Hoy, 5 de marzo, celebramos el Día Mundial de la Eficiencia Energética. Y lo hacemos en un momento crucial, puesto que estamos transitando hacía un nuevo modelo económico hipocarbónico, donde el uso eficiente y racional de la energía resulta de vital importancia para materializar la transición energética de nuestra economía.
Podemos y queremos destacar que conceptos como energías renovables, ahorro o eficiencia energética, que hoy en día se usan en la calle o en los medios de comunicación con total cotidianidad, fueron integrados por los ciudadanos castellano-manchegos en nuestra tierra hace ya más de una década, y no sólo en su vocabulario, sino también en su ‘modus operandi’.
Nos enorgullece poder decir que nuestra región ha sido pionera en la apuesta por un modelo energético renovable y sostenible. Plasmamos hace 13 años este compromiso en una norma de rango legal, la Ley 1/2007 de 15 de febrero, con el objetivo de fomentar las energías renovables, incentivar el ahorro y promover la eficiencia energética en la región.
Por tanto, no es casualidad que Castilla-La Mancha sea una región líder en potencia eléctrica renovable instalada y una comunidad puntera, tanto en tecnología eólica, como en tecnología solar (fotovoltaica y termosolar), sin olvidarnos de la energía procedente de la biomasa que está creciendo en paralelo. Estas circunstancias nos permiten afirmar que contamos a día de hoy con un “mix energético” diversificado, cuya seña de identidad es el peso de las renovables que aglutinan el 74% del total de la potencia eléctrica instalada en la región.
En nuestra apuesta por el desarrollo sostenible dentro de un nuevo modelo económico regional bajo en carbono, actuamos en clara sintonía con la línea marcada por los acuerdos internacionales y las políticas de energía y clima de la Unión Europea, que tienen como objetivo mejorar la eficiencia energética en 2030 al menos un 32,5%.
También vamos de la mano en esta materia con el Gobierno de España compartiendo su objetivo de mejora de eficiencia energética en un 39,5 % dentro del Marco Estratégico de Energía y Clima, horizonte 2030.
En Castilla-La Mancha somos conscientes del potencial que tienen los recursos que la naturaleza ha puesto a nuestro servicio. El sol, el viento, o la biomasa forestal jugarán un papel crucial en el futuro Plan Estratégico para el Desarrollo Energético de Castilla-La Mancha horizonte 2030.
Llegados a este punto, somos ambiciosos y no nos conformamos con lo conseguido hasta ahora. La apuesta por las energías limpias no tiene vuelta atrás. No sólo las vamos a seguir fomentando, sino que buscaremos mediante el Plan Estratégico aumentar la producción eléctrica de origen renovable; incrementar el porcentaje total de energía final de estas fuentes limpias e impulsar el autoconsumo y la generación distribuida.
Con el Plan Estratégico regional también perseguimos una doble reducción, la de la intensidad energética, a efectos de hacer más competitivas nuestras empresas, y la que notarán nuestros ciudadanos en sus bolsillos, es decir, la reducción en sus facturas energéticas.
Importantísimo también, y uno de los objetivos claros y prioritarios de la normativa que estamos desarrollando, es la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Aquí queremos hacer especial hincapié en nuestros usos y costumbres respecto al transporte. Abogamos por un cambio significativo, y la apuesta va encaminada a ir implantando modelos eléctricos.
No queremos olvidarnos de otro aspecto a resaltar, como es la potenciación de los activos energéticos entre los que se encuentran las redes de transporte y distribución de energía. Queremos contribuir a la exportación de energía, y en paralelo, mejoraremos las infraestructuras energéticas para seguir avanzando en nuestra transición.
Por lo tanto, tenemos muy claro que en Castilla-La Mancha, eficiencia energética y energías renovables van de la mano. Nuestra capacidad como sociedad para ser energéticamente eficientes va a condicionar nuestro futuro y el de nuestros hijos. Debemos ser ambiciosos, pero conscientes de que la descarbonización requiere de la participación de todos los actores implicados: empresas, administraciones -con un papel ejemplarizante-, centros de conocimiento y, por supuesto, de la ciudadanía.
Sigamos dando ejemplo desde aquí. Energías renovables y eficiencia energética son un coctel perfecto que escenifican un cambio de modelo para dejar a nuestras generaciones presentes y futuras una región económica, medioambiental y humanamente sostenible.