Durante el año pasado se mudaron a la provincia de Cuenca 1.618 personas que hasta entonces vivían en el extranjero, según recoge la estadística de variaciones residenciales difundida por el Instituto Nacional de Estadística (INE). De casi un tercio de ellas, 537, el organismo gubernamental no consigna origen. De las que sí lo hace, el grupo más numeroso lo conforman las que vienen desde América (402), seguidas de las procedentes de África (311) y del resto de Europa (276). De Asia salieron 37 nuevos residentes y ninguno de Oceanía.
Si la estadística se desglosa por países y no por continentes, el principal punto de exportación es Marruecos (277) seguido de Rumania (146), Colombia (114) y, ya a más distancia, Venezuela (48), Ecuador (35), Bulgaria (19) y Francia (16).
Los trasladados fueron en un 94,43% extranjeros y en un 5,57% españoles. Hay preponderancia masculina, pero no muy acusada (884 hombres frente a 774 mujeres). En cuanto a la edad, la franja más populosa fue la de los que están entre los 25 y 34 años (416), lo que apunta a emigraciones por motivos económicos y laborales. También son relevantes los grupos de la horquilla 16-24 años (334) y 0-15 (300).
La pandemia y las restricciones de movilidad derivadas de ella también se dejaron notar en este indicador. Los llegados durante 2020 fueron 844 menos que los que se instalaron en el año anterior.
Los que se marchan
Se marcharon todavía menos. De acuerdo al mismo estudio del INE, en 2020 emigraron desde la provincia de Cuenca al extranjero un total de 572 empadronados (en 2019 habían sido 745), lo que supone que el balance migratorio exterior arroje un saldo positivo de 1.046 habitantes para la precaria demografía provincial.
Los destinos principales fueron Rumanía (39), Reino Unido (22) y Estados Unidos (20). El colectivo etario que más merma sufrió fue el del rango de 25 a 34 años (158) y de 35 a 44 (131). El 80% eran extranjeros y el 20% tenían la nacionalidad española. Aquí los sexos casi están a la par 292 varones respecto a 290 féminas.