La Consejería de Desarrollo Rural estudia priorizar el aprovechamiento fúngico por encima del maderero en rodales que sean muy productivos. Así lo ha señalado en declaraciones a Voces de Cuenca Enrique Montero, jefe de la sección de Vida Silvestre de la delegación provincial en Cuenca de la Consejería de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural.
Y es que tal y como apunta Montero, el precio de la madera «ha ido en descenso en los últimos años, y sin embargo el de las setas cada vez es mayor». Este planteamiento «ya está en mente de los compañeros forestales y quizá se empiece a incluir en los nuevos proyectos de ordenación forestal». «Al fin y al cabo -apunta- tenemos encomendada la gestión de los montes de utilidad pública, que la inmensa mayoría son propiedad de los ayuntamientos, y uno de los objetivos que hay es maximizar el aprovechamiento en términos económicos pero siempre con la premisa de la conservación del medio forestal».
En este punto, Montero ha subrayado que se fundamenta en «la alta demanda social y el valor económico que hay sobre todo en las primeras recolecciones de algunas setas, como boletus, amanitas e incluso los primeros níscalos, que están muy cotizados en el mercado». Señala asimismo que «el aprovechamiento ordenado y racional de la madera anual está valiendo 25 euros por hectárea y año, y a lo mejor si es un buen rodal productor de boletus puede irse a 30 o 40 euros por hectárea y año».
La extracción de la madera puede entrar en conflicto con la recolección de hongos, pues para transportarla se arrastra por el suelo. Eso sí, apunta a la importancia de «cuidar el hábitat productor, pues ahora mismo tenemos todas las garantías y los sistemas de aprovechamiento de montes garantizan en condiciones normales que haya una perpetuidad de la masa forestal y con ella de los hongos, pues muchos de ellos son saprófitos o micorrícicos, si no hubiera monte arbolado no habría setas».
Subraya en este punto que «los boletus dependen de que haya una masa de pinar un poco vieja. Igual que los níscalos prosperan mejor en pinares medio jóvenes de 30 a 50 años, a los boletus les va un poco mejor que sean más viejos, entre 60 y 80 años. Que normalmente en los periodos de aprovechamiento maderero entran perfectamente, porque perfectamente esos pinares de silvestre de pino albar pueden ser a 120 años».
Destaca el jefe de sección de Vida Silvestre que en la provincia «hay buenos montes productores de setas como son pinares de albar, terrenos silíceos en cotas elevadas y donde se producen con facilidad marzuelos, boletus o níscalos».
Aumento de la presión en los montes conquenses
En otro orden de asuntos, Montero ha apuntado a la creciente presión que soportan los montes de la provincia de Cuenca, que se debe principalmente a dos factores, por un lado la subida en los últimos años en el número de aficionados -que se ha visto incrementada tras la pandemia- y por otro al mayor número de especies recogidas.
Eso sí, destaca que «todavía no hay peligro para los montes de Cuenca, al no estar muy cerca de una gran urbe como Madrid y Valencia, aunque vienen valencianos pero sólo es una presión puntual en algunos fines de semana de otoño. Y nuestros montes, con la gran superficie que hay, lo toleran suficientemente».
El especialista y responsable de la conservación de recursos protegidos en Cuenca considera que «conforme va incrementándose la demanda tenemos que estar atentos, porque quizá algunas de las más cotizadas la excesiva presión de recolección puede llevarnos iniciar establecer alguna regulación o restricción, pero por ahora no la hemos detectado».
Algunas especies demandadas, como la seta de San Jorge o perrechico (Calocybe gambosa) en algunos sitios que tienen una tradición más antigua de recolección de hongos, como en el País Vasco o Cataluña, sí que parece que empiezan a tener problemas con la excesiva recolección, un problema que por ahora no se ha detectado en territorio conquense. Los níscalos, por ejemplo, han sido recolectados en gran cantidad desde hace mucho tiempo y no se ha detectado reducción que haga peligrar su continuidad, más allá de la aleatoriedad de cada año por la meteorología.
«Lo bueno que tiene Cuenca es que hasta fechas relativamente recientes apenas se recogían unas pocas especies de setas: níscalos (lactarios deliciosus), setas de cardo (Pleurotus eryngii) y champiñones (agaricus campestris) y muy poco más. Esto ha ayudado a que la presión sea menor», celebra Montero, que por otro lado lamenta que «es relativamente reciente la apertura del catálogo con la recogida de setas de la familia de los boletus, como edulis o pinícola, y amanitas cesáreas, por citar algunos ejemplos. Conforme la gente se va informando y poniendo en valor la seta, se cotizan más especies y eso genera una mayor presión».
Montero recuerda otro punto que también ayuda a la conservación, como es «el tema de los sistemas de reproducción y los cuerpos de fructificación, es decir, las setas. Recogiendo los hongos normalmente no se perjudica al ejemplar, que es el micelio que se encuentra bajo el suelo. Sí es verdad que las setas tienen un papel importante, y es que normalmente son fuente de una parte importante de la reproducción sexual de los hongos a través de sus esporas, lo que da una mayor diversidad». Este sistema de reproducción vegetativa que tienen «da garantías de que sea difícil agotar los recursos y por eso estamos más tranquilos a la hora de establecer una regulación restrictiva».
Una especie en la lista roja
En Castilla-La Mancha todavía no hay declarada ninguna especie protegida, apunta Montero, que sí que señala a la existencia «una lista roja entre los expertos micológicos de hongos de la Península Ibérica en la que hay una especie que tiene presencia en Cuenca. Es la cascarria rosada o coliflor rosa (ramaria botytris)».
No se encuentra encima de la mesa el protegerla porque «es una seta que genera recelo entre los aficionados y es muy proco recolectada. Además, tampoco vemos un riesgo inminente con ella».
Regulación en los montes
En cuanto a la regulación en los montes, recuerda Montero que existe «una orden general en Castilla-La Mancha, de 2016, pero básicamente es un código de buenas prácticas en la recolección, como por ejemplo no usar rastrillo para no dañar el micelio, llevar recipientes permeables para que caigan las esporas, no recoger ejemplares pequeños para que se desarrollen y reproduzcan, por ejemplo desaconsejando la recogida de huevos de amanitas».
También aconseja el experto que «no hay que recoger hongos sobremaduros porque normalmente luego van a ir a la basura y en el monte tienen mucha utilidad porque están dispersado completamente las esporas».
«Todos los años hay en España algunos muertos y bastantes intoxicaciones fuertes, algunas que derivan en trasplantes de hígado. Por eso es importante no arriesgar y ceñirse a la a coger la seta que se conoce muy bien», sentencia.
Indica Montero que «nuestra orden va sobre todo a poner en el papel cosas que están en la mente de todos pero por desgracia no todo el mundo lo tiene claro o lo usa, y los agentes medioambientales están ahí para hacerla cumplir».
Establece «unos cupos de cinco kilogramos para el aprovechamiento doméstico para separar claramente de los aprovechamientos comerciales, que aunque en Cuenca no los hemos sufrido, sí que se han visto fotografías de cuadrillas que arramblan con todo sin apenas dejar reversión económica en los pueblos. Eso sí que hay que intentar ponerle límite».
Cotos de setas en ayuntamientos
En esa línea van los permisos municipales que están poniendo algunos ayuntamientos. Este año se incorpora Tragacete a otros municipios de la provincia que ya habían puesto licencias diarias o de temporada, como Valdemeca, Huerta del Marquesado, La Huérguina o Lagunaseca. Surgen a iniciativa municipal «y posiblemente se acaben extendiendo». En otros lugares, como en Valdemorillo y Cardenete, hubo ensayos pero se optó por quitarlo.
Estas licencias «sirven para que los aficionados a la micología generen impacto económico en el municipio. Para quien quiere recoger setas en Cuenca casi siempre tiene una alternativa cercana gratis. En otras comunidades como Castilla y León y Aragón las licencias abarcan permisos para grandes comarcas, y que ellos revierten en vigilantes contratando a población local, y así se genera repercusión».