«El 95% de las familias que vienen al Proyecto Arraigo con hijos superan la barrera del primer año»

Entrevista con Enrique Collada Sánchez, director del Proyecto Arraigo en Castilla-La Mancha

Enrique Collada Sánchez es, desde la llegada de esta iniciativa a la región, director del Proyecto Arraigo en Castilla-La Mancha. En Cuenca se introdujo en el año 2022 y, desde entonces, se han establecido en la provincia 94 personas de 37 familias.

El Proyecto Arraigo surge en la provincia de Soria en 2017, ¿es así?
Eso es. Surge cuando el fundador, Enrique, siempre cuenta que estaba paseando y conociendo con sus hijos los pueblos abandonados de Soria, de donde es. Cuenta que vio un panorama desolador que, además, pintaba peor en muchos rincones de España. A partir de ahí, Arraigo nació como una iniciativa, no como la empresa que somos ahora. Una iniciativa hablando con los pueblos de allí para intentar repoblarlos.

¿Cómo pasa de ser esa iniciativa a empresa?
Realmente se vio que había mucho interés por parte de distintas familias en mejorar su calidad de vida, o eso entendían ellos, yéndose a vivir a los pueblos. Había una parte de la población que entendía que, para mejorar sus condiciones, el mundo rural era una opción muy buena. También la necesidad de muchos Ayuntamientos que veían que había habido un descenso de población enorme y, o lo revertían, o los pueblos desaparecían. Esas fueron las razones. Mientras vas hablando con los Ayuntamientos, con Diputaciones y Asociaciones, el proyecto va creciendo y generando interés y, al final, de lo que nos damos cuenta, es que Arraigo necesita un trabajo profesional. Ya no vale una iniciativa de personas en el tiempo libre. Es un problema serio que tiene España y que necesita de metodología, que es complejo porque hay que hablar de vivienda, empleo, integración… Y así surge lo que llamamos Servicios Poblacionales, que los planteamos como servicios profesionales que pueden realizar los Ayuntamientos y que, de hecho, pensamos deben realizarlos, tiene que ser una competencia nueva de las entidades locales, para frenar el declive demográfico.

En vuestra web aparece que, actualmente, estáis presentes en nueve provincias.
Seguramente no estará actualizado, porque hemos empezado justo ahora en Salamanca, que no estábamos. Y dentro de poco también vamos a estar en Jaén y en Albacete, que terminamos ahí un proyecto y lo vamos a volver a empezar.

«Necesitamos alcaldes que sean proactivos a la hora de conseguir viviendas y empresas, son la llave»

A Cuenca llegáis en 2022. ¿Con qué pueblo? ¿Cuál fue el primero en unirse?
El interés surgió de varios pueblos, igual que del presidente de la Diputación. De hecho, en un encuentro en Soria, en la Feria Nacional de la Despoblación (PRESURA), Álvaro Martínez Chana conoció al fundador de Arraigo. Entonces Elena Carrasco, la que era entonces vicepresidenta, junto a otros Ayuntamientos, nos llamaron y empezamos a sondear cuál era el interés de los municipios de la provincia de Cuenca. Sí que hubo varios y el proceso fue llegar a Diputación y enviar una carta a los Ayuntamientos para ver quiénes respondían. En ese primer intento tuvimos unas 39 respuestas. A raíz de eso se presupuestó un proyecto inicial en el que se escogieron diez pueblos teniendo en cuenta la población, la capacidad de vivienda y la proactividad de los alcaldes. Ahí estaban Huete, Belmonte, Cañete, Villaescusa de Haro y Huerta del Marquesado, entre otros. Siete de esos diez han repetido y otros, por diversas razones, pues al final lo han dejado. Por ejemplo, en Almendros fue muy difícil encontrar viviendas y decidimos que no podíamos seguir; y en Villaescusa de Haro, a pesar de que llegó una familia y se pudieron desdoblar clases, hubo un problema de una enfermedad en las granjas de corderos, se perdieron muchos puestos de trabajo y eso lo dificultó todo. A veces pasa, que llegan esas circunstancias que son difíciles de controlar.

¿Y cuáles son los planes para 2024?
Pues bueno, estamos muy contentos, porque este año estamos trabajando con 24 pueblos, y además ahora vienen los meses buenos de visitas. Este año hemos estado trabajando desde septiembre en posibles arraigos. La verdad es que en 2023 hubo un frenazo entre que salía el siguiente contrato, así que desde enero hasta septiembre estuvimos un poco parados. Pero reanudamos y, desde septiembre, hemos conocido los pueblos, las oportunidades, hemos aumentado el número de técnicos de territorio de cuatro a once, les hemos formado para ayudar a encontrar empleos y viviendas y, la verdad, las expectativas son muy buenas. Ya tenemos familias interesadas y empleadores interesados en ciertos perfiles que les hemos pasado. Así que hay expectativas de que en los próximos meses, entre marzo y abril, cerca de diez familias puedan llegar a los pueblos. Es ahora con el buen tiempo cuando se empiezan a ver los resultados. Además, normalmente lo que pasa es que, cuando vienen con hijos, no llegan hasta que ha acabado el curso escolar para no moverles antes de que acabe el curso. A partir de junio empezarán a ser los mejores meses para recibir familias en la provincia.

Comentabas que son 24 pueblos los que forman parte del proyecto en Cuenca. Aunque no sean todos, ¿cuáles son?
En la Serranía tenemos El Pozuelo, Carrascosa, Puente de Vadillos, Beteta, Tragacete, Vega del Codorno, Cañete, Salvacañete y Huerta del Marquesado. En la Alcarria están Huete, La Peraleja, Torrejoncillo del Rey, Cañaveras, Villar de Domingo García, Belmonte, Belmontejo, Vara del Rey, Cardenete, Enguídanos, Piqueras del Castillo y Almodóvar del Pinar.

«Todo lo que aporta una familia nueva a un pueblo es un valor intangible muy difícil de calcular»

Parece que, sobre todo, se trabaja en Serranía y Alcarria, ¿qué pasa con La Mancha y la Manchuela?
Pues mira, en Mancha y Manchuela, la verdad, es que nos llevamos una sorpresa porque no hubo tanto interés, las cosas como son. A lo mejor es porque, en general, son poblaciones más grandes. Si te fijas, en Serranía y Alcarria son pueblos muy pequeñitos y notan más esa necesidad.

¿Qué tipo de personas suele atraer el programa? ¿Cuál es el perfil?
Hay todo tipo de perfiles. No suele ser gente muy mayor ni muy joven, suelen estar entre los 35 y 50 y pico años. Hay de todo, porque hay quien viene con su familia y quien lo hace individualmente. Tenemos unas estadísticas que nos dicen que el 95% de las familias que vienen con hijos arraigan y duran más de un año, pasan ese escalón que es bastante determinante. Pero, cuando es solo una persona, el índice baja entre el 50 y el 60%. Tenemos un índice de fallo más grande, porque el arraigo es más difícil, la integración es más complicada cuando es uno solo. Pero vienen todo tipo de familias: que quieren un trabajo en algún sector que les gusta y al que se dedican; que tienen algún proyecto de emprendimiento, como el que hemos visto ahora en Saelices que han abierto su panadería; personas que viven en España; ahora estamos trabajando mucho con la oficina internacional… En este caso son, sobre todo, descendientes de españoles por una simple razón: tienen el pasaporte y les habilita el poder trabajar de forma casi inmediata. En origen hacemos un proceso de selección, solucionamos las dudas y los problemas que puedan tener y luego se vienen a España. En el caso de España sobre todo vienen de Madrid, Barcelona y Valencia, que son las grandes ciudades y se nota que buscan otro estilo de vida, con el precio de la vivienda más asequible, con más espacio, más tranquilidad, con más vida social con los vecinos… También tenemos pensionistas, teletrabajadores… Hay una variedad enorme.

En la web hay un formulario para territorios que quieran formar parte del Proyecto Arraigo y también comentabas que, al principio, fue la propia Diputación la que se interesó. ¿Qué maneras tienen los municipios para apuntarse?
Cualquier municipio puede hacerlo. Nos pueden llamar, estudiamos su pueblo y le hacemos una oferta en base a las oportunidades que vemos que tiene. Pero sí que es verdad que, al final, mantener al personal del proyecto es caro. Por eso pensamos que es la Diputación la que tiene que dar ese servicio. Para que os hagáis una idea, ahora mismo la Diputación de Cuenca costea, aproximadamente, el 90% del proyecto y el otro 10% lo ponen los Ayuntamientos en forma de cuotas. Entendemos que debe haber una cuota, aunque sea simbólica, que muestre el compromiso del Ayuntamiento. Nosotros no vamos a cualquier sitio, seleccionamos los municipios. Por eso enviamos una carta, porque solo nos interesa trabajar con aquellos que realmente son proactivos y están interesados en esto. Por una simple razón: a veces es por una cuestión de tiempo, a veces porque no parece que la repoblación no es urgente… Necesitamos alcaldes que sean aliados a la hora de conseguir vivienda y de hablar con los propietarios y las empresas, porque son una llave muy importante. Aunque tengamos técnicos de territorio, su papel es fundamental. Si el alcalde no funciona, los servicios poblacionales no funcionan. Si un Ayuntamiento quiere entrar, estudiamos la viabilidad pero claro, deben pagar lo que es el proyecto completo; mientras que, con la Diputación, lo que conseguimos es poder rebajar mucho la cuota de esos Ayuntamientos que entran.

«En los próximos meses van a aparecer proyectos empresariales gracias a las personas que vienen con Arraigo»

¿Qué tiene la provincia de Cuenca para atraer tanto a este Proyecto como a las personas que se acogen a él?
Pues es que es una provincia muy diversa. Tiene Serranía, tiene Manchuela, tiene cerca otros núcleos como Madrid y Valencia. Es una provincia muy atractiva. Por ejemplo, hay mucha gente que toda esa zona de la Alcarria le gusta por la proximidad. Pueblos como Saelices o El Hito gustan porque están cerca de Madrid. Luego hay otra gente, los perfiles más teletrabajadores o artesanales, que consideran la Serranía Alta como un privilegio. No sé si hay zonas en España más bonitas, es de lo más bonito que hay. Es una provincia muy diversa, que no te pilla a cuatro horas de Madrid o Valencia, y eso es atractivo para mucha gente que quiere hacer el cambio pero sin alejarse mucho de los suyos. Por eso creo que Cuenca está funcionando tan bien.

Desde 2022, ¿cuántas personas han llegado a Cuenca?
El último informe que tenemos es de 90 personas que están empadronadas ya en los pueblos de la provincia. Para nosotros es un dato muy bueno, sobre todo en aquellos pueblos en los que lo que aportan es aún mejor. En aquellos sitios en los que no se cierra la escuela o se amplían las clases, en los que se reabren negocios cerrados hace tiempo. Todo esto es lo más positivo que te llevas del proyecto. Creo que es un valor intangible muy difícil de calcular, todo lo que aporta una familia nueva a un pueblo.

Ponías antes de ejemplo la panadería de Saelices, ahora hablas de las escuelas. ¿Qué se ha conseguido en estos pueblos con la llegada de estas familias?
Muchas veces se involucran dentro de la vida social del pueblo y son dinamizadores de sus asociaciones, o reabren comercios y servicios que antes no existían. Ahora, por ejemplo, queremos ver si podemos ayudar a las farmacias rurales, ver si encontramos oportunidades y gente, porque es un servicio muy importante. Luego, en otros casos, tenemos gente que ha llegado trabajando por cuenta ajena pero con idea de montar su propio negocio. No queremos adelantar nada, pero siempre suele pasar. El trabajo de Saelices es uno en el que la persona lleva unos doce meses trabajando en ello. Los arraigos de emprendimiento siempre tardan en el tiempo, pero creemos que pueden dar buenas noticias porque hay gente que viene con sus proyectos, no se atreven por la incertidumbre de iniciarlos en un lugar nuevo, pero en los próximos meses van a aparecer proyectos empresariales gracias a Arraigo y a las personas que vienen con él.

«El Proyecto Arraigo enseña que hay familias que están deseando irse a los pueblos, que hay mucho interés»

Entiendo que después de que se establezcan hacéis un seguimiento.
Sí, es importantísimo. A veces ocurren cosas. Hay matrimonios que se separan, hay quien no pasa el periodo de prueba de un trabajo y les despiden cuando ya han llegado… Nosotros procuramos siempre estar ahí. También está la figura del Grupo de Acogida, que son personas voluntarias de dentro del pueblo que se encargan de integrar a la población. Siempre estamos ahí, pero con la mirada de que sean independientes y se integren. En los primeros pasos y en los primeros resbalones siempre vamos a ayudar, pero la idea es que poco a poco la familia se integre en el pueblo y ya no sea necesario ningún técnico. De hecho, nos damos cuenta de algo muy curioso en sitios donde ya llevamos trabajando cuatro o cinco años: los propios nuevos vecinos son repobladores. Hablan con amigos, compañeros y conocidos de otros lugares y consiguen atraer a nueva población. El Proyecto Arraigo está dejando una semilla muy buena, que es que, en algunos casos, ya no hacemos falta porque la gente que se fue a vivir ahí atrae a nueva población.

Ese 40-50% de fallo que comentabas antes con las personas solas, ¿cómo se hace para poder revertirlo?
Es muy difícil, porque estamos hablando de personas. Y hay muchas circunstancias. ¿Cómo se hace para que alguien no se eche pareja en otro lugar? ¿Cómo se hace para que se divierta con las actividades del pueblo y no acabe yéndose todos los fines de semana a otro sitio o una gran ciudad porque siente que ese no es su lugar? Hay una parte muy importante de filtrado para que conozcan cómo es el mundo rural y nosotros siempre estamos vigilantes, pero hay otra parte muy difícil, porque cada persona es un mundo. Dentro del 5% que fallamos dentro de las familias, es que hay algunas que se separan, hay personas que mueren, hay enfermedades… Son tantas las casuísticas que se escapan y nos hacen tener ese porcentaje de fallo. Hay que darse cuenta de que, y es lo bonito también, estamos haciendo que personas emprendan una nueva vida en un nuevo sitio, con lo complicado que es, con las casuísticas que se pueden dar, y que necesitan un técnico que esté dando respaldo.

Claro, al final el mundo rural es duro y tampoco es para todos.
Eso por supuesto. A nosotros nos parece clave poder transmitir que nosotros lo que hacemos es seleccionar personas, no traerlas y ya está. Tienen que conocer cómo es el pueblo en realidad y no queremos que vengan porque quieren una vivienda más barata o porque estén buscando un trabajo desesperadamente. Queremos que vengan para mejorar su calidad de vida y entiendan que eso es lo que va a pasar en los pueblos. Esa es de las cosas que tratamos de averiguar en esa selección y en esas entrevistas: cuál es la razón de venir al pueblo. Si no es por mejorar la calidad de vida, no nos vale.

«No tenemos una España vaciada, tenemos una España de oportunidades deseando ser descubiertas y aprovechadas»

¿Qué necesitaría la provincia para acabar con la despoblación?
Yo creo que lo más importante son las medidas de todo tipo. Están las indirectas, en las que Castilla-La Mancha es referente indudable con la Ley de Lucha Contra la Despoblación. Una estrategia que tiene en cuenta las medidas fiscales, los servicios públicos y reinventarlos como con el transporte a demanda. Es vital que los gobiernos superiores sienten las bases y las condiciones que hagan más fácil la vida en estos entornos. Y luego, medidas directas como esta. Hace falta poner en valor cómo es la vida en los pueblos, hace falta dar a conocer una visión de los pueblos que no es decrépita o sin esperanzas. El Proyecto Arraigo enseña que hay familias que están deseando irse a los pueblos, que hay mucho interés y que están tan a gusto y tan contentos. Es una parte del relato importantísima. Igual que transmitir que hay muchas oportunidades en los pueblos, que no nos equivoquemos. Nos cuesta cubrir muchos puestos de trabajo en oficios, pero también necesitamos arquitectos municipales, secretarios interventores y médicos. Sí hay trabajo, sí hay necesidades, sí hay oportunidades de emprendimiento en torno al turismo, la bioeconomía forestal… Es lo que hay que transmitir, que no tenemos una España vaciada, tenemos una España de oportunidades deseando a ser descubiertas y aprovechadas y, quizá, tenemos a muchas personas que ya no conocen lo que es la vida en el mundo rural y tendrán que volver a enamorarse de lo que es esto. Los que vivimos aquí lo conocemos, pero es difícil enamorarse de lo que no conoces. Hay que hacer esfuerzo con programas como el Erasmus Rural, la responsabilidad de los medios de comunicación de transmitir una visión optimista de los pueblos… Y habrá pueblos que no tengan ese ánimo y no tengan ese proyecto de futuro, pero hay pueblos con muchísima vida, muchísimas ganas y la vida es espectacular. Eso es lo que hay que transmitir.

Y, por último, ¿qué necesidades tiene el Proyecto Arraigo?
Nosotros, sobre todo, creemos que podemos hacer una labor mucho más importante en el tema de la vivienda. Pero necesitamos recursos para que rehabilitar sea más fácil, para que gestionar los alquileres sea más fácil. Hemos estado hablando con Diputación, con la Junta, incluso estuvimos reunidos hace poco con la ministra para hablar sobre la vivienda. Eso va a ser esencial. Estamos trabajando mano a mano con el Gobierno autonómico porque es de los pilares más esenciales. También concienciar a las empresas de lo importante que va a ser la inmigración en los próximos años y lo importante de trabajar con nosotros y ofrecer los puestos de trabajo a entidades que buscan ubicar a sus trabajadores en los pueblos, no solo en las capitales de provincia. Que también es importante, porque vemos cómo las ciudades medias sufren la despoblación. Buscamos la conciencia social de las empresas de que hace falta trabajar en programas como estos, igual que la vivienda para la integración social de las personas que van a los pueblos a trabajar.