Sueños lúcidos, mucha empatía y pensamiento complejo: vivir con superdotación

Bárbara Díez y Esmeralda Gómez son dos conquenses pertenecen al 2% de la población con un CI superior a 130

Según varias estadísticas e investigaciones alrededor del 2% de la población mundial es superdotada, lo que significa, según el criterio tradicional usado por la Organización Mundial de la Salud, que cuenta con un cociente intelectual superior a 130. Aunque la tendencia actual es también tener en cuenta otros criterios y condicionantes, haciendo una regla de tres sobre los 198.436 habitantes de la provincia de Cuenca, se inferiría que hay alrededor de 3.970 superdotadas en la provincia. Sin embargo, dentro de Mensa, la asociación internacional para personas con superdotación, solo hay cinco personas registradas dentro de las fronteras de Cuenca.

Una de ellas es Bárbara Díez, psicóloga con dos centros (uno en Madrid y otro en Cuenca capital) dedicados, entre otros ámbitos, a las altas capacidades y la superdotación; supervisora nacional de Psicología de Mensa; profesora de psicología del pensamiento en la UNED; formadora en instituciones privadas y públicas; y columnista en Omnia, la revista de la asociación.

También de Cuenca (de Honrubia, concretamente), aunque viviendo en Madrid, es Esmeralda Gómez López, coordinadora académica y docente en UNIR (Universidad Internacional de La Rioja)y en la Universidad Francisco Marroquín; CEO de Econoky; inversora inmobiliaria; y escritora. También colabora en medios de comunicación e imparte conferencias.

Edades de identificación

Ambas están identificadas como personas superdotadas, Gómez desde que era niña y Díez ya en la edad adulta. Debido a una situación personal compleja, la mente de Bárbara comenzó a buscar soluciones alternativas, todas plausibles y en un tiempo récord; por ello buscó el consejo de una experta y obtuvo esta identificación, accediendo a Mensa en 2021. Esmeralda, por su parte, conoció la asociación por sus propios medios: haciendo su doctorado a mediados de 2023 estaba mirando becas y vio una destinada a altas capacidades para un perfil matemático, pero para acceder a ella necesitaba un certificado, por lo que inició los trámites y, al ver el resultado, decidió ingresar con éxito en esta asociación.

Díez, como profesional, apunta que la identificación en edades tempranas es beneficiosa, ya que «se prepara a las familias y se le dan parámetros de actuación». Gómez lo corrobora en primera persona, reconociendo que, desde joven, ha saciado sus inquietudes de manera autodidacta, seleccionado con criterio a las personas y entornos con los que quería estar, e incluso independizándose a los 16 años. «Ahora lo veo con retrospectiva y alabo el rol de mis padres, porque también hay que estar preparado para tener a una persona así en casa, respetar sus tiempos y apoyarla», añade.

En el caso de una identificación en adultos puede conllevar, explica Bárbara Díez, «una altísima frustración, porque no saben bien qué sucede». También es común la medicalización: «hay personas de altísima inteligencia que han vivido treinta años ultra medicalizados y confusos y, aún así, con una mente que no para», argumenta. Por ello, una vez identificadas con ACI o superdotación, Díez corrobora que sienten cierto alivio, pues «el puzle ahora encaja, hay cosas que empiezan a tener sentido».

Relación con el entorno

Parte de los rasgos comunes suelen ser la complejidad del pensamiento, la intensidad emocional o la impulsividad conductual. Por ello, añade Díez, «hay niños que son duramente reprendidos en el colegio porque sacan conclusiones muy divergentes o hacen preguntas muy divergentes, y se responde como si el niño fuera irreverente». «No ser lo estándar parece lo raro», sentencia».

Algo similar ocurre en el entorno laboral, que «no está preparado» para lidiar con personas superdotadas. «En algunos trabajos decían que soy dispersa, cuando soy hiper productiva. Estar a la vez escribiendo un libro, estar en medios, hacer un doctorado, trabajando… me dicen «no puedes», cuando la verdad es que lo necesito», argumenta Esmeralda.

También reconoce que, debido a estas situaciones (y ya no solo en el ámbito laboral), ha aprendido a modularse, «porque pensaba que todo el mundo era como yo por dentro, pero no es así. Te encuentras gente que no llega a entender cómo eres. En el momento en el que me exponía en determinados entornos y chocaba con alguna norma social, había un problema, una confrontación innecesaria».

En cualquier caso, cuando ambas le cuentan a sus círculos de confianza que son superdotadas identificadas y con ACI, la reacción es en parte similar. «No les sorprendió, lo tenían claro. Incluso me extrañé yo más que el resto», explica Díez. «Los comentarios vienen más por ser de Cuenca que por la superdotación», añade Gómez.

También coinciden en que las diferencias que pueden notar con el resto de la población que entra en la media, no son tantas. «Me rodeo de gente bastante buena que brilla mucho más que yo en sus campos. Pero sí que he tenido que ir aprendiendo a lidiar con distintos entornos, aprender que hay una pluralidad de roles, personas y fines en los que tengo que aprender a matizar cuando hablo», afirma Gómez. «Si yo soy una persona muy sensible, me sentiré cómoda con personas muy sensibles; si tengo un pensamiento complejo, me sentiré bien con personas que tengan un pensamiento complejo. Eso no significa que con el resto no, pero hay personas con las que se tiene más afinidad y hay otras con menos, como le sucede a cualquiera», argumenta Díez por su lado.

Aplicación diaria

El tener una mente tan activa puede usarse, como es el caso de Esmeralda, como «una herramienta más»: «Yo soy soñadora lúcida y lo he venido siendo desde pequeña. Utilizo los sueños como una herramienta más dentro de mi vida», explica, añadiendo que usaba esta capacidad para seguir trabajando en su doctorado incluso durmiendo.

A Bárbara le sirve, por ejemplo, en su trabajo en el ámbito clínico: «Cuando tienes delante una persona con una ACI que ha itinerado por muchos profesionales, me ayuda porque conecto con las personas en ese nivel».

Además, ambas coinciden en que tienen muchos intereses, siempre están dispuestas a iniciar un nuevo proyecto, y que fomentan su faceta creadora. Por otro lado, también son coincidentes (y Díez lo recomienda como profesional) en que el ejercicio, la naturaleza y la meditación son herramientas útiles para relajar tanto el cuerpo como la mente. «Cuenca es una ciudad increíble para estar en contacto con la naturaleza, lo cuál es fantástico para la gente con superdotación intelectual», sentencia Díez.

Aunque ese grado de intensidad no es siempre el mismo, tal y como explica Gómez: «Sé cuál es mi baza física y mental y yo soy muy diurna. Me levanto a las 4:00 o las 5:00 para empezar a trabajar y sobre las 8:00 ya he cumplido una jornada, pero luego por la noche soy incapaz de mantener una conversación, físicamente no puedo».

En resumen, es lo que Bárbara Díez llama «aprender a pensar». «El cuerpo no distingue si lo que ve es real o no, puede activar el sistema de alerta ante situaciones que no están ocurriendo. Hay que aprender a sosegar con técnicas corporales, meditación, danza, naturaleza, aprender a estar en silencio…», argumenta.

Y, matizando que no es solo para las personas con ACI, si no para la población en general, Díez anima a todas las personas a «se conozcan, porque más allá de la identificación es un proceso de autoconocimiento, y que revisen las opciones que tienen a su alcance para ser cada día un poco más felices y conocedores de sí mismos».

Mensa

Tanto Esmeralda como Bárbara tenían una idea más o menos preconcebida de lo que era Mensa: un lugar en el que compartir experiencias y conocer gente con intereses y formas de pensar parecidas. Díez afirma que la realidad cumplió sus expectativas, algo que resultó «gratificante». «Estoy utilizando su entorno: voy a las reuniones de vez en cuando, como la de Eslovenia que fue internacional. Es un entorno que a mí me ha gustado por la pluralidad y el respeto», añade Gómez.

Además de estas reuniones, tanto locales como nacionales e internacionales, hay diversos Grupos de Interés Especial (GIE) en los que explorar distintas inquietudes. Por ejemplo, explica Díez, los hay de publicidad, aeronáutica, ajedrez, historias de terror, filosofía, del juego de mesa ‘Los hombres lobo de Castronegro’…

Para acceder a esta organización se puede hacer el test T2 (propio de la Asociación) que, con un resultado positivo, permite el ingreso. Este es el que se realizará en las jornadas de la UNED en Cuenca que habrá en mayo. También está la opción de aportar un informe psicológico privado, estudiando su idoneidad en función de unos parámetros (precisamente, ese es el trabajo de Bárbara como supervisora de psicología de Mensa, además de formar a los supervisores y realizar los parámetros de ingreso).

Explica Díez que hay personas que quieren ingresar justamente por esa sensación de pertenencia, por encontrar a personas con las que poder compartir intereses, y que otras lo hacen porque hay empresas que lo valoran a nivel curricular.

Altas capacidades y superdotación

Las Altas Capacidades son un constructo complejo que engloba las capacidades cognitivas superiores, y la superdotación es un subconjunto dentro de las AACC. Una persona superdotada tiene un CI superior a 130. Por tanto, toda persona superdotada es de Alta Capacidad, pero no tiene por qué ser al contrario. «Aunque son términos controvertidos que la investigación científica y teórica va modulando con cada investigación», matiza Díez.

La Alta Capacidad Intelectual hace referencia a un conjunto de habilidades cognitivas superiores en relación a uno a dos dominios comparando con la población de su misma edad. Según explica Díez, «la persona con superdotación intelectual suele ser muy emocional, por lo que lo perciben todo con mucha intensidad. En muchas ocasiones se pueden sentir rechazados (sea la realidad o solo una percepción)».