Existen tradiciones que crean hermandad y dan sentido de fe a cada pequeño detalle que portan las sagradas imágenes en procesión. La atención a cada elemento, por pequeño que sea, y la capacidad de darle un significado profundo marcan la diferencia a la hora de sentir la devoción. Así lo entienden en la Venerable Hermandad del Santísimo Cristo de la Salud (El Descendimiento). Cada año un grupo de hermanos acuden a la tumba del escultor del paso, Marco Pérez, localizada en el cementerio de San Isidro para cortar unas ramas de romero que irán a los pies de la figura de San Juan.
Esta tradición la instauró la anterior Junta de Diputación de la hermandad en 2022 en la primera Semana Santa tras la pandemia. En 2020, una semana antes del confinamiento la cofradía inauguró una placa conmemorativa en el lugar de reposo del imaginero, así como el ajardinamiento del entorno con varios árboles y romero para conmemorar el 75 aniversario de la hechura de la talla. Tras dos años de pérdidas incertidumbre y una tradición cofrade que se quedaba esperando su regreso tras las puertas de las iglesias la directiva de la hermandad tomó la decisión de cortar un poco de ese romero con tanto significado para que desfilara cada Viernes Santo En el Calvario.

José Miguel Ortega, actual secretario de la venerable hermandad señala que «el romero para decorar las andas es algo que en esta hermandad se lleva haciendo desde la JMJ de 2011, porque tuvimos que llevar el paso a Madrid para desfilar con este motivo y decidimos ponerle romero en las andas». Desde entonces cada Jueves Santo miembros de la hermandad acuden a la finca de Ismael García Blasco, un hermano que, desinteresadamente, realiza todos los trámites para que pueda cortarse esta aromática que él tiene plantada en sus tierras» y a este romero se le une el que se corta de la tumba de Marco Pérez cada Martes Santo.
Ortega señala que este momento es «muy especial y emotivo para la hermandad». Este pequeño ritual se ha convertido en un momento íntimo en el que fe, devoción y tradición se dan la mano. El secretario comenta que «limpiamos la placa que pusimos, adecentamos la zona y rezamos un Padre Nuestro en memoria del escultor». Llevar ese romero da un olor característico al paso y mantiene de algún modo al autor unido con su obra en la procesión celestial.

Esta actividad es algo que «está abierto para todos los hermanos que quieran y puedan acercarse», refiere el secretario. Para poder participar junto a los miembros de la directiva en este momento tan emotivo «simplemente hay que ponerse en contacto con nosotros, eso sí, hay que tener en cuenta que aunque siempre lo hacemos el Martes Santo el horario varía en función de la disponibilidad de Carlos Peñuelas, responsable del cementerio de San Isidro».
Tras la procesión muchos son los hermanos que quieren llevarse a casa un fragmento de romero, pero hay ciertos casos en los que este elemento toma un significado aún más especial, sobre todo cuando se trata de un homenaje tras una de esas pérdidas desgarradoras que dejan huérfana de algún modo la Semana Santa. Es el caso de Rafael Ladrón de Guevara, un nazareno incansable que trabajó por el Descendimiento así como por otras hermandades de la Pasión conquense. José Miguel Ortega señala que este año a su familia se la hará entrega de un poquito de ese romero de Marco Pérez, un homenaje de autor y obra para nazarenos celestiales.