Diez días llevan sin funcionar las líneas de telefonía móvil de Movistar en Huelves, una localidad de 57 habitantes censados situada a menos de 15 kilómetros de Tarancón. Dolores Asensio, la alcaldesa, ha explicado a Voces de Cuenca que desde el pasado 24 de agosto no pueden llamar ni tampoco recibir llamadas. La situación de aislamiento es casi total porque esta compañía y las que usan su red son las únicas que tienen cobertura en el pueblo, que no está dentro del alcance de las antenas de otras grandes ‘telecos’. La única alternativa que les queda es el teléfono fijo.
«El problema -resalta la primera edil- es que mucha gente ya tiene sólo móvil y se ha quedado incomunicada». Además la costumbre instalada mayoritariamente de unos años a esta parte es facilitar como contacto principal, y muchas veces único, el número del celular para las comunicaciones con bancos, aseguradoras, servicios sanitarios u otras instituciones y empresas. «Es un auténtico engorro, hay vecinos que están teniendo problemas para que les localicen para asuntos importantes como cuestiones médicas o bajas laborales», lamenta Asensio. Durante estas jornadas se detectó un caso de positivo de COVID-19 en el municipio y tanto los rastreos como las conversaciones con los equipos médicos que han tenido que trasladarse se han visto dificultados por la ausencia de cobertura.
Estos contratiempos han sido reflejados en las reclamaciones verbales y por escrito que la alcaldesa ha presentado ante la compañía telefónica advirtiendo de la falta de funcionamiento y reclamando una solución. Las suyas no han sido las únicas. Un importante porcentaje de los residentes en la localidad se ha puesto en contacto reiteradamente con Movistar notificando la incidencia y pidiendo el arreglo pero hasta ahora todos los intentos han sido infructuosos. «Nos remiten a los técnicos y luego no conseguimos hablar con ellos. No nos dan ninguna explicación convincente y, sobre todo, pasan los días sin que el teléfono vaya. Estamos realmente cansados de la situación».
Los huelveños ya tienen experiencia en la interrupción de los servicios de voz de sus teléfonos móviles. «Por lo menos nos habrá pasado unas ocho veces a lo largo de los últimos años, casi siempre en verano», recuerda la alcaldesa, aunque matiza que estos episodios se resolvieron «en dos o tres días» y nunca se habían prolongado tanto en el tiempo. Las hojas del almanaque siguen cayendo camino de la semana y media sin que puedan acometer un gesto tan cotidiano como marcar un número y encontrar señal al otro lado.