EUROPA PRESS
Ante el avance del coronavirus en toda Europa, varios conquenses a lo largo de todo el continente viven diferentes situaciones, todas ellas marcadas por las restricciones de movimientos en sus territorios.
José Carlos, conquense de Santa María del Campu Rus y residente en la capital belga, explica a Europa Press que en Bruselas la situación «está relativamente tranquila, aunque hay un poco de preocupación».
Hasta principios de esta semana la respuesta oficial había sido «tenue» por parte de las autoridades, toda vez que es un país «muy complicado, dividido entre flamencos y valones y con una lucha política constante», lo que provoca que no haya un Gobierno estable.
Por ello, la respuesta oficial ha sido leve y «con mensajes contradictorios», y la única medida eficaz que se proponía era la de mantener «distancia» entre ciudadanos.
En los últimos días han decretado medidas más drásticas, se han prohibido las clases de Primaria y Secundaria, se han cerrado bares, se han cancelado eventos y solo farmacias y supermercados pueden permanecer abiertos en fines de semana.
Estos anuncios «generaron ansiedad» con avalanchas en los supermercados. «Papel higiénico, aceite… la gente llenaba los carritos como si se acercase el fin del mundo».
También en la capital belga se recomienda permanecer en casa y están cumpliendo, si bien los parques de la ciudad «están repletos» aprovechando el buen día.
En cuanto a su situación personal, trabaja como funcionario en la Comisión Europea, y desde este lunes todo el personal ya puede teletrabajar hasta el 29 de marzo.
PAULA RUBIO, PROFESORA EN VARSOVIA
De su lado, Paula Rubio, de La Parra de las Vegas (Cuenca), residente en Varsovia, cuenta desde la capital polaca que ya en la celebración del Año Nuevo Chino el Gobierno empezó a controlar a pasajeros del país asiático que llegaban. El primer caso positivo en la capital de Polonia fue el de una española.
La primera muerte reportada fue el pasado miércoles, y a partir de ahí «empezó la cosa a ponerse seria». Cancelaron la actividad docente y este lunes se ha decretado el cierre total, lo cual le afecta, toda vez que imparte clases en una escuela de idiomas y en una escuela infantil.
Por su tipo de contrato, Rubio sí tiene derecho a Seguridad Social, pero cobra por hora trabajada. «Pero ante todo, hay que apelar a la responsabilidad de la gente», asegura.
«Como país, han actuado muy rápido. Han visto el caso de países vecinos y han tomado medidas. Polonia tiene un Gobierno muy conservador y es fácil cerrar fronteras», explica. «Solo puedes entrar si eres polaco o residente que trabaja en Polonia».
DAVID HIGUERAS, INGENIERO EN OSLO
En Noruega, la cosa se empezó a poner «fea» desde el miércoles, según relata el ingeniero de Caminos David Higueras (Bascuña de San Pedro). Tras el aviso del cierre de sistemas educativos del miércoles, el mismo jueves el Gobierno decretó las medidas de contingencia.
Guarderías cerradas desde el viernes, pero para aquellos niños cuyos padres trabajen en «actividades críticas» para el Gobierno –policías, bomberos, etcétera–, podrán seguir siendo atendidos en centros escolares.
A nivel laboral, la multinacional española donde trabaja envió la circular para que todos los trabajadores desempeñaran su labor desde casa. «Y una hora de trabajo en casa es casi más eficiente que un día de oficina».
En todo caso, «no se ve mucha alarma social». «La gente aquí está tranquila. En los supermercados, la gente compra, pero sin exagerar. Y papel higiénico todavía hay», bromea.
Eso sí, toda persona que haya llegado a los países nórdicos a partir del 27 de febrero desde el extranjero, «tendrá que estar un total de 15 días de cuarentena».
DÉBORA, DE CUENCA A ÁMSTERDAM
Débora, también conquense, reside a 30 kilómetros de Amsterdam, donde asegura que la gente «empieza a tener más empatía y no está entrando en pánico» como en otros países. «La gente lo toma de forma muy natural», asegura. Incluso ella misma ha decidido quedarse en Holanda para evitar posibles contagios. «Creo que es la responsabilidad más cívica que podamos tener los que estamos fuera de España».
En todo caso, no hay mucho «pánico», y a la hora de ir al supermercado, incluso los ciudadanos aprovechan para suministrarse a comercios de todo el país y en pequeños pueblos, no solo en la capital holandesa.