La lluvia no deja continuar a los rejones

Se han llegado a torear los tres primeros astados. En el primero de ellos Sergio Galán ha recibido una ovación, en el segundo Diego Ventura ha cortado una oreja y en el tercero Lea Vicens ha escuchado una ovación tras dos avisos

CAVILA

A las 6:30 de la tarde comienza la segunda de abono. Hoy es la, siempre bien recibida por el público de Cuenca , tarde de los rejones.
Preside Don Javier Canales asesorado por Don Miguel Tinajero en temas taurinos y por Don José Antonio Mondejar en cuestiones veterinarias.

Sergio Galán, Diego Ventura y Lea Vicens actúan para los más de tres cuartos de entrada de hoy.

Sergio Galán hace gala de su rejoneo clásico, templando muy bien a su enemigo. Buena faena que se queda sin premio por no estar acertado con el rejón de muerte.

Salió el segundo de la tarde y Diego Ventura comienza con un rejón de castigo, para continuar con banderillas con su caballo Fabuloso.
Para poner banderillas cortas aparece Ventura con uno de sus caballos preferidos, Lío.

Comienza a llover en el coso de Cuenca. Certero con el rejón de muerte Ventura pasaporta al segundo de la tarde y suenan los aplausos a pesar de que los tendidos se han llenado de paraguas.

Sale el tercero de la tarde y arrecia la lluvia de forma torrencial. Gran cantidad de público abandona sus localidades para refugiarse de la tromba que está cayendo.

Lea inicia la faena sin importarle las inclemencias, se oyen las palmas y suena la música. El ruedo comienza a acusar tanta agua.
La rejoneadora no está certera con el rejón de muerte, necesita cuatro pinchazos y finaliza con un certero descabello.

El ruedo de la plaza tiene un buen drenaje, pero para ello necesita tiempo, ya que está impracticable para los caballos. La autoridad competente y los rejoneadores salen al ruedo para comprobar el mal estado y, para evitar que ningún caballo sufra lesiones o percance grave, se decide suspender la corrida.

Parte del público muestra su desacuerdo y abroncan la decisión tomada, pero también saben reconocer lo evidente.