El Equipo Deportivo Nutriobelix ha celebrado este pasado fin de semana la séptima edición de su ya tradicional ‘Bajada Iniesta-Cullera’, un evento que según ha explicado el presidente del club, Fran Olmeda, “no se trata de una competición ni tampoco es un evento abierto a cualquier participante, es una ruta que realizamos anualmente los miembros del equipo y cada año se van animando más componentes del equipo”. El recorrido está divido en dos etapas, cada una de ellas con varios bloques. La primera etapa, Iniesta-Bicorp (primer día), consta de 175 km y 3.000+ (subidas que se realizan); la segunda, Bicorp-Cullera (segundo día), consta de 95 km y 1.100+. Cabe destacar que por primera vez una mujer ha realizado el trazado completo.
La aventura comenzaba en torno a las 23.30 horas de la noche del viernes con un acto protocolario donde estuvieron presentes el alcalde de Iniesta, José Luis Merino, que repartió los dorsales; el patrocinador principal, Restaurante Los Tubos de Villarta, que repartió camisetas diseñadas especialmente para la ocasión por Rodrigo Cañada, y los hijos del presidente del Club, que repartieron una gorra NX para protegerse del sol. En la cara de todos los y las valientes que se atrevieron a formar parte de la aventura se podía vislumbrar los nervios previos del acontecimiento, pero tampoco podían disimular la emoción de poder realizar, al fin, este esperado evento, que este año se han visto obligados a aplazar dos meses a causa de la COVID-19 (normalmente lo realizan en mayo).
Finalizadas las fotos oficiales y tras unas palabras de aliento del alcalde, quien también practica el ciclismo, la caravana de bicis esperó para salir de Iniesta hasta la 01.00 de la madrugada, pues un miembro del equipo llegaba de viaje de trabajo a esa hora y todos quisieron esperarle.
De Iniesta partieron 15 bikers en dirección Casas del Cerro, para realizar una primera parada contemplando desde lo alto la preciosa Alcalá del Júcar y retomar después la marcha hacia La Gila, reagrupándose en Tolosa para finalizar este primer bloque en el Santuario del embalse del Molinar. Es en el segundo bloque de este primer día donde, según Olmeda, “empieza lo serio: la subida del Molinar, aunque nos llevamos una grata sorpresa ya que lo habían asfaltado, lo que hacia la subida más rápida y menos machacona para el cuerpo”. Desde ahí, se lanzan valle abajo “con bajadas y subidas bastante decentes, pero que van arañando las fuerzas del algunos compañeros”. Más adelante comienza “el segundo examen de la ruta: la subida en hormigón a los molinos de Jarafuel”, donde el calor empezaba a hacer mella. En Jarafuel se hizo una parada para comer y se unieron al pelotón tres bikers más, uno de ellos el más joven del grupo, con tan solo 12 años, y otro el más veterano “con muchísimas primaveras ya cumplidas”, afirma Olmeda. El tercer y último bloque del día les llevó hasta Bicorp: “esta parte comienza con lo que llamamos ‘cuesta blanca’, es larguísima y durísima por el desnivel”. Pasando por el puerto El Caroche, varios integrantes se dieron un buen chapuzón para refrigerarse del calor. Tras unas bajadas considerables, el grupo alcanzó el objetivo: estaban Bicorp.
En esta segunda etapa, que daba comienzo a las seis de la mañana del domingo, se unieron otros tres bikers más, una de ellas otra mujer: “han sido muy valientes nuestras dos compañeras NX”, reconoce el presidente. El primer bloque de esta etapa se inicia con una subida “de órdago” donde incluso hubo tramos que, por la dificultad del sendero, se vieron obligados a realizar el camino andando. Después bajaron al río Fraile y el resto del bloque fueron subidas y bajas que, si bien fueron duras, se realizaron sin ningún problema: “tampoco hubo retrasos, De hecho, por esta parte del recorrido íbamos de tiempo mejor que ningún año”. En Boltaire daba comienzo el segundo y último bloque de esta etapa: “donde ya empieza a oler a salitre”. Durante un tramo de este bloque algunos compañeros decidieron ir por carretera y otros siguieron por las sendas, pero finalmente se reagruparon y “contra viento y marea, literalmente, porque siempre llevamos el viento de cara, llegamos a Cullera y nos alineamos para afrontar la última subida hasta el castillo de Cullera, donde oíamos los gritos de familiares y amigos animándonos”.
Olmeda explica que durante todo el trayecto sufrieron “algunas caídas, pinchazos de ruedas, algunos compañeros tuvieron mareos e incluso extravíos de compañeros en algunos tramos, pero por suerte nada fue serio”. Además, el pelotón estuvo escoltado en todo momento por un coche escoba con un miembro de protección civil de Iniesta, Juan Pablo Prieto, y otro miembro de protección civil de Villalpardo, Pedro Palomares, que prestaron apoyo y asistencia al grupo, “sin ellos no habría sido posible realizar la ruta”.
El presidente ha querido destacar también que durante toda la ruta ha estado presente “el espíritu de la familia Nutriobelix: compañeros prestándose apoyo, bromas, muchas risas y, sobre todo, mucho esfuerzo. Me siento muy orgulloso del equipo que estamos formando”.