Acacia Domínguez Uceta y Acacia Sánchez Domínguez
Mediante el presente comunicado queremos agradecer las numerosas muestras de condolencia recibidas por el fallecimiento de nuestro padre y abuelo, D. Enrique Domínguez Millán, acaecido en Madrid, el 29 de Abril de 2021., a los 94 años de edad. De manera especial damos las gracias a los medios de comunicación que, durante estos últimos días, han dado la noticia de su muerte y han glosado su vida y su obra con tanto respeto y afecto.
Despedirse de un ser tan querido, con el que se ha compartido toda la vida, sobrepasa los límites de la tristeza para convertirse en el acto más transcendente de la existencia. Más allá de nuestro inmenso amor y desconsuelo somos conscientes del perfil público de nuestro padre y abuelo. Por ello permitidnos esta breve semblanza de un hombre cuyo amor por Cuenca y por toda Castilla-La Mancha marcó su existencia. A ambas dedicó numerosos estudios, espacios radiofónicos, artículos en prensa escrita, poemas y libros. Y, aunque recibió todos los grandes premios periodísticos de ámbito nacional- algunos de ellos varias veces-, sin embargo nunca dejó de ser un hombre sencillo, nacido en Cuenca. Perteneció a esa heroica generación de niños de la guerra, que con su esfuerzo lograron levantar a España de las ruinas de la contienda y la llevaron a la Democracia. Recordaba con cariño los años de la infancia pasados en Carboneras de Guadazaón y su regreso a Cuenca, donde estudió el Bachillerato en el Instituto Alfonso VIII, siempre becado. Al niño que bajaba corriendo la empinada calle de su hogar no le faltó tiempo para dedicarse a su gran pasión, la radiodifusión. De inmediato deslumbró y a los 16 años fue nombrado locutor titular de Radio Nacional de España en Cuenca. Algo único, y ya no dejó nunca de trabajar para las ondas.
En Cuenca estudió Magisterio y en Madrid realizó estudios de Derecho y Periodismo. Pronto comenzó a desarrollar otra de sus grandes pasiones, la poesía, incorporándose al mundillo literario, tanto en Cuenca como en Madrid. Fue en la difícil posguerra madrileña cuando conoció a su esposa y gran compañera en la vida y en la literatura, Acacia Uceta. Los dos llegaron enamorados a Cuenca y se quedaron para siempre amando a la ciudad y a sus gentes. Formaron parte de la llamada edad de oro de la cultura conquense y a ella entregaron todos sus esfuerzos y muchos poemas que cristalizaron en libros. Convirtieron su casa, en la segunda planta de la Calle San Pedro 40, en un centro de reunión de escritores y pintores. La fundación de la Academia Conquense de las Artes y las Letras, de La Asociación de Escritores de Castilla-La Mancha, de la Asociación Castellano-Manchega de Escritores de Turismo,… fueron algunas de sus logros. Además, ayudó a los jóvenes escritores, dio conferencias, recitales y organizó numerosos actos culturales con la mayor generosidad, sin esperar nada a cambio. De gran significación para la ciudad fueron sus dos Pregones de Semana Santa. No le venció la edad y siguió escribiendo de y para su querida Cuenca.
Sólo queremos añadir que fue un viajero incansable que recorrió medio mundo, acumulando experiencias y sabiduría. Su extensa y universal cultura le hizo profundamente humano y, podemos afirmar, que tuvo una vida plena. Sereno, amante de la Justicia y de la ayuda mutua, se fue dulcemente, sin reproches, con la satisfacción de una vida cumplida con honestidad y pasión por sus seres queridos y su tierra. Sólo nos queda pedirles que hagan suyas las palabras de Cicerón: La vida de los muertos es el recuerdo de los vivos.