Aguantarle el tipo al Barça puede parecer un logro menor, uno de esos premios de consolación como el ‘juego del programa’ con el que se despacha a los aspirantes que fracasan en los espacios de televisión. Pero, dado el nivel estratosférico que posee el equipo catalán en comparación con la media de la Liga Asobal, no es un asunto menor. No se traducirá ni en puntos ni en títulos, pero sí en ese intangible a veces tan valioso como es la honra. El Rebi Cuenca le aguantó este viernes el tipo al equipo culé en el Palau Baulgrana durante gran parte de la primera mitad (9-9 reflejaba el marcador en el minuto 20 y los conquenses llegaron a irse de dos en varias ocasiones) y, además, tras romperse el encuentro tampoco se dejó de ir del todo. Compitió, volvió al partido, planteó alternativas y se lo creyó. Hasta un David Mach que estuvo de notable alto, de sobresaliente más bien, arrancó los aplausos de la grada. 35-26, resultado más que digno, demasiado abultado como resumen de lo vivido en la pista, pero lejos de otras escandalosas diferencias. Fue una buena manera de cerrar la primera vuelta y el año balonmanístico.
Así fue el partido
Tras un rápido gol de Makuc en los primeros partidos, el equipo visitante pronto igualó y se rehizo con Mach reivindicándose ante sus paisanos catalanes y los atacantes del Cuenca dándole un leve dolor de cabeza a Nielsen. Hubo fallos, tiros precipitados y robos de balón, pero también la capacidad de reacción y concentración para compensarlos rápidamente. Así Joao Perbilini ponía el 3-5 en el minuto 7 y, aunque los barcelonistas igualaban, aún consiguió varias veces ponerse otra vez arriba en el marcador. La situación de igualdad se mantuvo hasta el minuto 20, con las mencionadas tablas a 9. En los diez últimos minutos de esta primera mitad los locales intensificaron defensa y afinaron en contras y lanzamientos para darle un ritmo más rápido al partido, acorde a sus intereses, y llegar al descanso con una brecha de cuatro goles, los que van de 18 a 14.
La segunda mitad templó ese cambio de ritmo con casi una sucesión perfecta de goles en ambas alternativas, pero pronto volvió a romperse la dinámica. El Barça agudizó su ventaja favorecido por las mayores rotaciones que podía permitirse y algunos síntomas de cansancio que ya mostraban los castellanos. Nielsen se puso a parar como sabe y eso era mucho. En el minuto 40 Blaz Janc ponía el 25-19 y Lidio Jiménez pidió un tiempo muerto para tratar de frenar el rodillo de los anfitriones.
Varias pérdidas casi consecutivas de Neves, Chicano o Hackbarth lo impidieron, la distancia se fue a ocho goles, pero Mach empezó otra vez a intervenir con solvencia y poco a poco, con Álvaro Martín o Tavares de artífices, el Cuenca se fue pudo ir acercando. Poco ya, no hay que engañarse, sin sensación real de peligro, pero sí de mucha profesionalidad. No fue uno de los días de sufrir, sino de reivindicarse.
Así, a siete minutos del final Pizarro quebraba la defensa de sus defensores para marcar el 30-24. El Cuenca rotó más su plantilla, el cansancio se hizo notar y Saric dio aire a la portería rival. La diferencia se agrandó en lo numérico, aunque en la pista no diera esa sensación de abismo de otras ocasiones y hasta el 35-26 sonó exagerado.