José Simarro nació y se crió en Motilla del Palancar, ingresó en el ejército y estuvo destinado en Rota (Cádiz) casi cuatro décadas. Ahora reside en Cartagena (Murcia), sufre una enfermedad neurodegenerativa que le impide el movimiento y acaba de cumplir su sueño: volver a visitar su pueblo de infancia. Lo ha conseguido gracias al trabajo de la Fundación Ambulancia del Deseo y uno de sus voluntarios, José María González.
Esta organización trabaja en España desde 2018 y se dedica a ayudar a personas que para realizar su deseo necesitan una ambulancia y un equipo sanitario. Se trata de pacientes con un largo tiempo de encamamiento o una enfermedad importante, como es el caso de José Simarro, que quería volver a su pueblo natal tras cuatro años sin poder hacerlo.
Gracias al soporte de la fundación, el pasado domingo 18 de septiembre el motillano pudo reencontrarse con su familia, visitar la ermita, y despedirse de su padre en el cementerio de la localidad. El voluntario manifiesta que cuando estos sueños se cumplen “la sensación es tremenda”, porque “ te metes en la piel de la familia, te sientes como uno más de ellos”. Y confiesa que en este caso, al conocer a José, la emoción “fue por partida doble”.
José María es también militar, y fue el que le dio a conocer esta opción al paciente a través de una conversación casual con su mujer. El voluntario lamenta que el trabajo de la organización no sea más conocido e invita a cualquiera que tenga un sueño pendiente a contactar con ellos. También anima a colaborar con la Ambulancia del Deseo con donativos o como colaborador, un proceso que se puede realizar de forma sencilla a través de su página web.
En el caso de querer participar activamente, José María recuerda que los voluntarios suelen pertenecer al ramo sanitario: “son técnicos, son enfermeras, son médicos, y yo en mi caso son militares, pero también tengo el título de Técnico en Emergencias”. Y añade que, además de otros sectores como el legal, “casi un 90% son profesionales sanitarios”.
Respecto a la labor que realiza la organización, además de la emoción y el valor humano de cumplir estos deseos, los participantes también destacan su potencial terapéutico. José María apunta que muchas veces los pacientes ”no asimilan la enfermedad que tienen”, y cuando se les realiza el deseo a los pacientes “muchas veces es como si asumieran su enfermedad”.
El voluntario pone el acento en que lo que para el resto es un gesto sencillo, “un plan de fin de semana”, para ellos supone una gestión muy compleja. Y lo confirma relatando los deseos más habituales que les llegan: “quieren volver a sus domicilios, a sus lugares de origen, ya sean extranjeros o nacionales, y hay gente que quiere volver a ver la mar, porque se han criado en un pueblo costero, o quieren volver al campo”. Y también los hay, concluye el voluntario, que “desean ver un partido de fútbol”.