Javier Martínez
El virus sigue circulando y seguiremos meses o incluso años sin vacuna. Para un país como España, que vive de recibir 80 millones de turistas al año, o les garantizamos que somos un país seguro o nos vamos a los años pre-turísticos, los años 50 del siglo XX. Y eso no es fácil si tenemos en cuenta que el 15% de los españoles estamos contagiados, exactamente 7 millones, el peor país de Europa, según el Imperial College de Londres (ver ABC.es del 01/04/2020 y 13/04/2020). Salir así a trabajar, además, es garantía de rebrotes. Si en 3 meses de invierno/primavera hemos alcanzado unos 30 mil muertos oficiales (y unos 42 mil reales), en un año da miedo lo que puede ser. Sostengo hace tiempo que dejarnos salir, y no queda más remedio que ir saliendo a trabajar si no queremos morir de hambre, es asumir como inevitable 50 mil muertos anuales. Un desastre sin paliativos.
La cuestión es, ¿se puede evitar? Sí, pero es polémico. Para salir de casa, para poder ir a trabajar, para viajar, habría que DEMOSTRAR estar sanos, y el que no lo esté, solo esos, confinados obligatoriamente. Siempre será mejor 7 millones encerrados que 47. Para eso deberían ser OBLIGATORIOS los análisis, renovables cada 3 meses por ejemplo, o lo que se considere necesario. De forma similar a que es obligatorio pasar una revisión anual al coche (ITV) o al edificio (ITE) o renovar el carnet de conducir con una pequeña revisión médica, debería serlo con las personas. Los atletas ya lo tienen, ya pasan controles antidopaje, ¿por qué no hacer lo mismo con toda la población más aún con todos los trabajadores de cara al público o de riesgo como sanitarios o trabajadores de hostelería y comercio? Un cocinero, por ejemplo, o un empleado de comercio, puede contagiar a cientos. Cada profesión debería tener un biocarnet específico obligatorio para poder ejercer. Solo así generaremos la suficiente y necesaria confianza y volveremos a establecer relaciones sociales.
Los resultados del historial infectivo se volcarían en el chip que tenemos en el DNI y éste sería obligatorio para casi todo, para comprar un billete de avión, tren, metro, reservar un hotel, salir a la calle, trabajar o entrar a un comercio, etc. Si al dar el DNI a la web de Renfe/Iberia detecta que no cumples, el billete no se vende. Si no estás sano, a casa a pasar la cuarentena. Uso del DNI para todo. La clave es analizar periódicamente a todo el mundo y controlar obligatoriamente, incluso a quien pasea por la calle. Con los turistas haríamos lo mismo antes de entrar. Un test rápido dura 15 minutos y otro más lento pero más fiable, la PCR, 4-5 horas. Lo de hacer cuarentenas de 14 días a los turistas para entrar en España es espantarlos, es inviable. Y lo de poner una lámpara de ultravioleta en la habitación del hotel es inútil si luego sales a la calle. En casa tal vez pero en los negocios no. No se puede esterilizar todo.
Para ello hay una sola barrera jurídica, hay que modificar el carácter de dato personal a cierta información sobre salud. Eso o asumir rebrotes, miles de muertos anuales más y ruina asegurada para todos… todos los años que duremos sin vacuna. El PASAPORTE BIOLÓGICO es la solución para poder circular sin peligro, lo único que genera confianza. El primer país que lo implante se llevará en el futuro millones de turistas y evitará miles de muertos propios y la ruina, y todo por unos eurillos que es lo que cuesta hacerse la prueba. Esa es, a mi juicio, la nueva normalidad, la única posible. La prueba se haría en los centros de salud o en laboratorios de análisis clínicos contratados individualmente o por las mutuas de trabajo. No sería problema. Con ello, se estaría creando una nueva actividad económica, nuevo empleo estable y de calidad para biólogos-bioquímicos y farmacéuticos, ahora en paro, nuevo empleo científico-tecnológico destinado a un mercado recurrente y enorme, 47 millones de españoles más 80 de turistas, que evitarían la pérdida del 12% del PIB español, quizás más. Sin dudarlo, barato.
Pensemos también que un virus como el de la inmunodeficiencia humana (VIH), causante del SIDA, con vías de contagio muy restringidas (jeringuillas y contacto sexual básicamente) aún sigue sin vacuna y ha provocado que el 5% de la población de África, la que más crece del mundo, esté infectada. Imaginemos ahora lo que el Covid-19 puede alcanzar. Por otra parte, no podemos seguir ignorando los nuevos y enormes costes económicos extra que para el sistema sanitario y para la sociedad acarrea la nueva situación. A dichos análisis periódicos, habrá que añadirle una tasa, un incremento con el cual crear un fondo para sufragar tanto los costes sanitarios como los costes laborales que supone tener a 7 millones rotativos de españoles, sin poder trabajar, al menos inicialmente, hasta que nos vayamos curando/inmunizando todos. Porque todos hemos de pasar por ahí, es cuestión de tiempo. Implementar un PASAPORTE BIOLÓGICO volcado en el DNI con todo nuestro historial infectivo, incluso de ámbito mundial, es inevitable incluso para ir al pueblo de al lado. Eso o aceptar vivir con miedo a realizar actividades tan cotidianas como montar en ascensor o sentarse en un banco del parque.