De héroes a olvidados: el desprecio institucional a los Técnicos en Emergencias Sanitarias

Luis Hernansaiz Moreno. Técnico de Emergencias Sanitarias en la provincia de Cuenca.

Han pasado trece años desde aquel desacertado 2012 en el que, amparados en los recortes, nos arrebataron un 20% de nuestros ya modestos salarios. Y aunque en 2020 firmamos un IV Convenio Colectivo que prometía ser el inicio de la recuperación, lo único que realmente conseguimos fue volver al punto de partida: los sueldos previos a la rebaja. 

Para que la población se haga una idea, *hoy, en 2025, ganamos lo mismo que en 2012*, mientras la vida se ha encarecido casi un 30%. Nuestra nómina es la misma, pero nuestros bolsillos lo notan el triple. ¿Dónde queda entonces la justicia?

*Durante la pandemia, fuimos imprescindibles*. Estuvimos allí, en primera línea, sin medios, sin formación específica, sin apenas protección. Nos enfrentamos a un virus mortal con el único escudo de nuestra vocación, poniendo en riesgo nuestras vidas y las de nuestras familias. No hubo que obligarnos, no hubo que empujarnos: *salimos cada día a cuidar de los demás*, aún sabiendo que podríamos no volver. Fuimos esenciales. Hoy, apenas cinco años después, somos simples «ambulancieros que quieren cobrar mucho», según la degradante imagen que algunos intentan proyectar.

Y mientras tanto, asistimos a declaraciones como las de la delegada del Gobierno de Castilla-La Mancha el pasado 24 de marzo, que faltan al respeto a todo un colectivo. Es falso, absolutamente falso, que el incremento del coste del transporte sanitario se deba exclusivamente a la mejora salarial de los trabajadores. Hay nuevos contratos, más medios, más personal, más dotación técnica. Pero señalar al trabajador como culpable es más fácil que asumir errores de gestión y planificación.

El preacuerdo firmado el 20 de diciembre de 2024 incluía mejoras justas: una subida anual del 3,3%, equiparar el precio de la hora extra a la ordinaria, y pequeños complementos que apenas logran paliar años de pérdida adquisitiva. Y sin embargo, ni siquiera hemos sido recibidos. Llamamos, insistimos, nos organizamos… y recibimos silencio. La callada por respuesta. *El desprecio como política.*

Incluso el Tribunal Administrativo Central de Recursos Contractuales tuvo que corregir los pliegos de condiciones infradotados. Tuvieron que ser los tribunales, y no el diálogo, los que dieran la razón a nuestras reivindicaciones. Y aún así, hoy seguimos con una licitación insuficiente, rodeada de recursos, sin transparencia ni comunicación alguna desde la administración. *El desconcierto y la incertidumbre son ya parte del uniforme que llevamos a diario.*

Es profundamente doloroso *haber pasado de ser «esenciales» a ser invisibles.* De héroes en pandemia a molestos en tiempos de paz. Pero no vamos a dejar que nos borren, ni que manchen la dignidad con la que desempeñamos nuestro trabajo. Porque los Técnicos en Emergencias Sanitarias no pedimos más de lo justo. *Lo que exigimos es respeto, reconocimiento y condiciones laborales que estén a la altura del servicio que prestamos a la ciudadanía cada día, cada noche, cada festivo, cada emergencia.*

*No somos el problema. Somos parte esencial de la solución. Y merecemos ser tratados como tal.*