En estos tiempos de pandemia el panadero conquense no solamente fabrica pan, sino que cumple con una labor social. “Nos estamos exponiendo, pero no nos queda otra. Tenemos miedo, pero hay que seguir porque llevamos pan a muchos vecinos que no tienen tienda ni bares y están esperando a que lleguemos nosotros”, señala José Antonio Barón, presidente de la asociación de panaderos conquenses AFEPAN, que clama por apoyo material y económico para estos profesionales.

Barón es el penúltimo eslabón de una familia que se ha dedicado a este oficio desde principios del siglo pasado, cuando la bisabuela Gerónima puso su horno a disposición de los vecinos de Castejón a cambio de alguna de las barras, bollos y galletas que allí se cocían. Ese espíritu colaborativo se ha mantenido de generación en generación y ahora, en estos tiempos difíciles, este panadero entiende que tiene un compromiso con sus clientes. “No solamente les tenemos que llevar el pan, también el género que nos piden de los supermercados; son gente mayor y nos piden que les subamos desde leche a medicinas”, explica.

Barón atiende a localidades de la Serranía y de la Alcarria como Canalejas, San Pedro Palmiches, Priego, Cañamares, Vadillos, Beteta, El Tobar, Masegosa, Lagunaseca, Santa María del Val, Poyatos… “Hay sitios a los que vamos a llevarles el pan y nos cuesta dinero, pero no dejamos de servirles, porque son clientes que ya son amigos, a los que conocemos por su nombre y no les vamos a dejar tirados”.

 Algunos de los alcaldes de estos pueblos le envían por la noche un mensaje con el pan que van a necesitar y con alguno de los pedidos que le hacen los vecinos. Se acercan a comprarlos a los municipios de la zona que tienen comercio, como Cañizares o Priego “y les evitamos desplazarse 40 kilómetros para hacer cola en su supermercado”. Si es necesario, también se pasan por la farmacia de Beteta para recoger alguna medicina.

Es el hijo de Barón el que se encarga de un reparto en el que, a pesar de la obligación de mantener las distancias, se intenta al menos conservar cierto trato con los clientes, “saludando desde el furgón, manteniendo la distancia de seguridad”. En estas poblaciones no hay de momento muchos casos, gracias en parte porque aquellos vecinos que habitualmente residen en poblaciones más grandes no se desplazaron hasta allí cuando se decretó el estado de alarma, algo que sí ha ocurrido en otras localidades, sobre todo en las más cercanas a Madrid.

Los Barón llevan encargos a diario a la mayoría de estas poblaciones. La versatilidad del pan le convierte en un producto imprescindible en estos días en los que impera el aprovechamiento. También llevan bollería, aunque su venta ha bajado, en parte porque la gente está poniendo a prueba durante el confinamiento sus habilidades con la repostería casera.

En la provincia los ingresos del sector panadero se han desplomado principalmente por el cierre de la restauración, “pero nosotros tenemos que seguir madrugando lo mismo y afrontando los mismos costes, porque el horno se enciende igual con cien barras que con quinientas y tenemos el mismo gasto de luz y de gasoil”. Eso ha hecho daño a un sector en el que, en el caso de Cuenca, el 96% son empresas familiares.

Lo primero que piden los panaderos conquenses es que se les facilite mascarillas y guantes para su trabajo, “porque en todos los sitios están agotadas”. Han tramitado esta solicitud al Gobierno regional a través de Ceoe-Cepyme, pero no han tenido respuesta todavía. Hasta el momento el hijo de Barón reparte el pan con mascarillas casera elaborada por su mujer.

Su segunda gran demanda tiene que ver con la fiscalidad. Al ser un sector que ha sido considerado como esencial no puede acogerse a algunas de las medidas pensadas para aquellos que se han visto abocados a cerrar, pero también necesitan ayuda. ““El tema fiscal es importante, somos empresas familiares y hacemos una labor que no está reconocida”, subraya Barón, que además recuerda que en la actualidad es difícil hacer algunos trámites. Sin ir más lejos, él va tener que desplazarse esta misma semana desde Castejón a Cuenca para poder presentar el IVA, porque no tiene escáner para presentar la documentación de forma digital. Por ello pide, al menos, aplazamientos tributarios para estos profesionales que, insiste, están cumpliendo una labor social que también merece un aplauso desde los balcones.

“Nos gusta dar nuestro servicio a nuestra gente, pero el que pueda aguantar cuando acabe todo esto, lo va a pasar mal”, advierte Barón