Victoria requetenecesaria del Rebi Cuenca ante el Puerto Sagunto (33-24)

Los conquenses dominaron desde el inicio del encuentro el marcador y consiguieron dos balsámicos puntos, en forma y fondo

Victoria del Rebi Cuenca ante el Puerto Sagunto (33-24) este sábado. Necesaria. Requetenecesaria. En lo material y en lo espiritual. En lo instrumental y en lo psicológico. En la forma y en el fondo. Para alejarse de los puestos de descenso y sumar puntos que no sobran pero también, o principalmente, para reconciliarse con la calma, para inocularse unas dosis de autoestima y brindar a la grada una alegría tras unos cuantos sinsabores. 

Como si hubiera urgencia en deportar a los fantasmas, el Rebi Cuenca quiso darse prisa en dominar el partido, en crear una diferencia digna de tal nombre en el marcador. Para ello desplegó una defensa más que exhaustiva y un juego coral en ataque que, lejos de precipitaciones y guerras de cada uno por su cuenta, buscaba trenzar y dibujar jugadas para lograr buenas ocasiones en los seis metros. Y, arriba y abajo, mucha viveza y concentración, anulando cualquier error gracias a la recuperación de los rechaces. Todo ello dio fruto pronto, con un 3-0 que obligó al técnico valenciano, Antonio Malla, a solicitar un precoz tiempo muerto cuando no se habían alcanzado los cinco minutos de partido. 

El parón no tuvo demasiado efecto. Los porteños inauguraron su particular casillero pero seguían sin adaptarse al ritmo que estaba imponiendo el Cuenca que, incluso con uno menos por exclusión de Sertgi Mach, consiguió agrandar su renta en el minuto 10 hasta el 8-3 gracias a las virtudes demostradas en el tramo inicial y a alguna intervención sobresaliente de Espinha. Hubo incluso un penalti fallado por Nolasco ante David Mach.

Pero el paseo militar no estaba en el menú del día (aún) y los visitantes supieron aprovechar errores de tiro, faltas en ataque y sendas exclusiones de Pozzer y López para acortar distancias al rango de tres y dos goles. Lidio Jiménez quiso reposar el partido y cortar la tendencia con un tiempo muerto en minuto 21, con 11-8 en los luminosos. 

La interrupción no supuso un giro de los acontecimientos. Y es que el Cuenca, además de contra la juvenil y peleona plantilla visitante, tuvo que jugar este sábado también contra las que discutibles decisiones de la pareja arbitral formada por Josep Millán y Roland Sánchez. No vieron, o al menos no la pitaron, una clara falta en la cara contra Fede Pizarro, cortaron inexplicablemente cortas y siguieron excluyendo a los jugadores verdes (hasta cuatro en la primera mitad) sin que el Puerto Sagunto supiese que era eso de los dos minutos,

En ese contexto, el intercambio de goles, de fallos y de aciertos fue la constante de lo que quedaba hasta el ecuador del partido. Convivieron errores no forzados, como se diría en el tesi, con jugadas dignas de manual de balonmano firmadas, entre otros, por Sergio López, Hackbarth y Río. Con 14-10 se llegó al descanso. 

A pesar de que los valencianos acortaron distancias tras el reinicio, el comienzo de la segunda parte fue sinónimo de vendeval conquense, que reordenó sus ideas y templó nervios en el vestuario. Las aportaciones de Espinha -y de David Mach en los siete metros- facvorecieron un estilo de juego distinto, más rápido y eficaz. Los Arnau, Sergi Mach y Hackbarth supieron aprovechar juegos y errores de despliegue para, desde los extremos o desde el centro, ir engordando la renta goleadora. Así se compensaron las carencias de un tiro exterior que no termina de funcionar ni en las mejores tardes.

En el minuto 36 la cosa ya iba por el 19-12 y el técnico saguntino recurrió al tiempo muerto. Tuvo que pedir otro apenas cuatro minutos después, pues la brecha había subido hasta 22-13.

Esta sí que prologó un tiempo distinto. Luka Krivokapic empezó a parar algo más, el Cuenca perdió algo de inspiración arriba -o pagó el descanso por la exigencia física- y las distancia se estrechó al 25-17 en el 43.

El Sagunto estaba mejor, pero una remontada de ese calibre exigía más que lo que el equipo, al fina y al cabo un recién ascendido, podía dar en la pista. Sobre todo por la lesión de su jugador franquicia, Artur Parera, y porque gente como Pozzer, al que El Sargal tributó sonoras y agradecidas ovaciones, no estaban por la labor de dejar pasar la victoria y, a más a más, aspiraba a la euforia. 

Así se entró en los últimos diez minutos de partido con un 28-19 que nadie daba absolutamente por bueno, pero invitaba al optimismo prudente por lo menos. Lidio Jiménez optó por las rtotaciones, dando protagonismo a Dani Vera, a Tavares y a Notario. También a Álvaro Martín, que había tenido buenos minutos en la primera parte, y a David Mach bajo los palos. El plantel fue capaz incluso de sostener la ventaja dejar el contundente y necesario 33-24. 

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