Los nazarenos de Cuenca ofrecen una lección de amor y devoción en un Martes Santo marcado por la lluvia

La procesión de El Perdón vive una nueva suspensión con el recorrido ya comenzado que se salda con lágrimas entre las precipitaciones

Desgarrador, hiriente y doloroso, así se ha vivido la suspensión de la procesión del Perdón entre los nazarenos de Cuenca tras la Semana Santa de 2024, en la que las condiciones meteorológicas ya obligaron a suspender el desfile. El cortejo del Martes Santo apenas vislumbraba la ilusión del comienzo cuando una abundante descarga de precipitaciones ha obligado a las hermandades a suspender la procesión habiendo iniciado el recorrido por segundo año consecutivo. Con apenas unos metros recorridos las hermandades que partían de El Salvador han podido volver al templo, Jesús de Medinaceli ha subido de nuevo las escaleras de San Felipe Neri y la Esperanza y el Bautismo se han quedado a las puertas de sus respectivos templos.

La situación era bien distinta a primera hora de la tarde, cuando miles de nazarenos lucían los hábitos de sus respectivas cofradías compartiendo momentos de hermandad unos con otros. Resolís, animadas charlas y sedes con una acuarela de túnicas cuyos colores se entremezclaban en un hermoso cuadro abstracto sobre el empedrado conquense marcaban la ilusión y devoción con la que se recibía un Martes Santo en el que todas las hermandades eran una sola y El Perdón latía con fuerza y fervor nazareno.

Especialmente significativo era el número de niños pequeños que se agolpaban en el interior de las iglesias para contemplar las sagradas imágenes antes de su salida en procesión. La foto más repetida en el comienzo de la tarde era la de bebés de pocos meses e, incluso en algunos casos de pocos días, mecidos ante las tallas en los brazos de sus madres y padres vistiendo ya los hábitos que marcarán su devoción en el futuro.

Cautela y concilio al comienzo de la tarde

Según se iba acercando la llegada de salida y la presencia de nazarenos llenaba todo el entorno del Salvador, San Andrés, San Felipe Neri y San Pedro los nervios se encontraban a flor de piel. La incertidumbre marcaba la tarde, las miradas al cielo viendo cómo las nubes se hacían cada vez más presentes sobre la capital eran constantes y el monitereo segundo a segundo de la meteorología dibujaba una quiniela variopinta que se dividía entre aquellos que defendían que el tiempo respetaría el recorrido y quienes optaban por apelar a la prudencia y tomar una decisión en base a lo que marcaran los servicios meteorológicos. Las hermandades por su parte, han optado por la cautela tras la situación vivida el pasado 2024 con la suspensión de la procesión a su llegada a la Plaza Mayor. La unanimidad, el debate y la camaradería de las hermandades del Martes han sido un ejemplo a la hora de proceder ante situaciones de incertidumbre.

Hacia las 17:40 de la tarde los representantes de las cinco cofradías han mantenido una primera reunión que se ha saldado sin una decisión clara, por lo que el concilio se ha repetido sobre las 19:00 horas. Los modelos cambiantes de la Agencia Estatal de Meteorología dibujaban una previsión incierta. Las temidas previsiones han dibujado una escena variopinta con todo tipo de opiniones mientras se llevaba a cabo la segunda reunión en el momento en el que hubiera debido dar inicio El Perdón. En ese preciso instante había un claro sobre la zona de El Salvador que ha dejado ver a los nazarenos algunos rayos de sol, y de esperanza. Rozando las 19:40 y, tras una exhaustiva consulta a los servicios meteorológicos, Mariano López, representante de San Juan Bautista ante la Junta de Cofradías, anunciaba en El Salvador como presidente ejecutivo de la procesión que a las 20:00 horas El Perdón comenzaría finalmente su desfile.

De la ilusión a la frustración con unas precipitaciones fulminantes

Puntual como un reloj, a las 20:00 horas, las trompetas heráldicas marcaban la salida del precursor de El Perdón y la Banda de Trompetas y Tambores de la Junta de Cofradías, que esperaba la señal en la calle Solera frente al edificio de la Junta de Cofradías, comenzaba a marchar abriendo el desfile tras la cruz de guía. Recuerdos de morado y terciopelo de oro viejo abrigaban a la discípula de Cristo al comenzar la procesión. En una abarrotada plaza de El Salvador cientos de nazarenos se agolpaban para acompañar a sus sagradas imágenes, una imagen que se repetía en San Andrés, donde un mar de blanco y verde encarnaba la Esperanza y en San Felipe, donde la devoción se contaba por miles de capuces granates. En San Pedro los hermanos del Bautismo compartían un momento fraternal compartiendo la cena antes de la incorporación de su sagrada imagen a la procesión.

Apenas habían pasado quince minutos desde la salida de la procesión cuando una tromba de lluvia y granizo ha caído sobre la ciudad sin previo aviso, sepultando la ilusión de los nazarenos de El Perdón. San Juan Bautista y el Medinaceli se encontraban en la calle, mientras que María Magdalena apenas había avanzado unos metros fuera de El Salvdor y la Esperanza estaba a las puertas de su templo. Por su parte, el Bautismo no había comenzado las maniobras para su salida de San Pedro.

Jesús de Medinaceli se encontraba haciendo el giro mientras sonaba el himno nacional para encarar a su sagrada imagen hacia Alfonso VIII para incorporarse al desfile. En ese preciso instante una nube de granizo ha comenzado a caer provocando una reacción rápida y contundente por parte de la hermandad, en la que han puesto los plásticos a la talla para evitar que se deteriorase, concluyendo en el retorno de la imagen a San Felipe Neri ante una procesión imposible. Los numerosos hermanos se han refugiado en el propio templo, en bares y portales cercanos así como en el túnel del parking situado justo frente al templo.

En el caso de San Juan, la hermandad ya había comenzado el desfile y se encontraba prácticamente en la calle del Peso cuando les han sorprendido las condiciones meteorológicas. Sin apenas tiempo de reacción la hermandad ha optado por dar la vuelta y dirigirse de vuelta a El Salvador. Dado el alto volumen de hermanos de el Cristo de los Espejos y el Bautista la entrada en el templo ha sido complicada, pero gracias a la colaboración de nazarenos y banceros, que han sido un ejemplo de voluntad y devoción, San Juan ha regresado a la iglesia con honor y gloria, bautizando las calles de Cuenca con las aguas de la precipitación y el destino.

En San Andrés la Esperanza se encontraba ultimando su ritual previo a la salida con el encendido de velas de los hermanos mayores, la oración y la actuación musical del Coro de Capilla de Música de la Catedral, tal y como se expone en el volumen de Gólgota de este 2025. Entonces el estruendo del granizo ha revolucionado el interior de la Iglesia, en la que la paz, la emoción y la fe llegaban a cada rincón del templo. Los banceros de la Virgen han actuado contundentemente desplazando la imagen desde las puertas hacia el fondo del templo, para facilitar del modo más rápido posible la entrada de hermanos a San Andrés. La directiva se ha volcado organizando el paso de los nazarenos, especialmente de niños y personas mayores, para refugiarse del aguacero.

María Magdalena ha aguardado en el templo el desfile del precursor para continuar el camino de la fe, pero la intensa caída de lluvia ha impedido que pudiera iluminar Cuenca a su paso, con sus vestiduras blancas y oro viejo, color de la uniformidad de sus fieles, que no dan dudado un instante en flanquear la salida que, aunque floreció en Cuenca por un instante, se antojó más sueño que realidad prácticamente sin llegar a producirse. Hay silencios y salidas que frustradas que son incluso más espectaculares y significativas que aquellas en las que la talla recorre las calles.

Los momentos de hermandad previos del Bautismo son un habitual en las tardes de Martes Santo, en las que el desfile de esta cofradía comienza compartiendo un almuerzo entre hermanos para que las fuerzas no flaqueen bautizando a Jesús con el reflejo de las aguas del Júcar nazareno. Era precisamente ese momento de conexión fraternal el que estaba realizando la venerable hermandad en el momento que los cielos se han abierto, lo que ha obligado a los nazarenos a refugiarse dentro del propio San Pedro, en la parada de autobús frente a la iglesia, así como en locales cercanos.

Suspensión, recogimiento y emociones a flor de piel

Tras los primeros momentos de tensión la presidencia ejecutiva ha anunciado en El Salvador que la procesión quedaba suspendida, dando las gracias a las cinco hermandades que habían trabajado como una sola para tratar de llevar el desfile procesional a las calles de Cuenca. Aunque las lágrimas, la frustración y el dolor en el corazón nazareno se han ido sucediendo, la profunda emoción que embriaga a todo aquel cuya alma está embrujada por la Pasión conquense han dado paso a algo capaz de vencer cualquier mal sabor de boca. Cientos de corazones han latido al unísono, cientos de Misereres fraternales se han entonado al mismo tiempo en tres templos diferentes y cientos de plegarias han cobrado un sentido íntimo y especial entre los brazos de los hermanos en la fe, que recogían la tristeza de sus compañeros de hábito para hacerles el calvario de la precipitación más ameno, como cirineos de la cuaresma que siempre vive prendida en el alma nazarena.

Gonzalo Marín, párroco del Salvador ha tomado la iniciativa de dirigirse a los cofrades allí presentes para expresarles su gratitud como ejemplo de fe y recordarles que «aunque la voluntad de Dios no siempre coincida con la nuestra, Dios hace las cosas por algo y si no ha querido que esta procesión desfile hoy, aunque no lo sepamos o no lo entendamos, tiene un fin mayor», ha señalado. Mientras la voluntad de Dios abre los cielos con las trompetas anunciadoras del Bautismo a su entrada entre pétalos y lágrimas del Jordán en la Plaza Mayor, mientras las devociones de Jesús de Medinaceli calientan el alma de cautivo entre miles de tulipas repiqueteantes, mientras la discípula amada abriga recoge las oraciones silenciosas en su cáliz de redención, mientras el Precursor guía el camino de la fe para que los nazarenos de Cuenca no equivoquen su caminar la noche del Martes Santo y la Esperanza mueve montañas y supera lluvias, granizos y decepciones, la Jerusalén en piedra íbera continúa dibujando en abstracto su entorno para que El Perdón vuelva, conquiste y santifique las calles de Cuenca.