Por F. Javier Moya del Pozo.
El tiempo transcurre sin pedirnos permiso. Muy al contrario, lo hace a contracorriente de nuestros deseos. Y, cuando quieres darte cuenta, tus hijos han crecido, tienen sus propias vidas y parecen saber, de todo, más que tú; las canas se apoderan de tu barba y cabello; y tu condición física, cuando sales a correr, puede ser objeto de un monólogo del humorista Leo Harlem.
Al llegar esas fechas que tanto temes, como son los cumpleaños de los seres amados a quienes ya no puedes felicitar, los recuerdos parecen ser puñales que quieren traspasar tu alma. Hasta que te detienes a pensar, para sentir que sólo puede sentirse agradecido por lo vivido aquél que pudo disfrutar de la compañía y el amor de quien un día te dijo adiós.
Cuando tú has amado tanto,
cuando has tenido la suerte
que Ella pudiera quererte
tanta vida, tantos años..
Cada día es un milagro.
Yo la sombra, Ella el astro;
yo la nube, Ella la luna;
yo ruido, Ella canción;
yo lamento, Ella oración.
Jamás me cupo la duda
que su amor es mi fortuna.
Cuando ese alguien te falta, te das cuenta del error de dar por hecho que la magia de compartir tu vida con la persona amada venía de serie, consustancial con tu propio destino, y que había de ser eterno; pero reconforta el recordar los momentos felices en la celebración de los cumpleaños de quien, aunque ya no está, sigue iluminando tu camino.
Mientras se encuentre a mi lado
la que comparte mi rumbo,
conseguiré que el pasado
nos haga ver un futuro,
saludando, emocionados,
a la vida en un susurro.
Al final, aprendes que lo único que te queda es gestionar lo mejor posible lo que la vida te va ofreciendo, cualquiera que sea su sabor. Aunque éste sea agridulce, has de saborear cada día como un regalo único, que no puede desperdiciarse en ningún instante. Y bendecir el día en el que nació quien tanto ha enriquecido tu existencia.
Nunca pudieron las sombras
poner en tu risa un velo;
por eso, recuerda el cielo
que llegaste envuelta en olas
con la dulzura en la boca
y en la mirada un misterio.
Naciste un diez de febrero…
Pasa el tiempo y no te toca.