Con suficiencia y extenuando en lo físico y lo mental a su rival. Así ha vencido este martes el REBI Cuenca al Guadalajara (24-17) en otro partido nocturno que menguó la asistencia a El Sargal y en el que, esta vez sí, los conquenses ejercieron sin titubeos su superioridad y sentenciaron con margen de sobra su triunfo.
Que el derbi se quedase en casa tuvo mucho que ver con la brillante actuación de Pedro Tonicher: encadenó 14 paradas y rozó el 50% de eficiencia y, sobre todo, se mantuvo constante durante todo el encuentro, especialmente en los momentos más grises de su equipo, impidiendo que el rival se creciese y se viese con posibilidades reales. Sus actuaciones permitieron muchas bolas extra, restar peso a faltas o tiros errados en ataque y, sobre todo, desquiciar a un rival que a veces no supo que intentar ya. Otros grandes nombres propios del partido fueron los de Joao Perbelini (7 goles) y un Rudolph Hackbarth (5) que se volvió a erigir en sinónimo de solvencia y tranquilidad.
Fueron los guadalajareños los que empezaron tomando las primeras distancias en el marcador (1-3 en el minuto 4), pero el REBI supo estar más tranquilo que otras veces y, a fuerza de portería y eficacia, impuso sin tardar su ley. Tras varias paradas en el minuto 13 de partido los locales ya mandaban por 9-5 en el marcador. La prudencia aún superaba al optimismo, pero aquello pintaba bien. Sin embargo, varias precipitaciones en ataque y otras tantas por atrás -además de exclusiones como la de Tavares- dieron aire a los alcarreños, que fueron capaces de acortar la brecha para irse al descanso con 12-11.
Los peores y más recientes fantasmas acechaban otra vez el ánimo de El Sargal. Los intentaron despejar rápido los conquenses con Tonicher parando y el equipo acertando en la meta contraria. Se resistió el Guadalajara despegarse del partido con intervenciones de Serradilla y Sladkowski, pero apenas pudo aguantar unos minutos el empuje local.
El Cuenca apretó, se mostró más concentrado y con mayor capacidad de resistencia, y en el minuto 42 ya sumaba un 19-13. El resto del partido consistió en no cometer muchos más errores, no abandonar la mirada y taponar cualquier atisbo de reacción. La fórmula funcionó. No de manera fácil, este deporte nunca lo es, pero sí apabullante en su sencillez. El partido no fue una balsa y hasta Tavares vio una roja directa por un defensa demasiado intensa, pero nada iba a cambiar el rumbo del partido.
Al revés, el Guadalajara a pesar de su situación parecía pedir la hora, el partido era muy largo y más que aproximarse cada vez se alejaba más, en forma y fondo.