Comisión de Mayores de la Residencia San Joaquín y Santa Ana, Campos del Paraíso
Ya se sabe que a las personas mayores nos gusta saber de todo, para opinar de lo que salga. En toda mesa de Residencia hay dos expertos por cada tema, por lo menos (para poder llevarse la contraria y discutir, que si no las horas son monótonas).
Así, en la Residencia de mayores San Joaquín y Santa Ana nos ha dado por sentirnos importantes, al menos para nuestras familias, a las que hemos sacado adelante desde etapas más duras que la que vivimos (con perdón, que parece que estamos ante el fin del mundo).
Y, puestos a recordar, hemos recordado que hace dos años, más o menos, éramos la prioridad ante la pandemia de un virus, los más vulnerables, y parecía que toda España se ponía patas arriba para protegernos. Por eso nos dejaron sin salir y sin visitas durante meses, tantos que alguno no estaba para recibir visitas (ni para nada, simplemente, no estaba) cuando se levantaron las medidas. Por eso nos encerraron confinados en una habitación de doce metros cuadrados y, si era preciso, nos ponían sujeciones por nuestro bien, cuando intentábamos salir. Por eso las personas que nos cuidan han tenido que buscarse la vida y fabricarse los EPIs cuando no los había.
Pero empezamos a sospechar que tampoco somos tan importantes cuando se ha acabado la pandemia y no se ha revisado la situación de las residencias, ni se ha aumentado el personal, ni se ha legislado al respecto para regular las Residencias (claro, sí se ha legislado sobre personas mayores, pero casi mejor no pensar en la solución final propuesta en la ley 3/2021 de 24 de marzo). También se ha acabado la pandemia y tampoco hay una propuesta sobre la atención a las personas mayores por instituciones públicas (claramente insuficientes, dejando esta atención en manos de empresas con ánimo de lucro).
Dice el experto de mi mesa de truque, vocal también en la Comisión de Mayores de nuestra Residencia que quizá, puede ser que, tal vez, crean que nuestro voto no es seguro en las próximas elecciones. Que somos un pedazo de tarta con fecha próxima de caducidad y que es tontería invertir en los mayores. Y yo, que le quiero llevar la contraria, lo tengo difícil.
Ahora, para rematar el argumentario, degradan la atención de la UCAPI sociosanitaria (Unidad de Continuidad Asistencial de Atención Primaria y Medicina Interna) suprimiendo el servicio itinerante de intervención directa en las residencias.
Que sí, que estos médicos nos han estado cuidando: que evitan ingresos innecesarios, que atienden complicaciones de manera más eficiente por su flexibilidad asistencial, que nos ahorran pasar dolor entre un diagnóstico y su tratamiento, que atienden con eficiencia y rapidez a los que somos pluripatológicos, que con pocos recursos personales convierten muchas Residencias en Centros Sanitarios de calidad…
“Pero que no, Tomás” —me dice el experto— “que no les importamos”. Y va a ser verdad que se puede desmantelar un servicio, que inició hace solo dos años y que ha demostrado su eficiencia en la vida práctica de los mayores, justo en el momento en el que, coincidencias de la vida, ha sido prioridad proteger a nuestros mayores, en que #yomecuidoporti, en que nos han hecho aguantar restricciones más que a nadie haciéndonos creer que les importábamos. Y va a ser verdad que no les importamos. Y voy a perder la discusión, mecachisssssssssssss.