Antonio Matea Martínez
Hace unos días, dando un paseo por el Monte Ardal, un monte público situado dentro del término municipal de Albendea gestionado por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, observamos el deterioro y abandono que sufre este monte por parte de la Administración autonómica, así como el mal estado y ruina de los edificios e infraestructuras que se hallan dentro de sus límites. Uno de los inmuebles, la casa forestal, un bonito edificio de dos plantas, centro neurálgico del monte, aparecía con la cerradura de su puerta destrozada y se utiliza actualmente como lugar de botellón por los jóvenes de los pueblos cercanos, pues aparecía con el salón repleto de bebidas alcohólicas vacías. El resto de habitaciones aparecía con sus enseres revueltos y destrozados, baños con lavabos arrancados, puertas sacadas de sus goznes, las paredes pintadas y los colchones levantados y rotos. Otros edificios cercanos, como el que fue Centro de Recuperación de Fauna Silvestre, aparece también abandonado, sin uso alguno, a pesar de tener unas importantes instalaciones, condenado irremisiblemente a la ruina y al olvido por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Incluso la pista forestal que recorre el corazón del monte, antes asfaltada, aparece en muy mal estado, con el asfalto perdido en casi toda ella y salpicada de numerosos socavones que hacen dificultoso el tránsito de vehículos. Otro tanto podemos decir de la explotación maderera, con zonas de pinos arrasadas en talas irracionales y otras que se presentan como auténticas selvas enmarañadas en las que es imposible penetrar por ellas.
El Monte Ardal es el gran pulmón verde de Albendea y la comarca. Aparece inscrito en el Registro de la Propiedad de Huete en el tomo 705, libro 1, folio 25, como finca número 14, como monte público del Patrimonio Forestal del Estado, con una extensión de 669 hectáreas. Aunque con las trasferencias de competencias que se realizaron a las autonomías de acuerdo con la Constitución de 1978, se transfirió su gestión a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, que lo inscribió con el número 9 del Catálogo de Montes de utilidad pública de la provincia de Cuenca.
Existe una reivindicación histórica del Ayuntamiento de Albendea sobre la titularidad y dominio de este monte, pues consta en varios documentos municipales su pertenencia y explotación hace poco más de siglo y medio. Con toda seguridad, fueron los procesos de desamortización civil llevados a cabo a mediados del siglo XIX los que impulsaron al Estado a hacerse con el control del monte, con la idea de enajenarlo y venderlo al mejor postor para engrosar las entonces vacías arcas públicas. Pero finalmente, al no adaptarse a las exigencias de los montes enajenables, el Monte Ardal quedó sujeto al poder y dominio del Estado, que ya lo incluyó en la Clasificación General de Montes Públicos del año 1859 como de titularidad estatal.
El Ayuntamiento de Albendea inició en 2013 una reclamación sobre la titularidad dominical del Monte Ardal ante la Junta de Comunidades, con el fin de darle un uso público al monte, por medio del cual los vecinos de Albendea se beneficiasen de su gestión y explotación. Más aún cuando se escuchaban noticias, al parecer bastante fundadas, de la intención del Gobierno regional de María Dolores de Cospedal de desafectar el monte del dominio público para llevar a cabo su venta. Pero al no atender la Junta esa reclamación se presentó la misma ante los tribunales, primero con una demanda declarativa de dominio ante un juzgado de Cuenca y, posteriormente, tras la desestimación de éste, en recurso de apelación ante la Audiencia Provincial. Ambos órganos judiciales desestiman la reclamación del Ayuntamiento de Albendea de la titularidad del monte, fundamentando su fallo en que el Consistorio no ha podido demostrar su derecho a poseer el monte y su traspaso irregular al Estado. Incluso la Audiencia Provincial de Cuenca considera en su fallo “que la aportación de documentos con contenido muy antiguo y la referencia a leyes de otras épocas comporta que el caso que nos ocupa presenta una muy importante complejidad que justifica la existencia de dudas de hecho y derecho”.
El Ayuntamiento de Albendea reclama que no obtiene ningún provecho ni tributación por las licencias de actividades que se realizan en el Monte Ardal ni por los edificios instalados en él, como correspondería por ley, tanto impuestos municipales de inmuebles, como licencias de obras, vallados, etc., todas ellas realizadas dentro de su término municipal. Esta circunstancia ha sido denunciada por el alcalde de la localidad, D. Luis Enrique Pérez Bueno, del partido de Ciudadanos, que además ha solicitado a la Junta de Comunidades y a la Diputación Provincial de Cuenca una reunión para tratar estos asuntos, habiendo recibido hasta ahora la callada por respuesta.
También la zona recreativa de Cueva Tomás, situada en la ribera del río Guadiela, a pie de este Monte Ardal, así como la playa cercana a esta zona, sufre el abandono de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. La Administración regional incentivó el disfrute del medio ambiente por sus ciudadanos cuando asumió este tipo competencias, instalando zonas recreativas con barbacoas, bancos y mesas e incluso acotando y acondicionando playas fluviales, como ésta de Albendea. Pero con el tiempo, la dejadez y abandono del Gobierno autonómico ha hecho que estas áreas de ocio en la naturaleza se arruinen, apareciendo con sus instalaciones desmoronadas y abandonadas e incluso con la amenaza de derrumbe, como ésta de Cueva Tomás, con un edificio refugio y de barbacoas que ya aparece con parte de la cubierta desprendida y con unos bancos y mesas destrozadas, sin que los ciudadanos puedan hacer uso de ellos.
La gestión municipal del monte, como ocurre con la mayoría de los montes públicos de la provincia de Cuenca, redundaría en la mejora de las condiciones de vida de los vecinos de Albendea, pues se crearían nuevos puestos de trabajo, como ya los tuvo a mitad de siglo pasado, cuando decenas de personas se dedicaban a la repoblación forestal, a la tala de madera, a la extracción resinera, a la explotación apícola, etc. Incluso existía dentro del monte un vivero forestal y un centro de recuperación de fauna silvestre que proporcionaban varios puestos de trabajo a los habitantes de la comarca, ambas instalaciones liquidadas por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha hace poco más de un lustro, de las que el Ayuntamiento y todo el pueblo de Albendea reclaman su reinstalación y puesta en marcha para recuperar esos puestos de trabajo perdidos.
La gestión del monte por el Ayuntamiento de Albendea supondría una explotación maderera más racional, una intensificación del aprovechamiento apícola y la posible explotación resinera de los pinos, una industria abandonada que ya existió en el pasado siglo, que algunos municipios han reimplantado en sus montes como alternativa a la despoblación y como creación de empleo. También se ejercería un mayor control sobre la fauna cinegética, al gestionar el municipio el coto de caza, y podrían habilitarse senderos y rutas turísticas por parte del Consistorio, conjuntando historia y naturaleza para contribuir a promocionar el pueblo; en definitiva supondría la gestión próxima de un bien que está dentro del término municipal de Albendea y a cuyos vecinos perteneció el monte hasta mediados del siglo XIX. Sería una salida y una oportunidad para el pueblo y su entorno, una nueva puesta en valor de una importante fuente de recursos naturales, que podría contribuir a retener la despoblación e incluso a fomentar la repoblación humana, que es el más importante capital que guardan todavía nuestros pequeños pueblos.
Habitación de la casa forestal de Cueva Tomás Baños de la casa forestal destrozados
Fotos: Antonio Matea Martínez