Por fin llegó el día, después de un año esperando aquellos que han sido buenos durante los 365 días del año, o que han conseguido enderezar su comportamiento a última hora, se habrán encontrado en el rincón habitual de su hogar, árbol o chimenea, el regalo que los Reyes Magos hayan visto que era merecido.
Después de una víspera donde en muchos puntos de la provincia pudieron ser vistos en Cabalgata como en Cuenca, Motilla, Quintanar, Uclés, Landete o Beteta, Sus Majestades cogieron fuerza y prestos recorrieron toda la provincia junto a sus camellos. Tampoco se han olvidado de localidades como Mira, Casas de Benítez o Cañaveras, donde a pesar de no haber podido acudir por la tarde debido a la situación sanitaria debida, han dejado sus presentes en los hogares como habían prometido.
Los hogares conquenses se han llenado de regalos, desde ropa y perfumes para los más mayores a una diversidad enorme de juguetes y presentes para los más pequeños. Este año los más repetidos siguen siendo los clásicos juegos de mesa, balones, muñecas, dinosaurios que siguen tomándole el pulso a los aparatos electrónico como tablets, móviles o videoconsolas.
Aunque el frío que ha dejado el frente polar en gran parte de la provincia está retrasando que los niños salgan a llenar los parques, muchos son los que han madrugado para encontrarse a primera hora de la mañana con los regalos. Es el caso por ejemplo de Cándido, José y su primo Juan Carlos de 3 años. Los niños, habitantes de Quintanar del Rey, han decidido pasar la noche juntos a la espera de la visita de sus majestades. En el árbol se puede contemplar numerosos regalos y tres vasos de leche, alguno más apurado que otro, y se nota que los camellos han hecho de las suyas con restos de zanahorias alrededor de los regalos.
José, el mediano de los tres primos, cuenta que no ha podido «pillar a los Reyes Magos»: «Yo estuve haciéndome el dormido para que ellos vinieran y cuando escuchase ruido levantarme rápidamente para pillarlos, pero al final me dormí y no escuché nada». Una estrategia, la de José, seguida por muchos niños que provocan que Sus Majestades utilicen su magia para no ser descubiertos. Entre los regalos; colores para dibujar, algún libro infantil, juguetes, y al parecer una tablet para Cándido, el mayor de los primos.
No todos en la provincia han corrido la misma suerte que estos niños, los hay quienes después de levantarse se han encontrado con una bolsa de carbón, así lo han entendido los Reyes. Ahora solo queda mejorar el comportamiento y esperar que el próximo año la ilusión vuelva intacta.