Recuerdo que cuando el Rey Don Felipe VI (sexto, no cuarto como ha llegado a decir una lumbrera política en TV), al término de la celebración del acto del juramento de la Constitución, o lo que se hiciera según cada uno, en el Palacio de la Zarzuela, dirigiéndose a uno de estos, no recuerdo bien si fue al Pedro o al Pablo, le dijo: “Esto es lo agradable, ahora viene lo duro…”
Y viendo lo que está pasando con nuestra gente en nuestro país, no quiero llegar a pensar que S.M. tenga facultades adivinatorias, sino más bien, que conocedor del percal y con quienes se las gastaba, por sí mismo o porque le habían informado muy bien, puso de manifiesto la que nos venía encima.
Ni puedo, ni quiero pensar que ya se supiera lo del coronavirus, sino que se dijeron esas palabras, para que ante cualquier complicación, por simple que fuere se convertiría en tragedia, y que podría llegar, como así ha sido, a dimensiones inmensas; puesto que se han causado cerca de 30.000 muertos en cuatro meses, y todavía siguen sin contarlos bien, o no saben, o lo más probable no quieren contarlos para minorar su responsabilidad y evitar mayores problemas. Es una tragedia inmensa, que no sólo dolerá a muchísimos españoles, en estos momentos, sino que salpicará nuestra Historia por muchos años.
Ahora, con una falta de respeto tremenda, están muy contentos, porque las cifras de muertos bajan de 300 al día e incluso han llegado a no superar los 200 muertos; cabría preguntarles si le parecen pocos, ¿Saben calcular acaso cuántos son 300 españoles y sus familias? Pero ellos están contentos con su supuesta labor, e incluso sonríen en esos numeritos, que, a modo de comparecencias, realizan en la TVE por la tarde. Incluso cuando poco antes, médicos de la talla del Dr. Matesanz; Dr. Fuster; Dr. Marcos; Dr. Cavadas y otros muchos se manifiestan con menos alegría y más precaución.
El hecho de que ya no sean 600 o 700 los fallecidos, como ha pasado en algún momento, es muy importante, pero sólo sea por lo que representa de la supervivencia de nuestros paisanos españoles. Los 300 de ahora o menos, siguen siendo muchísimos muertos, y se advierte que de la reiteración diaria se puede asumir como una costumbre, porque se está olvidando que cada uno es una persona, ellos y sus familiares, a los que no ven ni se despiden, y lo que me preocupa es que nos contagiemos de esa costumbre el pueblo llano, puesto que pienso que uno solamente, un solo muerto ya es mucho.
Porque ese muerto deriva de una enfermedad, que se conocía con antelación, que no se previno como debía haberlo sido, por quien tenía que hacerlo, ya que no se dotaron de medios y demás elementos necesarios sanitarios y hospitalarios para evitar tan terribles consecuencias, lo que ya examiné en alguna nota anterior.
Ese muerto, como alguien ha dicho en estos días, pudo ser uno de los artífices de levantar al este país tras la guerra civil, o ser uno de los artífices de la Constitución Española. Claro está, como de la guerra sólo les preocupaba como “al zapatos” (ya les diré por qué en mi tierra muchos le denominamos así, no es un insulto), desenterrar a Franco, y de la Constitución pasan de todo lo que representa, desde el Rey a nuestros derechos. Por ello, carece de importancia la muerte de esa persona, no es más que un elemento circunstancial y consustancial con sus planteamientos, socializando la muerte y el dolor de los suyos.
Bueno, pues como estos ciudadanos, políticos, piensan que ya está todo hecho, tras el confinamiento, es decir, tu métete en tu casa y no salgas de ella, así si te contagias la culpa es tuya, no sería suya, pues surge el problema del confinamiento y el posterior desconfinamiento
Parece ser, que, tras arduas discusiones, según dicen, aunque lo expuesto públicamente no dé ni para unas líneas, sólo para muchos chistes; han decidido que se haga por Comunidades Autónomas, y también, como las urbanizaciones por fases. Así, se consigue tener contentos a sus políticos autonómicos y conseguir su apoyo en las próximas votaciones, ya que no tiene razón de ser que, por ejemplo, para viajar de Alicante a Almería, y no poder contar con Murcia, me obligue a desplazarme a Albacete, eso, si Castilla-La Mancha lo permite, o venir por Malta o venir nadando.
Pero bueno, tampoco podemos preocuparnos mucho con estas decisiones políticas, ya que lo mismo las cambian de aquí a un rato, no a mañana, sino a un rato, como sucedió con lo de los niños, con lo de los 12 y los 14 años, y más cosas que han cambiado y que harían interminable esta nota, y esta misma mañana con el aforo de las terrazas de bares que pasan de ser del 30% al 50%.
Ellos mismos lo han dicho, poco antes de terminar su audiencia, recordamos que han dicho, que examinaran los problemas que vayan surgiendo, pero ello no como actuación debida ante un problema, que puede surgir sin esperarlo, y en tal caso lo normal sería para ello aplicar una solución alternativa prevista, sino que no hay alternativas porque ni saben, ni conocen, ni prevén lo que puede suceder y esperan a lo que pase, aun cuando sea a costa de nuestras vidas, por eso el Sr. Sánchez ha afirmado textualmente que no tiene plan B.
El planteamiento que ha hecho el Sr. Sánchez, cuando explicaba lo de las fases, deja corto a los Marx, no me refiero a Don Carlos, sino a Don Groucho, Don Harpo y demás familia: Lo de las cuatro fases que se convierten en tres, y al final resulta que hay una quinta fase; ya que no había tenido en cuenta, al principio de su disertación, la existencia de una fase CERO, y eso que leía una nota; ya que para aclararlo, nos dice que esa fase es la uno, aun cuando luego habla de la uno y nos aclara doctamente que es la inicial, ¿Y la anterior?, pues ahora la llama preparatoria.
Para pasar de una fase a otra, tendrán gran relevancia los resultados de los test, (una vez, que se provean de unos que sean útiles). Resulta que esto de los test, uno de los políticos, nada sospechosos para ellos, no para alguno de nosotros, como es el Sr. Ábalos, ha dicho que son un instrumento que detecta una situación en un momento determinado; pero no cinco horas o una hora sólo después, es decir, que se actúa en base a algo que no sirve para luego, para ese luego, cuando él hará lo que le venga en gana. Tramoya que algunos consideramos, como un nuevo instrumento de hacer clientela o de forzar a comunidades rebeldes, o de la Administración que sea, tras el último “ajuste” o cambio.
Bien, aclarado lo de las fases, no me callo nada, el Sr. Presidente no dijo nada más, dejándonos en blanco, teniendo que ser algunos medios los que han hecho unos dibujos explicativos. Pero, lo que llamó mucho la atención y he de referirme es al hecho “trascendental” como es la “vuelta a la nueva normalidad”, palabras que son suyas.
Cabría preguntarse, qué si es nueva, ¿cómo se habla de vuelta?, sería una vuelta a la normalidad, pero ello significaría, que no sería una situación nueva, sino que volveríamos a estar como antes, y eso no, nooo…, como decía Antonio Ozores. Tendría que ser nueva normalidad distinta de la anterior, y lo dice el propio Sr. Sánchez, un Doctor, con tesis, que no se sabe si es propia o ajena, a pesar del tiempo transcurrido, pero eso es para otro día.
Nicolás Poveda Peñas
Ex-magistrado conquense de la Audiencia Nacional