El presunto asesinato de una mujer de 46 años en la pequeña localidad conquense de Nohales ha ampliado el dramático registro de los crímenes machistas en la provincia de Cuenca.
Las estadísticas del Ministerio de Igualdad revelan que el año pasado se contabilizaron en la provincia de Cuenca 319 denuncias por violencia de género, una cantidad ligeramente inferior a las existentes en el año 2009 (405) mientras que el años anterior de 2020 fueron 421, lo que demuestra lo poco que se ha avanzado en estos doce años. El año más ‘negro’ en este periodo temporal fue 2011 con 607 denuncias.
En el territorio conquense se han registrado sucesos que han marcado la memoria colectiva en esta materia. Uno de ellos tuvo lugar en mayo de 1997 en pleno centro de la capital conquense. Un hombre mataba en la Plaza de España con una escopeta de caza a su ex mujer, funcionaria de prisiones, hiriendo de gravedad a su novio y dejando herida leve a otra funcionaria. El hijo del asesino y de su víctima, de siete años, fue testigo del drama.
Años después, la tragedia se trasladó a la localidad de Villanueva de la Jara. Una mujer moría a manos de su marido, con quien tenía dos hijos, y que fue ingresado en el Hospital General de Albacete tras intentar quitarse la vida. La Delegación del Gobierno en Castilla-La Mancha precisaba en su momento que no existían denuncias previas por malos tratos por parte de la mujer. El matrimonio tenía dos hijos, de seis y once años. El hermano de la víctima y su familia ha mantenido constante en los tribunales que su familia hasta conseguir que un juez fallase en contra de la Seguridad Social y reconociese la orfandad absoluta a estos dos niños, como hijos de una víctima de violencia de género.
Sin embargo, el doble crimen de Sergio Morate, condenado a 48 años de cárcel, supone el precedente más sobrecogedor en la capital conquense. El joven fue declarado culpable del asesinato de Marina Okarinska, su ex novia, y Laura del Hoyo, amiga de esta, cometido en agosto del 2015. Las calles de Cuenca se inundaron con sus fotos pidiendo justicia y la pena máxima para su asesino. La memoria de las víctimas permanece viva en la memoria de los conquenses y en el memorial instalado en su recuerdo en el Paseo del Huécar.