Las farmacias de la provincia de Cuenca han asistido durante estas semanas a un considerable aumento de la demanda de test para detectar la Covid. Tras una temporada en el que el coronavirus parecía que había quedado como un desafortunado recuerdo, las pruebas diagnósticas han vuelto a ser una realidad ante la aparición de nuevas variantes de la enfermedad y la llegada de los veraneantes a los municipios conquenses.
Luz Moya, presidenta del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Cuenca, ha asegurado que la demanda de estos test «ha aumentado muchísimo y sobre todo en el mes de agosto. En los pueblos de Cuenca hay mucha más población y la gente viene demandando sus test para comprobar si realmente tiene una afección respiratoria porque los síntomas de esta variante que tenemos ahora son muy parecidos: tos muy persistente, congestión nasal , dolor muscular, fatiga…entonces se puede confundir con otro tipo de afección respiratoria. La población quiere conocer su estado de salud. Además, en los pueblos hay fiestas, se junta la gente».
En cualquier caso, estas mismas fuentes apuntan que «al parecer, casos graves no hay y hospitalizaciones tampoco. Se está tratando como una afección respiratoria más, no existe ningún pánico como el que teníamos antes y se asume de una forma muchísimo más natural. Ya no se puede distinguir tan bien como antes porque la anosmia es característica de otras variantes de COVID. Ahora no, ahora no hay pérdida de olfato. Entonces es más difícil identificarlo».
La prueba mas demandada es la más conocida, con los bastoncillos que se introducen en la nariz. «Antes nos hacían más consultas en la farmacia porque no sabían hacérselo y no sabían interpretar los resultados. Y volvían, había un retorno a la farmacia para contarnos». Moya no duda en afirmar que el incremento de las ventas y consultas ha llegado a triplicar las cifras respecto a los meses anteriores. «Quizás lo que notamos más en los pueblos, como son receptores de nietos, de hijos…se hace más los test por preservar la salud de las personas mayores con las que conviven. Y también hay personas que tienen el civismo de, ante la sospecha, usar la mascarilla, eso también se está viendo»