Lunes Santo 2020. Y, de repente, comprendimos lo que era la Penitencia

Y, de repente, comprendimos lo que era la Penitencia que llevábamos en nuestro nombre.

Y comprendimos lo que, por desgracia, era una Semana de Pasión. No solo una, sino varias.

Y se nos quedó en el aire la Junta General Ordinaria de marzo.

Y, curiosamente, nos dejó de importar la previsión meteorológica a quince días vista.

Pero, a pesar de todo, de la actualidad, de la dureza de la realidad, cualquier nazareno no puede dejar de imaginar y de volver a sus rincones favoritos una y otra vez con la mente.

Porque imaginaremos al Cristo de la Vera Cruz desfilando por las naves de la Catedral mientras el Coro Alonso Lobo comienza a entonar los motetes. Lo recordaremos pasar por debajo de los arcos del Ayuntamiento mientras el gentío vuelve a levantar la voz al final de la Plaza Mayor. Evocaremos el sonido al llegar a San Felipe, o el giro por la calle del Peso mientras aguarda San Andrés su palabra, o la iglesia de El Salvador, callada, tranquila, penitente. Creeremos casi hollar con nuestros pies el suelo frente al convento de las concepcionistas franciscanas o alargarnos hasta San Esteban mientras nuestro paso sube las escaleras de entrada al templo para entonar un miserere final y despedirnos hasta el año que viene con la satisfacción de sabernos partícipes, una vez más, de un desfile correcto y austero como nuestra esencia castellana mientras dejamos que el poso de las Siete Palabras de nuestro Señor en la Cruz nos transformen y nos edifiquen. Y, aun no pudiendo ocurrir este año, que no deje de ser verdad:

Que las naves de la Catedral sean los pasillos de nuestros hospitales y centros de salud.

Que los nazarenos, el gentío y el público sean todas las personas que desde cualquier posición están luchando por la erradicación de esta pandemia y por hacer un poco mejor la vida de todos nosotros.

Que los templos, las paradas, sean las residencias de ancianos, los centros asistenciales, las cárceles, los lugares especialmente golpeados por el sufrimiento estos días.

Que nuestra penitencia este año sea quedarnos en casa rezando, orando, pidiendo.

Que el Cristo de la Vera Cruz, que murió por todos nosotros, nos consuele en estos momentos especialmente duros.

Que su Pasión, que conmemoramos todos los años por las calles de nuestra ciudad, sea nuestro modelo a seguir.

Que sus Palabras en la Cruz sean las órdenes y la fuerza que necesitamos para sobrellevar estos momentos tan increíblemente aciagos. Que sean consuelo para quienes lo necesitan, para los que trabajan para que no falte de nada, o para curar a los enfermos y reconfortar a quienes han perdido a un ser querido.

Y, por todo ello, este Lunes Santo los nazarenos de la Vera Cruz encenderemos una vela, preferiblemente de color rojo, en nuestros balcones y ventanas a las 21:30 horas para recordar a nuestro Cristo procesionante y como homenaje a todas las víctimas de la pandemia. Homenaje que queremos hacer extensivo a todo aquel que quiera sumarse desde su casa.

Que el Cristo de la Vera Cruz nos ilumine, nos guarde, nos proteja y nos conforte en estos momentos.

El año que viene, que nuestra penitencia sea en las calles de Cuenca.

Amén.

Miguel Villar

Secretario de la Muy Ilustre y Venerable Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo de la Vera Cruz