Crear en la provincia de Cuenca un jardín botánico de setas único en Europa. Ese es el objetivo con el que ha nacido Mycopark, un proyecto ideado por Laura Olmeda, titulada en Ciencias Ambientales y en Empresariales que participa en el Urban Forest Innovation Lab (UFIL). En el marco de este programa de emprendimiento en economía bioforestal, ha alumbrado esta iniciativa que a pesar de estar aún en fase embrionaria pretende superar el ámbito estrictamente teórico y académico para convertirse en una realidad tangible, en un negocio que amplíe la oferta del turismo natural conquense. Hasta tiene una fecha marcada para conseguirlo. «Si todo va bien podría estar funcionando en la primavera del año que viene», avanza su promotora.
Pero. ¿en qué consistirá ese Mycopark Cuenca? ¿En qué se diferenciará por ejemplo, de las zonas libres de seta o los cotos micológicos que existen en pueblos de Navarra, Soria y Teruel o, sin ir más lejos del municipio conquense de Valdemeca? «Mi proyecto se distingue de estas áreas como lo hace un jardín botánico tradicional de un bosque», compara gráficamente Olmeda. En un espacio delimitado se concentrarán muchas especies diferentes de setas, en este caso autóctonas, para que los visitantes puedan contemplarlas reunidas en un mismo lugar y, además, obtengan información añadida sobre ellas gracias a paneles y otros elementos didácticos.
En el monte la meteorología, el azar o los imprevistos son fundamentales para configurar qué setas hay y cuáles no. En este parque el proceso será menos aleatorio: se aplicará la micocultura y el riego para garantizar que el catálogo y la variedad de especies son las que se desean, para asegurar su existencia y mantenimiento. Además, el espacio se vallará con el doble objetivo de evitar los daños de la fauna y la recolección furtiva.
Olmeda explica que en estos momentos está en pleno proceso de búsqueda de terreno para este jardín botánico, explorando ya diferentes posibilidades con propietarios públicos y privados. Una labor que no es fácil porque debe cumplir una serie de condiciones muy concretas: ha de tener una superficie de entre 4 y 10 hectáreas, encontrarse en una zona con arbolado donde de manera natural ya aparezcan setas y, si es posible, contar con alguna construcción tipo refugio que una vez rehabilitada sirva como espacio de recepción de los visitantes.
Por si todo esto fuera poco necesita que sea un emplazamiento sin demasiada pendiente ya que su objetivo es que los itinerarios por el parque sean accesibles para las personas con movilidad reducida, un criterio difícil de cumplir dada la topografía de las áreas boscosas conquenses.
La Serranía parece la opción preferente pero también se están barajando otros emplazamientos en otras comarcas, también zonas de bosque y no muy alejadas de la ciudad de Cuenca.
Con ser uno de los preparativos más exigentes, la elección de terreno es solamente uno de los muchos trámites y gestiones por desarrollar antes de que Mycopark pueda abrir sus puertas. Olmeda trabaja en aspectos como el plan de empresa o la imprescindible búsqueda de inversores que respalden financieramente el proyecto.
Esta emprendedora, que tiene experiencia trabajando en el sector turístico en Tarragona, explica que todavía no ha concretado las previsión de visitantes que un recurso de este tipo podría convocar. Para fijarla en detalle tiene que analizar próximamente, explica, todavía una batería datos como las encuestas de ocupación del Instituto Nacional Estadística (INE). Sin embargo comparte que eligió este proyecto porque tiene muy claro el potencial de atracción de la micología y derivados.
Las propiedades comestibles y gastronómicas de las setas al igual que las medicinales y, también, las psicodélicas tienen un público muy amplio al que espera persuadir con un proyecto que aporta un rasgo de diferenciación. «Hasta donde yo sé, y he investigado bastante al respecto, no existe nada igual ni en España ni en Europa», comenta Olmeda.
La viabilidad de su idea pasa en gran medida por su enfoque pedagógico. Pretende conjurar los riesgos de la estacionalidad atrayendo a grupos de centros educativos de lunes a viernes. La experiencia de la visita estará por tanto muy dirigida al aprendizaje.
Líneas maestras sobre las que se está construyendo esta suerte de ‘parque temático’ en una zonas con más afición honguera del país. Olmeda participa de ese amor por este mundo que, junto a su doble formación empresarial y ambiental, ha sido fundamental para aprovechar la oportunidad que le ofrecía el proyecto UFIL y engancharse a esta veta de empleo y desarrollo.