El caso de los muflones en la sierra de Altomira: una especie que arrasa cultivos de girasol

Eduardo Muñoz, un joven agricultor de Garcinarro, asegura que "este es un problema que viene desde hacer alrededor de 15 años"

Los muflones han llegado a la sierra de Altomira para quedarse. Tal es así que están arrasando los cultivos de girasoles en la provincia dejando huérfanos de esta planta a muchos agricultores que centran gran parte de su año en la pipa.

Eduardo Muñoz es un agricultor de la localidad de Garcinarro que ha sufrido la invasión de manadas de esta especia a sus cultivos. Eduardo asegura que «el muflón lleva alrededor de 15 años por la zona de la sierra, aproximadamente desde el incendio de Buendía en 2003 se han dejado ver, pero cada año han ido apareciendo más porque se han ido reproduciendo».

El joven trabajador afirma que el gran problema reside «en que los cazadores -que tienen permisos especiales para poder matar a esta especie- solo matan a los machos por el trofeo, no para comer su carne porque no es buena. Entonces al haber siempre hembras, con que quede un macho puede hacer que se reproduzcan de igual manera, y eso es lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo».

Eduardo comenta, además, que aunque el cereal y los olivares también son comidos y frecuentados por manadas de muflones, «casi siempre se puede salvar algo de sus cosechas». No ocurre los mismo con el girasol que, según indica, «al ser una planta que está jugosa en verano, es muy atractiva para estos animales, que se la comen y te dejan sin un cultivo que ha llevado mucho trabajo».

Otro de los principales problemas que ve este joven agricultor afectado es que «en invierno los muflones bajan a las cosechas a cualquier hora, pero en verano solo bajan a las tres o las cuatro de la mañana. Por lo que a esa hora no hay ningún cazador que se quede para matar a un animal que no se va a comer».

Además, Eduardo ha querido poner ejemplos para que se entienda la magnitud del problema y es que «es más fácil ver un muflón que a una persona en invierno. Es muy raro salir a la calle y no ver ningún muflón».

Para solucionar la situación, las únicas posibilidades que ve el joven de Garcinarro es que «los propios agricultores consigamos licencias o permisos de caza para proteger nuestras cosechas o que la Junta se encargue de contratar a gente para defender nuestros cultivos o para matar hembras porque el girasol está desapareciendo».