El Incarlopsa Cuenca sigue complicándose la vida. Ha caído derrotado este sábado por un contundente 33-26 en la pista del recién ascendido Torrelavega, uno de los conjuntos a priori más vulnerables al descenso pero que, en esta ocasión, ha conseguido ser muy superior a los conquenses. El equipo de Lidio Jiménez ha mostrado su peor versión reproduciendo los vicios ya vistos en encuentros anteriores: sucesión de fallos en ataque; escasa intensidad defensiva; portería ineficaz y falta de ideas. Una concatenación de desastres que se lo ha puesto demasiado fácil al rival, que toma oxígeno para continuar en la Liga Asobal.
La igualdad en el marcador apenas duró poco más de tres minutos. Del 2-3 se pasó pronto al 6-3, un parcial apuntalado por la facilidad con la que jugadores como Isidoro o Alonso batían a los visitantes y por el atasco que atenazaba sistemáticamente las posesiones visitantes. Solo algún tiro feliz de Bulzamini o Thiago conseguía de vez en cuando desmarañar el nudo, pero no resultaron tampoco un revulsivo eficaz, como tampoco lo fueron las desaprovechadas superioridades numéricas.
La distancia de dos a cuatro goles se iba convirtiendo en constante mientras pasaban los minutos. El equipo de Cuenca elevó mínimamente su ritmo defensivo y consiguió durante en algunos momentos desconcertar al Torrelavega, pero los balones recuperados pronto se perdían en contras fallidas o fallos similares. En toda la primera mitad fueron sólo 10 los goles que consiguió arrancar el Incarlopsa frente a los 13 de los cántabros.
El descanso, y lo que en él se dijera, surtió efecto en el rendimiento de los de Lidio Jiménez. Al rozar los cinco minutos de la segunda mitad se lograba el empate a 15. Lo ponía Arnau que, con sus siete goles, fue de lo poco elogiable y salvable de la jornada.
Pero la remontada no se consolidó y el Torrelavega, muy respaldado por su afición, conseguía irse otra vez de uno o dos. La brecha se fue agrandando progresivamente ante una defensa, la de Cuenca, que fue sombra de lo que fue y que encima no pudo contar con Thiago tocado. Aquel equipo con fama de intenso, hasta de rudo, se va sin ninguna exclusión.
Las esperanzas se despeñaron en los diez minutos finales. Fiesta local a costa de un Cuenca a la que se le hizo larguísima esta última travesía en el que soportó un correctivo de los que no se olvidan.
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