No es excepcional que Javier Contreras, madrileño de toda la vida, lance a la gente al aire y le guste explicar a otros cómo se hace un porte acrobático. Lo singular es que esta vez lo vaya a hacer en Cuenca, donde actualmente reside. Las VIII Jornadas de Circo «A saltos» llegan este fin de semana al espacio Arrójate, en la calle Quinta número 7, con una gala en el Auditorio. El taller que imparte Javier es el sábado 9 de 10 a 12 de la mañana, antes de la gala en el Auditorio.
Ha participado en festivales en Madrid con más de 1.500 personas apuntadas y 4 días de jornadas organizadas por EUCIMA, el Encuentro Universitario de Circo de Madrid, uno de los mayores encuentros de circo de España, y ha impartido clases para grupos de hasta 60 personas. Su disciplina es la de portes acrobáticos en pareja y grupales, y frente a lo que generalmente se piensa no es tan importante el peso del cuerpo.
«Es verdad que se busca que el portón que levanta sea grande y fuerte y el ágil que vuela sea pequeño y ligero, que normalmente suele ser chico y chica, pero no es estrictamente necesario, el circo es muy adaptable a cada persona y hay tantas disciplinas que cada uno puede encontrar su manera según sus habilidades, lo bonito es la creatividad», explica. Por eso, hay una parte más aérea con telas y trapecios, otra para personas más habilidosas con malabares y otra más divertida para los personajes clown. Aclara que «no es una competición como la gimnasia, sino un arte escénico». Incluso en su especialidad conoce a gente con un peso más igualado porque «el 70% de la fuerza reside en las piernas, los brazos solo se encargan de estabilizar al tener que levantar un peso que se mueve, pero es mejor que sean tónicos y no tengan mucho volumen».
Javier trata de mezclar en sus clases los conocimientos que buscan personas iniciadas en el mundo del circo con técnicas para quienes no lo conocen de nada, por lo que tiene pensado hacer un taller multinivel de acrobacias con varias proyecciones. Hay apuntadas en torno a 16 personas y piensa que es fácil gestionarlo porque la materia con la que trabaja son personas, solo tiene que preocuparse de que haya un suelo blando con piezas de tatami o esterillas. El resto del éxito está asegurado.