Más de 700 aves rapaces electrocutadas en Cuenca en la última década: un desafío para la conservación

La provincia de Cuenca registra cada año entre 70 y 80 incidentes relacionados con la electrocución de aves

La electrocución en tendidos eléctricos sigue siendo una de las principales amenazas para las aves rapaces en la provincia de Cuenca. Así lo pone de manifiesto un reciente informe de la asociación conservacionista ADENSVA (Asociación para la Defensa de la Naturaleza al Sur de Valencia), que cifra en más de 700 los ejemplares muertos por esta causa en la última década, 22 de ellos águilas imperiales ibéricas, una especie catalogada como en peligro de extinción.

Aunque el estudio proviene de un grupo con sede en Valencia, desde la Delegación Provincial de Desarrollo Sostenible de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha reconocen que los datos son «creíbles». De hecho, según ha explicado el jefe de la sección de biodiversidad, Enrique Montero, el Gobierno regional atiende anualmente entre 70 y 80 requerimientos por mortalidad de aves en líneas eléctricas, una cifra que encaja con el volumen global que maneja la organización.

La Mancha y la Manchuela, zonas críticas

El mapa de riesgo no se distribuye de manera uniforme por la provincia. Las zonas donde se concentran la mayoría de incidentes son La Mancha y la Manchuela conquense, áreas con una alta densidad de tendidos eléctricos debido a la mayor presencia humana, y con escasa cobertura arbórea o de monte, lo que obliga a las aves a posarse en apoyos eléctricos que pueden resultar letales.

“En estas zonas hay además más alimento y mayor presencia de aves, sobre todo jóvenes, que aún no han aprendido a evitar ciertos peligros”, explica Enrique. Esto incrementa las probabilidades de que estas especies acaben electrocutadas o sufran colisiones, otra amenaza importante que se está empezando a combatir con medidas de balizamiento.

Un problema que persiste, pero con signos de esperanza

A pesar de esta elevada mortalidad, el balance para algunas especies emblemáticas como el águila imperial ibérica es alentador. En la provincia, el número de parejas nidificantes ha pasado de 20 en 2023 a una previsión de al menos 25 en 2024. “La población ha ido aumentando, aunque sigue siendo una especie en peligro de extinción. Es un ejemplo de éxito en conservación, pero no podemos relajarnos”, subraya el técnico de Medio Ambiente.

Bando de milanos negros sobre apoyos corregidos. FOTO: JCCM

El avance se debe, en gran medida, a las acciones correctoras sobre tendidos eléctricos que se vienen realizando desde hace años. Según informa Montero, la Junta ha impulsado cuatro convocatorias de ayudas para que particulares corrijan apoyos peligrosos, y también actúa directamente sobre líneas de propiedad privada en casos urgentes o prioritarios. Además, se requiere a las grandes compañías eléctricas la corrección de apoyos inseguros cuando se detecta cualquier tipo de riesgo, incluso si no ha habido aún mortalidad confirmada.

Otras especies afectadas

Además del águila imperial, el problema de la electrocución de aves rapaces afecta a una diversidad considerable de especies en la provincia de Cuenca. En el periodo 2015-2024, entre las especies que figuran en el informe de ADENSVA como las más afectadas, se encuentran el águila culebrera, con 35 ejemplares encontrados muertos; el águila real, con 41 ejemplares; el águila calzada, con 32; y el águila perdicera, una especie en peligro de extinción en la región, con tres ejemplares fallecidos. Además, la asociación conservacionista ha registrado un número destacable de rapaces medianas cuya especie no ha podido ser identificada debido al estado avanzado de descomposición de los cadáveres.

Pollo de águila imperial, en un apoyo corregido. FOTO: JCCM

Otro dato relevante es la gran cantidad de incidencias que afectan al Milano real, otra especie en peligro de extinción, con 21 ejemplares electrocutados. A pesar de que este ave sigue siendo una de las más abundantes durante la invernada en la provincia, las muertes por electrocución continúan afectando a la población. Este tipo de electrocuciones no solo es perjudicial para las especies en peligro, sino que también afecta a aves de mayor tamaño y más abundantes, como el ratonero común, el búho real, el azor y el buitre leonado. Las cifras de mortalidad de estas especies se elevan a 230, 157, 47 y 91 ejemplares, respectivamente. Además, especies como la cigüeña también se encuentra entre las más electrocutadas.

El jefe de la sección de biodiversidad de la Delegación Provincial de Desarrollo Sostenible, Enrique Montero, quien ha estado monitorizando estos incidentes en la provincia, resalta que la electrocución no sigue una tendencia uniforme: «Los números van en proporción a la abundancia de las especies», afirma. En cuanto al ratonero común, una de las especies más afectadas, el experto señala que aunque no hay un declive significativo en la población, la mortalidad es más frecuente debido a la envergadura y la mayor exposición de esta especie a los cables eléctricos. «Es la rapaz de tamaño medio que más mortalidad sufre, y su abundancia hace que también sea la que más casos de electrocución presenta», explica.

Sin embargo, la preocupación persiste con el Milano real, otra especie en peligro de extinción. «Aunque no hemos observado una disminución importante en su población debido a la electrocución, seguimos encontrando casos, aunque en menor número», añade el entrevistado. A pesar de las medidas correctivas implementadas, la incidencia de muertes sigue siendo un reto.

Por otro lado, la situación del águila perdicera también preocupa a los especialistas, ya que, a pesar de que la población de esta especie se encuentra en un estado de conservación más delicado que otras rapaces, las incidencias de electrocución no han sido tan frecuentes en los últimos años. «Este es uno de los casos donde hemos notado una disminución en los casos de electrocución, lo que nos da algo de esperanza», comenta.

La corrección de tendidos eléctricos avanza para prevenir la electrocución de aves rapaces en Cuenca

La conservación de la biodiversidad en Cuenca ha tomado un impulso importante con las actuaciones de corrección de tendidos eléctricos para prevenir la electrocución de aves rapaces. La Consejería de Desarrollo Sostenible, a través de diversas líneas de actuación, ha venido trabajando en la corrección de líneas eléctricas, tanto públicas como privadas, en las zonas de mayor riesgo para especies emblemáticas o amenazadas. Esta iniciativa se enmarca dentro de un esfuerzo más amplio que incluye subvenciones directas, la corrección de apoyos peligrosos y la participación de empresas eléctricas.

Buitre posado en un apoyo corregido. FOTO: JCCM

En palabras de Montero, «hemos corregido más de 7.000 apoyos hasta la fecha, empezando por los más peligrosos, aquellos donde se ha registrado mayor mortalidad de aves rapaces». Este trabajo de corrección se ha centrado en zonas de alta implicación para especies como el águila real o el águila perdicera, que están en peligro de extinción. Las cifras indican que, de los 3.500 apoyos inicialmente peligrosos, más del 80% de ellos han sido corregidos, lo que ha reducido considerablemente la tasa de mortalidad de estas especies.

El trabajo no se limita a la corrección de tendidos ya identificados como peligrosos, sino que se continúa exigiendo a las empresas eléctricas que corrijan nuevos apoyos cada vez que se registre un incidente. Además, se están llevando a cabo esfuerzos para modificar las condiciones de aislamiento de los apoyos mediante un nuevo real decreto nacional que, se espera, mejore aún más las condiciones de seguridad para las aves.

Este tipo de iniciativas también están respaldadas por nuevas normativas que aseguran que las líneas eléctricas que se construyan a partir de ahora cumplan con especificaciones técnicas diseñadas para prevenir la electrocución de aves. Según el responsable, «todas las líneas nuevas ya se construyen conforme a estas especificaciones, lo que debería evitar futuros problemas de electrocución».

Aunque el trabajo de corrección no cesa y continúa con la misma intensidad, las autoridades son optimistas respecto a la solución de este problema en un futuro cercano. «Este es un problema que, afortunadamente, está en vías de franca solución, y con el tiempo, esperamos que sea una historia pasada», concluye.

La corrección de estos tendidos eléctricos es un paso crucial para la protección de las aves rapaces en Cuenca y contribuye significativamente a la preservación de la biodiversidad en la región.

El impacto de los parques eólicos en la mortalidad de aves rapaces

La provincia de Cuenca, conocida por su rica biodiversidad, ha visto un aumento en la instalación de parques eólicos en los últimos años. Sin embargo, este desarrollo industrial no está exento de consecuencias ambientales, especialmente cuando se trata de la mortalidad de aves rapaces. El problema radica principalmente en las aves rapaces, que son particularmente vulnerables a las colisiones con las aspas de los molinos de viento.

En este sentido, el jefe de la sección de biodiversidad de la Delegación Provincial de Desarrollo Sostenible, Enrique Montero, ha señalado que el seguimiento de la mortalidad de aves es una práctica en muchos parques eólicos. “Registramos cada incidente y exigimos a los promotores que contraten empresas independientes para realizar seguimientos periódicos,” ha explicado a Voces de Cuenca.

En cuanto a las medidas correctoras, algunos parques, como el de Gecama, han implementado protocolos que incluyen la detención temporal de los molinos tras el registro de incidentes. Estas paradas pueden durar varios meses, dependiendo de la especie afectada. Sin embargo, Montero reconoce que, por desgracia, alcanzar el «cero mortalidad» en cualquier parque eólico es prácticamente inviable. Las tecnologías actuales, aunque efectivas para las aves de gran tamaño como las águilas o buitres, aún no han logrado resultados satisfactorios para especies más pequeñas.

El dilema de la energía renovable

A pesar de los esfuerzos por reducir la mortalidad, los parques eólicos siguen siendo una fuente significativa de muertes de aves. Tal y como ha destacado Montero, «todas las energías, incluso las limpias, conllevan un peaje ambiental». En el caso de la energía eólica, este peaje se manifiesta en la mortalidad de aves, lo que ha sido un problema creciente en los últimos años.

A medida que el uso de parques eólicos aumenta, también lo hace la ocupación del espacio, sacrificando miles de hectáreas de hábitat natural para la generación de energía. Enrique Montero ha lamentado que, a pesar de los avances en el desarrollo de tecnologías correctoras, los costos de implementar estas soluciones, como la modificación de los apoyos eléctricos, son elevados. «Corregir un apoyo cuesta entre 2.000 y 2.500 euros por unidad, lo que se traduce en millones de euros cuando se aplica a escala en todos los parques,» ha explicado.

Una lucha por la concienciación y el equilibrio

La situación refleja la necesidad de encontrar un equilibrio entre la protección del medio ambiente y el impulso de la transición energética. La solución, según los expertos, radica en seguir investigando y desarrollando nuevas tecnologías que logren mitigar el impacto de las instalaciones eólicas sobre la fauna. Aunque la meta de «cero mortalidad» parece distante, se reconoce que los esfuerzos realizados hasta la fecha están siendo efectivos en reducir el daño y mejorar la coexistencia entre las energías renovables y la naturaleza.