Cuando volver a trabajar con 59 años significa «volver a sentirte viva»

Los mayores de 45 años son un sector que se encuentran con muchas dificultades a la hora de encontrar trabajo. La historia de Alicia es una de esas que termina con final feliz

Alicia Zamora, pescadera en Carrefour

La pandemia provocada por el coronavirus, y la actual crisis económica derivada de esta, han dejado al descubierto grandes problemas a los que tiene que enfrentarse la sociedad española. Como en cada crisis, uno de los aspectos más castigado es el trabajo.

Así es habitual encontrarse en los medios noticias sobre como el COVID-19 ha afectado con dureza a que los jóvenes puedan incorporarse al mercado laboral dentro un marco digno. Sin embargo, la realidad demuestra que hay un fragmento de edad en el que encontrar trabajo se ha convertido en misión imposible.

Según la Encuesta de Población Activa (EPA) de 2021, los mayores de 54 años en desempleo era del 12,3%. No es un índice alto en comparación con el 30% de menores 25 años, sin embargo, el problema reside en la inserción laboral de esas personas paradas. En España, el 33% de los jóvenes entre 18 y 34 años en situación de desempleo, se mantiene así después de 12 meses. En el grupo de entre 35 y 44 años, el porcentaje aumenta al 49%. Los mayores de 45 años son los grandes perjudicados y casi el 70% continúa desempleado tras 12 meses.

Por lo tanto, los mayores de 45 están casi condenados a convertirse en parados de larga duración. Según los estudios de Generation, una organización sin ánimo de lucro que investiga la inserción laboral en diferentes edades, la causa de esta discriminación laboral se produce por: «Mayor reticencia de este grupo de edad a probar nuevas tecnologías, incapacidad de aprender nuevas habilidades, y la dificultad para trabajar con compañeros de una generación diferente».

Alicia Zamora de 59 años cuenta cómo ha sido volver a trabajar después de dos años en paro

Volver a la vida con 59 años gracias a la inserción laboral

Para este fragmento de la población por encima de los 45 años, la búsqueda de un nuevo empleo se convierte en una obsesión, y en ocasiones ese sentimiento se convierte en frustración y baja autoestima cuando no se encuentra una oportunidad laboral. Alicia Zamora es una conquense que puede representar a la perfección los casos que viven miles de personas anónimas cada y que se chocan contra un muro de prejuicios a la hora de encontrar un trabajo.

Zamora, de 59 años, se encontraba en paro desde hacía dos años. Después de más de tres décadas viviendo en Madrid, encontrándose con puertas cerradas en las entrevistas de trabajo, y con la pandemia de por medio, Alicia decidió volver a sus raíces, y como el que encuentra sin buscar, ha conseguido encontrar trabajo como pescadera en Carrefour.

«Me encuentro Fenomenal, me encuentro muy bien, me encuentro viva. Yo me sentía ya como un desecho», confiesa después de ser una de las beneficiarias de los Planes de Empleo de Cruz Roja en Cuenca, donde su hermana es voluntaria. Ahora tras trabajar seis meses en la cadena de supermercados declara que no alquiló un piso propio hasta que no comenzó a trabajar, una situación económica por la que pasan muchos desempleados en la provincia y en toda España.

Con 59 años a sus espaldas, esta conquense había trabajado en todo lo que había podido: con una tienda propia de frutos secos, de teleoperadora, como seguridad en centros comerciales, así como en una ortopedia; sin embargo, un día se quedó sin trabajo y todas las oportunidades laborales que ofrece la capital de España se cerraron para ella: «Tú vas, te escuchan, pero luego cogen a la gente más joven. Es un handicap muy grande. Es que lo que pasa en las empresas es muy raro, quieren a gente con experiencia, pero a la hora de la verdad quieren gente joven, es una cosa que no cuadra», recuerda con indignación como «ya pensaba que no iba a tener otra oportunidad».

Sobre su nuevo puesto de empleo se muestra tremendamente agradecida y destaca la relación «fenomenal» con sus compañeros y como trabajar con pescado, un puesto del que los supermercados no encuentran perfiles para contratar, no le ha importado y se encuentra encantada: «Hay que hacer lo que hay que hacer, el caso es trabajar, a mí no se me pone nada por delante», dice orgullosa, pero también con la humildad de quien admite que «no se termina de aprender nunca».

A la pregunta de que destacaría de la gente de su edad para contratar afirma que ella no «discriminaría ni a gente joven ni a gente mayor, todos tenemos derecho a trabajar». Alicia admite que la gente joven tiene que adquirir experiencia, que la única discriminación que haría sería «para quien no vale para trabajar, porque también los hay».

El caso de Alicia es el caso de quien no se rinde y cuando está a punto de bajar los brazos encuentra esa ayuda que no esperaba. Eso sí, a pesar de la ayuda siempre con el esfuerzo personal por delante. Un caso de los de ‘quien la sigue la persigue’ y que debería servir como ejemplo en dos sentidos; en el de las personas mayores de 45 años que se encuentren en búsqueda de empleo para que no se rinda; y también, en el de las empresas, para que no olviden que contratar experiencia y ganas de trabajar es posible en este sector de la sociedad que tanto ha luchado y que quiere seguir haciéndolo.