El sector primario de Cuenca vive con «incertidumbre» la subida de costes y las mermas en la producción

Media docena de agricultores y ganaderos conquenses analizan el complejo contexto que atraviesa el sector y cómo se vive en la provincia de Cuenca

Los agricultores conquenses ya no solo miran al cielo con la incertidumbre de cómo irá el día de mañana. Desde hace meses, los nubarrones negros vienen del complejo contexto internacional, con la guerra en Ucrania como favtor decisivo, y el sector primario de la provincia trata de gestionar la subida sostenida de los costes de produción sin éxito, ya que estos no se reprecuten en el precio de venta final.

La asociación agraria Asaja alertaba de este complicado contexto a principios del mes de agosto: “El desbocado aumento de los costes de producción, unos precios en origen que no permiten alcanzar una mínima rentabilidad, unas mermas de producción generalizadas como consecuencia de la sequía y un otoño plagado de incertidumbres y malos augurios, hacen que situación sea inviable para el sector agrario”.

Una tormenta perfecta que se despliega a nivel internacional y cuyos efectos también se sienten en las explotaciones agrícolas y ganaderas de la región. Los agricultores de la provincia coinciden en señalar el clima de incertidumbre reinante, lamentan los bajos precios de venta y una campaña con una baja producción, y planean el año próximo con el temor de no saber cómo evolucionarán los precios.

Carlos Cifuentes: cereal y girasol

Carlos Cifuentes, productor de Villarejo de la Peñuela dedicado al cereal y al girasol, señala que el año comenzó bien, pero que finalmente se torció con la subida de los precios y las escasas precipitaciones. “Se nos ha dado la tormenta perfecta”, manifiesta, ya que los costes han subido “en torno al 30 %”, con la energía y los fertilizantes disparándose casi en un 100% respecto a años anteriores, continúa denunciando.

El agricultor subraya que debido al cambiante contexto internacional y que las decisiones en política agraria vienen marcadas desde Europa, hay que “planificar muy bien cómo queremos afrontar la siguiente campaña”. Y pone el acento en que la Ley de cadena alimentaria “si funcionara bien sería ideal” ya que “no venderíamos nunca por debajo de costes”.

Antonio Escudero: ajo

Antonio Escudero, dedicado al cultivo del ajo en Las Pedroñeras, abunda en este análisis de la situación del sector y apunta que “no sabemos dónde podemos repercutir” este aumento de costes. “Este año, de media, aquí en La Mancha, te puedo asegurar ya que no se van a cubrir los costes de producción”, lamenta el agricultor, y añade: “Nos vamos, aproximadamente, entre un 25% y un 28% de aumento de costes de producción, cosa que en el producto final no está repercutiendo”.

Y pone la mirada también en la parálisis de los mercados internacionales. Pone como ejemplo una transacción reciente con unos compradores habituales, y la evolución respecto al pasado año: “El año pasado, a dos clientes de Francia, yo por estas fechas les tenía mandados entre 5 y 7 camiones completos de ajos. Pues este año he mandado 5 y 7 también, pero en vez de camiones completos han sido palés”. También augura un otoño complicado en caso de que las lluvias no acompañen, un problema común a otros años que viene a sumar dificultad al complejo contexto actual.

Jose Enrique Valle: viñedo

José Enrique Valle es de Graja de Iniesta y se dedica al viñedo, además de presidir la cooperativa de la localidad. Respecto al aumento de los costes de producción, enfatiza: “El coste mayor que tenemos ahora mismo en la bodega es la electricidad. Hemos pasado de pagar, en instalaciones como la de la Graja, 9.000 euros y ahora pagamos 29.000”. Y recuerda que “la uva se cobra 2, 3 o 4 céntimos más arriba, pero los costes de producción son el doble”.

El productor insiste, además, en la falta de certezas respecto al avance de la campaña y cómo eso afecta al ánimo de los profesionales del sector, también a la propia viabilidad de las explotaciones. “No se quiere quedar nadie, ¿por qué? Por la incertidumbre de un año para otro”, manifiesta. Y se detiene en otros factores que generan incertidumbre, como la volatilidad de los precios de venta y la amenaza que representa un otoño seco.

Abel Escribano: lenteja, viña y olivas

Abel Escribano, un joven agricultor de Campillo de Altobuey, coincide con este diagnóstico, e incide en que estos momentos de dificultad económica afectan en mayor medida a los productores que acaban de empezar: “es muy complicado, para los que tienen que invertir”. Escribano valora haber hecho la siembra con “ los precios antiguos” del combustible, y de cara a la próxima campaña se plantea modificar sus rutinas de trabajo, como por ejemplo ahorrarse “una vuelta de labrar”.

Aunque manifiesta que mantiene su motivación y sus ganas de seguir en el sector, confiesa que se respira cierta “desilusión” al abordar la próxima campaña, teniendo en cuenta que esta ha sido “floja en cuanto a kilos” y queda la producción de muchas parcelas “por debajo del coste de producción”.

Antonio Gonzalez, ganadero

Esta situación se contagia también a la ganadería. Antonio Gonzalez, que tiene una explotación en Villaescusa de Haro y produce leche, incide en que “los costes de alimentación han subido un 100%”. El ganadero afirma que “la situación es muy preocupante”, ya que “el año pasado que estaba la cebada a 185, se ha llegado a pagar a 370, el maíz estaba a 180, se ha puesto a 360, la alfalfa que estaba a 180 se ha puesto a 340” y, además, “la luz se ha multiplicado por cinco”. Y lamenta que “el drama es que te sube por horas, parece que nos dedicamos a la bolsa”. “Estamos en una guerra y no sabemos qué va a pasar”, concluye.

Respecto al futuro próximo, hace un balance pesimista y cargado de incertidumbre. “Los pequeños están desapareciendo, porque no es viable”, subraya, “hay ganaderos que están matando a las ovejas, están aumentando el despiece y no están dejando corderas”. Y señala como consecuencia: “la población de ovejas va a desaparecer en un 20 % y un 30%”.

Para subsistir, el ganadero manifiesta que “estamos haciendo más selección genética, estamos intentando otras vías de ingreso haciendo queso, otras fuentes de ingreso diferentes a lo que un ganadero puede hacer”. E incide en que, aunque “estamos en precios récord de la leche”, ya “no se puede subir más porque la gente está dejando de consumir”, y que “lo único es que no desaparezca”.