Hace algo más de año y medio entrevistamos a Pedro Cifuentes poco antes de que comenzara uno de los retos más complicados de su carrera como alpinista, la travesía del Fitz Roy, en la Patagonia argentina. Como tantos otros proyectos de toda índole la pandemia paró la expedición y desde entonces Pedro sigue esperando para poder afrontarla de nuevo junto con otros proyectos que ha ido pergeñando durante estos meses, porque Pedro no habrá podido escalar pero lo que no ha perdido es la ambición y el amor por un deporte de riesgo extremo que adora sobre cualquier otra actividad.
La última vez que hablamos fue en enero de 2020 cuando estabas preparando la travesía del Fitz Roy y hay que ver la de cosas que han pasado desde entonces.
Pues sí, estalló la pandemia, cerraron las fronteras y no pude hacer la travesía, no hubo forma. Desde entonces he estado por aquí salvo un viaje que hice a Suiza a hacer un intento en solitario al Monte Eiger pero tampoco pude hacerlo porque en España estaba la Filomena y en Suiza pues como cuatro o cinco Filomenas, nevando si parar todos los días y no lo pude intentar.
La pandemia te ha parado todo, claro.
Sí, las expediciones han estado totalmente paradas porque no podíamos salir del país o entrar a otros. Íbamos a ir a Estados Unidos y está cerrado, íbamos a ir a Marruecos e igual, cerrado. Está todo parado, a ver si pasa esto un poco y se puede empezar a viajar.
Un año y medio para una persona como tú que está constantemente pensando dónde va a ir es muchísimo. ¿Qué has hecho durante este tiempo?
Sobre todo he pensado mucho en qué nuevas cosas podría hacer. Este ha sido un periodo de reflexión para ver qué quiero hacer, dónde quiero llegar, y me ha ayudado a definir objetivos y ver qué me apetece hacer. Por causa de la pandemia he trabajado mucho, yo soy bombero en Madrid y no hemos parado, ha sido una cosa espectacular, así que he reflexionado mucho sobre el hecho de que estamos aquí hoy pero mañana a lo mejor no, así que tengo claro que la vida hay que disfrutarla, que es el día a día y que hay que hacer lo que a uno le haga feliz, si se puede, claro.
«Este ha sido un periodo de reflexión para ver qué quiero hacer, dónde quiero llegar, y me ha ayudado a definir objetivos y ver qué me apetece hacer»

¿Y cómo te has quitado el mono de escalar y de estar en contacto con la montaña durante este año y medio?
He salido por Cuenca, estuve en Suiza, algo en Pirineos y poco más, porque no se puede hacer más. Es lo que hay. A mí me gusta mucho moverme pero hay que estar a la altura de lo que estamos pasando, una pandemia mundial en la que no se puede viajar y hay que respetar eso y amoldarse a la situación.
No pudiste hacer la travesía del Fitz Roy y me imagino que tienes esa espinita clavada. Porque además otra vez que estuviste no pudiste hacerla porque tuviste que ir a un rescate. Parece que tienes un poco de gato con esa montaña.
Bueno, cuando estuve en las Torres del Payne también fue a la tercera, no es que sea gato, es que esto es así. Si vas a hacer una montaña complicada es muy raro que hagas una expedición y salga a la primera, es muy raro. Fíjate Carlos Soria, este señor de más de 80 años que sube montañas de ocho mil metros, pues ahora está Dhaulagiri y lleva cuatro o cinco expediciones, o Alex Txikon, otro grande que lleva ya tres o cuatro intentos de hacer el Everest en invierno, eso quiere decir que cuando te marcas una meta importante y de envergadura es muy raro que salga a la primera.
Me decías que has estado reflexionando mucho vitalmente pero me imagino que deportivamente también te habrás hecho unos planteamientos a futuro. ¿Ha sido así?
Sí, yo creo que los lectores ya me conocen y soy un tipo bastante tozudo en el sentido de que me gustar cumplir los objetivos que me marco. Tengo la espinita del Fitz Roy y voy a ver si lo consigo. Y luego tengo otra espinita en Pakistán, así que a corto plazo el programa será, si se puede, Fitz Roy este año en noviembre y el año que viene ir a Pakistán otra vez a las Torres del Trango, estuve allí hace unos años, me quedé muy cerca de la cumbre y quiero quitarme esa espinita.

¿Y a medio o largo plazo hay otras cosas que te plantees hacer?
Yo creo que no hay que pensar mucho en el futuro porque pueden ocurrir muchas cosas, hay que pensar en el futuro cercano, pero sí me gustaría hacer algún ocho mil en el futuro. No quiero pensar en muchos objetivos a la vez porque eso me genera estrés y lo llevo mal.
Porque preparar cada una de estas expediciones conlleva un trabajo previo enorme y más ahora en medio de una pandemia.
Argentina, por ejemplo, está totalmente cerrada. En caso de que consigas llegar allí cruzando la frontera por Chile te encuentras con el pueblo de El Chaltén que está totalmente cerrado, no te dejan entrar porque es una población pequeña, muy vulnerable, el hospital más cercano está a cinco horas y no puedes entrar. Pero antes de intentar entrar allí para mí es más importante el respeto por esa gente. Si yo voy es porque se puede y porque alguien ha dado la autorización para que se pueda visitar, pero ir por atrás no, yo no me salto las normas por respeto a la gente de esa zona.
¿En tu caso tienes contacto con la población local?
Sí, sí, claro. No es que tenga contacto es que tengo amigos, he estado en Patagonia veinticinco veces, no sé si habrá gente que haya ido tantas veces. Conozco a mucha gente y me informan de cómo está la situación.
«Si vas a hacer una montaña complicada es muy raro que hagas una expedición y salga a la primera, es muy raro»
¿Sois bien recibidos los montañeros a los lugares donde vais?
Sí, en el caso concreto de la zona de Patagonia a la que vamos la población tiene una estrecha relación con el mundo del alpinismo y del montañismo porque no olvidemos que El Chaltén se fundó porque había un destacamento militar para defender esas montañas y a partir de ahí el pueblo se fundó y vivían, aparte de la ganadería, de las expediciones que empezaron a ir, así que antes de que empezaran a ir la gente que hace trekking, que hay muchos ahora, los primeros que llegaron fueron los montañeros. Es un pueblo que tiene mucha relación con el mundo del montañismo.
«En cuanto a los sponsors está la cosa complicada porque han bajado muchísimo las ventas y eso se refleja en el marketing»

¿Desde un punto de vista económico cómo os ha perjudicado la pandemia? ¿Se están resintiendo mucho los apoyos de empresas e instituciones?
En cuanto a los sponsors está la cosa complicada porque han bajado muchísimo las ventas y eso se refleja en el marketing, y ahí es donde estamos nosotros. No hemos hecho actividad, no hay marketing y no hay dinero. Hay muy poquito material y se ha visto muy mermado el apoyo. En cuanto a las administraciones pues te digo que estoy intentado reunirme con distintas administraciones y hasta ahora no lo he conseguido. Me gustaría presentarles los proyectos que tengo, el documental que estamos grabando, que es sobre el Fitz Roy, del que ya tenemos un trailer que hemos presentado al Festival de Cine de San Sebastián y nos lo han seleccionado entre más de 200 y sólo han cogido 12. Además hay dos grandes productoras que se han interesado mucho por el documental, una es Disney y otra es National Geographic. La semana pasada estuvieron grabando en Cuenca cinco personas, tres cámaras, un sonidista y el director. ¿Tú sabes la visibilidad que se va a dar a la ciudad con ese documental? Cuenca se va a ver mucho, el documental se va a ver en todos los festivales internacionales de cine de montaña, como son el de Trento en Italia, el de Kendall en Gran Bretaña, el Mendi Festival de Bilbao, y se va a visibilizar el encanto de Cuenca, de sus hoces, de la escalada, así que creo que las administraciones deberían implicarse y ver que tenemos un potencial en Cuenca tremendo que se puede ver a través del documental. Estoy deseando contárselo para ver si nos pueden ayudar un poquito, pero estoy pendiente de esas reuniones.
¿La medalla de oro que ha logrado en escalada en los Juegos de Tokyo Alberto Ginés, que es un chico que viene mucho a Cuenca, crees que os puede dar un impulso mediático a un deporte que muchas veces se visibiliza poco?
Sobre esto podemos hablar mucho. La Federación de Montaña es la quinta federación más importante de España, lo hablaba el otro día con Alberto Ayora, que es el presidente. Vamos a las primeras olimpíadas en las que hay escalada y nos llevamos el oro, qué más se puede pedir. Sin embargo se da muchísimo dinero a otras federaciones y lo único nuestro que es noticia son los accidentes y las muertes. A ver si las administraciones ponen un poco más de empeño en ayudarnos a todos, ya sea alpinismo, escalada o montañismo porque el potencial está ahí y lo hemos demostrado con una medalla de oro. Alberto Ginés viene mucho a Cuenca y lo ha difundido públicamente en redes sociales y medios de comunicación, que viene a Cuenca porque le encanta y es una de las mejores escuelas de España, por favor es muy importante que las autoridades tomen conciencia del potencial que tenemos en Cuenca y nos ayuden.