Óscar Martínez
Cuando hablamos o escribimos de algo o de alguien es señal inequívoca de que su recuerdo perdura en el tiempo y en muchos casos en la memoria que no se ha dejado arrasar por el paso de los acontecimientos. Federico Muelas, como ha dicho y escrito Florencio Martínez Ruiz (su más fiel biógrafo, estudioso y conocedor de manera indiscutible), “su figura necesita nuevas inmersiones con el fin de extraer todos los jugos de su personalidad humana y literaria”.
Hace poco leíamos en La tribuna de Cuenca la noticia de la aparición de una publicación de la “que no había noticia alguna” de Federico Muelas en la Biblioteca Municipal del Centro Aguirre, de un Cuaderno de 16 páginas titulado “Villancicos olvidados” impreso en Madrid, en 1945, con dibujos y grabados de José G. de Ubieta y Rafael Pena.
Esta noticia es muy positiva, nos ayuda a no olvidar el rastro vital y poético de Muelas, pero a la vez nos recuerda que no todo está dicho, ni mucho menos, sobre la obra de Federico. Hay un matiz del que no podemos estar seguros, y es que no hayan citado o hablado sobre esta y otras publicaciones en esos miles de artículos, notas, entrevistas, reportajes, películas, y todo tipo de referencias sobre Federico Muelas.
Dice José Luis Muñoz en su artículo que: “nadie cita la existencia de este trabajo”, no es del todo cierto, en un artículo de los muchos que se escribieron y publicaron en el suplemento extraordinario de la “Revista Cuenca” editada en 1975 por la diputación de la provincia, con motivo de la muerte del “bardo de Contrebia” aparece un texto de Clementino Sanz y Díaz, sacerdote y bibliófilo(muchos años después polémico amante de lo ajeno), en el que recuerda que volviendo a España de vacaciones estuvo en la biblioteca de su hermano mayor Pepe Sanz y Díaz, en la que encontró una hermosa dedicatoria en un libro a su hermano que decía “A Pepe Sanz y Díaz, gran escritor excelente amigo y cuasi conquense, con la ventaja enorme del cuasi”. Estaba en la portadilla de sus “Villancicos olvidados”, publicados por el año 1945 por ediciones “Sagitario”.