto. «Nosotros queremos invitar a todos los productores de pistachos de Cuenca o de donde sean para que vengan a nuestra futura procesadora para procesarles los pistachos con todo nuestro cariño y porque necesitamos cubrir nuestra llenar la capacidad de nuestra empresa». De momento es un proyecto, pero el grupo de productores espera que para septiembre del 2023 comience a materializarse los deseos de los agricultores para conseguir ganarle el pulso a los grandes oligopolios que actualmente existen.