Manuel Torrero es secretario general de Asaja Cuenca, la organización agraria más numerosa de la provincia de Cuenca. En
plena campaña del cereal, la más estratégica y potente de nuestra provincia, Torrero analiza en esta amplia entrevista el desarrollo de la misma, y los resultados que ya se están obteniendo, así como los problemas estructurales de un sector que desde hace años viene reivindicando reformas que hagan de la agricultura y la ganadería un sector más rentable y seguro económicamente.
– Estamos en plena campaña de siega de cereal, que es uno de los cultivos más extendidos en toda la provincia de Cuenca. ¿Cómo está siendo esta campaña?
Muy irregular, porque la evolución climatológica de las últimas semanas, con olas de calor muy fuertes, han mermado mucho las
expectativas de cosecha que teníamos a principios de mayo y los rendimientos que le están saliendo a quienes ya están cosechando confirman que ha habido una reducción entre el 30 y 40% menos que el año pasado. En Cuenca hay unas 270.000 hectáreas de cebada y si sumamos trigos, avena o triticales estamos en torno a las 330.000. Los trigos han sufrido más porque son ciclos de cultivo más largos y en toda la provincia podemos estar hablando de 730.000 toneladas de producción. Cuenca es la provincia de España que tiene más superficie de producción de cebada.
– ¿Aunque hay otras campañas importantes la campaña del cereal marca mucho el año agrícola en la provincia?
Sí, el cultivo de cebada es el que mayor renta produce en el panorama agrícola de la provincia, aunque es cierto que la evolución de la climatología ha producido una merma importante de las expectativas. Estamos en un año complicado porque venimos de producir con unos costes muy altos tanto de energía como de fertilizantes o fitosanitarios y la rentabilidad está en peligro.
Además, en septiembre nos meteremos en otra campaña sospechamos que con precios de energía y fertilizantes también muy altos.
– Me decía que hay mucho más cultivo de cebada que de otros cereales
Sí, así es, de las 330.000 hectáreas que tenemos de cereales de invierno aproximadamente un 85% se dedica al cultivo de cebada, sobre 270.000 hectáreas.
– El sector está sufriendo mucho las subidas del gasóleo, la electricidad, los fertilizantes, etc… pero por otra parte hay un precio del producto que está en máximos históricos. ¿Esa subida de precio de los cereales esa suficiente para hacer rentables las explotaciones de la provincia?
Si las condiciones se hubiesen mantenido según preveíamos a principios de mayo podríamos hablar de un año rentable pero
lamentablemente si con estos costes altos se va a reducir la cosecha en un 35 ó 40% estamos rozando el umbral de la rentabilidad porque la producción, aunque tenga buen precio, no va a tener una compensación económica suficiente que pueda generar liquidez en las explotaciones. El cambio climatológico del mes de mayo se ha llevado el beneficio por hectárea que se preveía al principio de ese mes. Los precios son altos pero se está generando mucha incertidumbre porque la tendencia de esos precios puede ser a la baja y puede poner en duda la compra de fertilizantes, semillas, gasoil, etc… para poder empezar una nueva campaña.
“Si con estos costes altos se va a reducir la cosecha en un 35 ó 40% estamos rozando el umbral de la rentabilidad porque la producción, aunque tenga buen precio, no va a tener una compensación económica suficiente”
– La guerra de Ucrania está afectando a las importaciones de cereales porque tanto Ucrania como Rusia son grandes productores de cereales y otros productos y son proveedores nuestros. ¿De qué manera puede afectar estos acontecimientos a los precios de la producción en España? ¿Los precios van a tender a subir o a bajar?
Nosotros somos deficitarios en cereales, necesitamos importar poca cantidad de cebada, pero sí somos muy deficitarios en trigos, sobre todo de buena calidad, que normalmente vienen de Ucrania y Rusia así como de Francia, Canadá y el Reino Unido. Yo soy de la opinión de que el Mar Negro no va a quedar como estaba y creo que va a haber dificultades a la hora de abastecernos en la misma cantidad de antes con lo cual la demanda va a seguir existiendo y la oferta se va a mover, va a haber una deslocalización de lo que han sido los lugares tradicionales de oferta.
También depende mucho de lo que haga Rusia después de todos los bloqueos comerciales a los que se le está sometiendo. Al final eso va a repercutir en los precios, que van a subir al haber mercancía más limitada y con menos proveedores posibles. No creo que haya problema de desabastecimiento pero sí que pueda haber un desfase de precios.
– ¿Los precios de los cereales han tocado techo o todavía pueden repuntar hacia arriba? Porque con el coste que suponen combustibles, semillas y fertilizantes si los precios bajaran sería catastrófico para los agricultores.
Ese es el riesgo que produce esa incertidumbre porque la reducción de producción no nos da el margen suficiente para poder soportar una bajada de precios. Estamos en una situación complicada porque los costes de producción por hectárea se han duplicado, cuando antes podían estar en torno a 400 ó 450 euros ahora estamos por encima de los 900. Eso traducido en precio de la cebada supone que el agricultor debe tener un rendimiento medio de 3.000 kilos por hectárea y ese rendimiento no se está
consiguiendo en muchas zonas, por eso le decía que el panorama es muy incierto. Ahora mismo la sensación es que el agricultor debe vender y aprovechar esta situación de precios altos y no jugársela a la especulación.
“Nosotros estamos recomendando este año que el agricultor no especule, que si tiene una buena oferta la tome porque con precios altos el riesgo de perder es mayor”
– ¿Su consejo entonces es vender ahora y no guardar el grano por si sube en otoño o en invierno?
Cuando estamos en una tesitura de precios bajos se arriesga poco aguantando la mercancía, pero en una tesitura de precios altos como ahora los compradores de hoy pueden no serlo mañana.
– Estamos viendo la introducción de nuevos cultivos como el almendro, el pistacho, la lavanda, etc… ¿El futuro pasa por la diversificación o esto son aventuras que habrá que ver cómo salen a largo plazo?
Diversificar los cultivos implica el uso de agua. Ahora mismo plantar cultivos leñosos en secano si no tienes un clima que te acompañe, es muy arriesgado, y más en una provincia como la nuestra en la que el frío hace cada año de las suyas, por ejemplo en los almendros, que este año ha sido desastroso con mermas altísimas, con lo cual es muy complicado establecer con seguridad una diversificación de cultivos que tenga éxito. En la agricultura está todo inventado, lo que sí necesita el agricultor son nuevos recursos y cultivos más adaptados a la realidad que nos viene, más rústicos, que soporten mejor la sequía y plagas. En investigación hay que ofrecer al agricultor material vegetal que se adapte a su superficie y a su clima.
– En la provincia de Cuenca hay muy poca superficie de regadío. ¿De dónde vamos a sacar esa agua que es tan necesaria y cómo se puede obtener?
No todos podemos pretender regar todas las superficies que tenemos pero sí es verdad que tenemos derecho a plantear una diversificación a otros cultivos, hortícolas o leñosos, y al final la disponibilidad de tener agua o no depende del Ministerio. España
hay que verla como una gran finca en la que tú quieres tener agua en todas las partes de la finca porque es la única manera de
aumentar la productividad. Yo no digo que se tenga que regar toda la tierra pero sí que todos tengan la oportunidad de regar una parte de sus explotaciones.
– Hablando ya de cuestiones más estructurales que coyunturales ustedes están insistiendo en el deterioro del sector agrícola y ganadero en general
Es muy importante que diferenciemos lo que son problemas coyunturales de los estructurales, de los que el campo tiene algunos muy importantes. Yo señalaría tres problemas estructurales que tiene el campo de nuestra provincia. El primero es el agua, ya que la agricultura del futuro no se puede entender sin agua. Nos enfrentamos a un futuro a medio y largo plazo muy complicado, con precipitaciones diferentes, puede ser que llueva más pero en momentos en los que a lo mejor no lo necesitamos. Tiene que
haber una política nacional clara en cuanto al uso del agua porque me preocupa más el que no puede regar que el que puede regar. La segunda es que tenemos un problema muy importante con las ideologías medioambientales. La presión que está sufriendo ahora mismo cualquier inversión que se haga en el campo es enorme y es penalizada por cuestiones medioambientales. Y la tercera es la necesidad de una política agraria común diferente, porque últimamente sólo recibimos mensajes de que tenemos que reducir el uso de fertilizantes en un 50%, igual con los fitosanitarios, etc…
Una agricultura como la española no puede tener la misma PAC que la que pueda haber en Francia o en Alemania porque sus
productividades pueden soportar penalizaciones de superficies o de uso de fitosanitarios pero nosotros no, nuestra agricultura en el momento que empecemos a recortar en eso va a afectar a la productividad y con un presupuesto de la PAC que cada vez es más reducido. Nosotros vamos a empezar a demandar que la política agraria común que necesita un país mediterráneo no puede ser igual que la de los países del centro de Europa porque nuestras dificultades van a ser mucho mayores. España es el país de la
Unión Europea que más riesgo tiene de certificación, el cambio climático nos va a afectar a nosotros más negativamente y probablemente a los países más septentrionales es probable que les beneficie porque si con el cambio climático desaparecen esas temperaturas mínimas tan bajas van a aumentar la productividad de muchos cultivos e introducir cultivos que hasta ahora no podían tener.
“Yo no digo que se tenga que regar toda la tierra pero sí que todos tengan la oportunidad de regar una parte de sus explotaciones”
– La PAC cambió el sector cuando se puso en marcha pero esa política se ha ido renovando y los agricultores dicen que cada vez les ayuda menos.
Cada vez pone más limitaciones. No es sólo que nos ayude menos porque recibimos menos dinero por hectárea, es que además cada vez tenemos más limitaciones productivas y eso al final se va a convertir en un problema muy importante, sobre todo el año que viene, cuando entra un nuevo régimen de pagos, se tiene que poner en marcha el cuaderno digital de explotación, que va a ser caótico, y si se pone en marcha el nuevo uso sostenible de fertilizantes en los suelos va a ser otra losa para el agricultor.
– ¿La nueva PAC está ya cerrada por completo?
No, esperemos que para final de julio tengamos ya los borradores de reales decretos de aplicación de la PAC. Se tiene que cerrar
todavía el plan estratégico, que incluye el nuevo sistema de pagos, de ayudas desacopladas, conceptos tan importantes como los que definen los agricultores perceptores de la PAC y los ecotemas de ayudas asociadas. Todo eso queda por definir, con lo cual esperemos que el agricultor tenga tiempo suficiente para planificar el nuevo plan de cultivo en su explotación. Al final vamos a convertir a los agricultores en auténticos equilibristas para conseguir el mayor número de euros por hectárea.
– Cuenca ha sido una provincia en general de pequeños agricultores que tenían sus propias explotaciones. ¿La despoblación que estamos sufriendo en la provincia está provocando que las explotaciones sean cada vez más grandes?
Sí así es. En Cuenca cuando se jubila un agricultor la superficie que deja libre no da para que un joven se incorpore, no genera suficiente renta para hacer una incorporación como Dios manda. Por lo tanto o sigue trabajando el agricultor que se jubila o la cede en arrendamiento y va a otra explotación que se va haciendo cada vez más grande. Además, poner en marcha una explotación supone hacer una inversión inicial muy importante en maquinaria, aperos, etc…, y como no tengas base territorial importante no eres capaz de hacerla rentable nunca porque no tienes superficie suficiente para generar ingresos suficientes y rentables, con lo cual el horizonte de las explotaciones en Cuenca va a tender a que sean cada vez más grandes.
El problema es que el sistema de ayudas favorece la fragmentación porque cuanto más grande eres más te penaliza la PAC, con lo cual a un agricultor no le va a resultar atractivo ampliar su explotación porque la PAC le va a penalizar.
– Esta claro que el medio rural está envejecido. ¿Hay una respuesta por parte de los jóvenes que suponga un relevo de los agricultores de nuestra provincia?
No, el agricultor que llega a la edad de la jubilación sigue en la explotación y no se incorporan tantos jóvenes como mayores se jubilan. Sigue habiendo mucha pequeña explotación y los jóvenes que se incorporan lo hacen con una explotación media alta porque con las pequeñas no podrían.
“En Cuenca cuando se jubila un agricultor la superficie que deja libre no da para que un joven se incorpore, no genera suficiente renta para hacer una incorporación como Dios manda”
– ¿Y qué hay que hacer para que el campo le sea atractivo a la gente joven?
La sensación que te queda es que todo el mundo quiere una seguridad jurídica. El agricultor que cede sus tierras en arrendamiento tiene que tener la garantía jurídica suficiente de que las puede recuperar y el agricultor joven necesita más apoyo de la administración. Para mí no son atractivas las ayudas que se están dando para incorporaciones de jóvenes a la agricultura. Son insuficientes y creo que las incorporaciones tienen que estar dotadas de mucho más dinero y compromiso. Un agricultor cuando empieza necesita liquidez y tiene que hacer planes empresariales a más de cinco años.
– ¿Con todo este panorama qué futuro tiene la agricultura en nuestra provincia?
Yo lo resumiría en una frase: el campo muy pronto va a decir hasta aquí hemos llegado porque el panorama es tremendamente complicado, pero no porque el agricultor no pueda sembrar una parcela sino porque va a tener tanta presión administrativa y
gubernamental para poner en marcha su explotación que va a ser un horror. Y gracias a Dios se está produciendo un fenómeno que antes no se había producido, hemos roto la cadena, hasta hace siete u ocho meses los precios se construían de arriba hacia abajo.
Una gran superficie decía que no podía vender la leche a más de 0,80 y a partir de ahí voy para atrás. Ahora está ocurriendo lo
contrario porque la cadena no puede aguantar tanta presión y hemos dicho que no podemos servir el producto a esos precios, o
repercuto mis costes o no puedo, y ahora se están empezando a construir los precios de abajo hacia arriba. Pero el campo muy pronto va a decir hasta aquí hemos llegado.