El Incarlopsa Cuenca no ha podido pasar del empate este sábado al Torrelavega (28-28), un resultado que complica sus opciones de jugar en Europa la próxima temporada y que hace justicia a lo vivido en la pista, donde los cántabros supieron marcar el ritmo del partido. A los conquenses les pesaron demasiado factores como el bajo rendimiento de la portería y la falta de acierto de jugadores de referencia como Simonet o Thiago, si bien el brasileño terminó siendo decisivo, pero a pesar de todo ello se plantaron a medio minuto del final por encima en el marcador. No supieron manejar la ventaja y la situación; otra vez se esfuma una victoria porque los postreros momentos del partido se atragantan.
La afición de El Sargal, que se puso en modo olla a presión para tratar de cohibir a rival y a árbitro. Fue desde luego una ayuda no menor para un equipo al que desde muy pronto se le notó la ansiedad de que el partido no estuviera saliendo según lo esperado ante un rival en principio más asequible. Los primeros errores de Pizarro y Pozzer y la rápida respuesta del Torrelavega para poner el 0-2 fueron una rémora precoz también en lo psicológico, una suerte de atenazadora losa invisible que el cuadro local no fue capaz de sacudirse del todo en ningún momento. El luminoso era una acordeón que se iba estirando entre ventajas de uno o dos goles de los visitantes y las tablas, una dinámica de la que no se salió hasta el ecuador de la primera parte.
Fue entonces, en torno al minuto 13, cuando hubo una cierta reacción del Incarlopsa. Una sucesión de goles de Thiago y Pizarro y la exclusión del Zakhar Denysov propiciaron que el equipo de Lidio Jiménez se pusiera por primera vez por delante en el marcador, mandando incluso con un 7-5. Era el momento de romper, de marcar un antes y un después, pero no hubo manera. Varias paradas de Mile Mijuskovi impidieron la brecha y agarraron a los suyos a la pomada. Los nervios, los fallos y las precipitaciones se dejaban notar en el banquillo y en el parqué. No sirvió de demasiado tampoco el relevo de Ante por Samuel y se llegó al descanso con un 14-14 en el marcador. Y gracias, porque igualó Arnau en el último suspiro en una contra.
La segunda mitad tuvo un comienzo muy similar a la primera. Un Torrelavega mucho más eficaz en ataque y activo en defensa frente a un Cuenca donde los jugadores que en otras ocasiones copaban los elogios no conseguían dar en esta ocasión con la tecla. En el minuto 39 el equipo norteño se había ido ya de tres (16-19), justo después de que Jiménez tratara de cortar la hemorragia con un tiempo muerto. Con igual distancia, replicada en un 20-23, se llegó a los últimos quince minutos.
Entonces apareció Nazaré. El joven jugador portugués se está erigiendo como salvador en momentos clave y a su proyección y calidad se encomiendan muchas de las opciones de futuro del equipo. En un abrir y cerrar de ojos y, tras dos de sus goles, el partido estaba empatado a 23 y se volvía a empezar. Capitaneando otra vez la reacción.
De poder a poder, como dice el cliché, la alternancia de goles fue dominando los siguientes minutos, hasta llegar con un 27-27 a falta de dos minutos y medio. Thiago, que tras un mal inicio había acumulado mucho banquillo, era quien había puesto el empate a esos guarismos y también quién marcó el esperanzador 28-27 cuando el balón era la patata caliente del Grand Prix y la responsabilidad exigía de valientes.
Quedaba apenas medio minuto pero el Torrelavega, tras un tiempo muerto en el que supo leer mejor la estrategia final, fue capaz de igualar por mediación de Cangiani Besada, quien tuvo quizá demasiado margen de maniobra. Fue un golpe definitivo que regaló a su equipo el punto que tanto había luchado.